CAPÍTULO 4: AQUÍ COMIENZA

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Huang acababa de despertar muy temprano después de una larga noche de trabajo. Como parte de su rutina matutina, se preparó algo de café y tomó el periódico que le llegó de su suscripción mensual de un diario prestigioso de su país. Mientras sus ojos se deslizaban por las líneas de los texto que albergaban las páginas del diario, su esposa entró a la cocina para prepararse su respectivo desayuno, sin antes no saludar con un beso en la frente a su esposo. Cada uno en sus respectivas actividades, mientras esperaban que ambos terminen de desayunar y juntos salir para sus fuentes de trabajo. Cuando de pronto, en la radio que su esposa acostumbrar a encender, él oye que el presidente de Estados Unidos tiene la intención de acercarse a China para ponerle punto final a las tensiones que últimamente iban en aumento en una Guerra Comercial sin precedentes. Esto llamó su atención a tal punto que dijo: "¿escuchaste eso?, ¿ojalá no repercuta en nuestro hogar?". Su esposa contestó: "tranquilo, sabemos como es ese hombre, nuestro gobierno ne cederá ante lo que digan desde allá". Debemos estar preparados para cualquier cosa, sentenció Huang. La conversación se vería interrumpida cuando ella vería la hora, señal para limpiarse la boca, tomar sus maletines, y salir a trabajar.

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A poco de que el sol se pose sobre la ciudad de Seattle, indicando el medio día, los cinco habitantes de ese frío callejón, se pusieron en pie después de un larga lucha contra el frío de la sombra de entre ese agujero entre los altos edificios. Como hombres sin oficio ni beneficio, cada uno se fue por donde mejor le convenga, tomando caminos diferentes y esperar que así, al menos a uno de ellos, les llegue la fortuna en forma de comida o algo de dinero, porque encontrar trabajo ya era una misión imposible.

Peter tomó la avenida principal, en dirección al sur, esperando que durante todo su trayecto a recorrer se encuentre con una noble alma que siente piedad por su estado y le regale algo que le permita llenar su estómago, cansado de comer lo mismo durante las últimas semanas: pizza, queso, jamón y masa pre cocida. Pero su enfermedad, el hecho de olvidar las cosas fácilmente por el Alzheimer que adquirió, le impedía poder continuar con su avance más allá de 10 cuadras alrededor, tomando en cuenta también la amenaza de sus amigos: "si te vas más allá y olvidas como regresar, date por perdido porque ninguno de nosotros irá a buscarte". No le quedó más que obedecer.

Una cuatro cuadras más allá de su escondite, que ellos llamaban casa, pero estaba lejos de serla, Peter sería hipnotizado por un aroma de esos que te hacen perder el resto de los sentidos y tus olfato se transforma en los pies de uno. Guiado por ese olor a comida, lo único que tanto ansiaba Peter, se paró frente a la entrada de un restaurante. Al lado de la puerta se podía leer "prohibido animales", "haga su reserva", "pague con tarjeta", esto era suficiente para que uno se de cuenta de que los comensales del lugar requerían de una billetera abultada para darse un festín ahí adentro. Durante los minutos que Peter se paró al frente de dicho lugar, notó que solo ingresaban gente de traje y corbata, gente bien vestida, mujeres con trajes extravagantes, entre demás personajes de la categoría "alta".

Entre tanto, al parecer, el dueño del restaurante pudo observar desde adentro la presencia de Peter allá en la calle, casi justo al frente de la puerta, muy cerca. Creyó que esto incomodaría a los presentes en su restaurante, por lo que ordenó a uno de los camareros sacar a ese personaje de ese lugar.

- ¡Retírese de aquí o llamaré a la policía! - fueron las palabras del camarero.

- Solo quiero quedarme a ver si tengo algo de suerte ante la lástima de los que comen aquí - dijo Peter.

- No se puede, debes irte o se pondrá feo para ti - responde el camarero.

Al ver que el vagabundo no se movía, el camarero lo toma del brazo para sacarlo del lugar, a lo Peter se opone y así comenzaría una serie de forcejeos muy cerca de la puerta. Repentinamente, Peter choca con un hombre muy bien trajeado que salía del lugar. Esto provoca que el hombre se vea interrumpido en su caminar, lo que causa su enojo y una respuesta inmediata: empuja con tal fuera a Peter, que este cae sobre el asfalto, para que luego los demás empleados del lugar lleguen con un balde de agua fría y lo expulsen del lugar.

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- Mi nombre es Alan Davis, soy bioquímico, especialista en inmunohematología y microbiología, tengo experiencia de más de 40 años en este campo y yo seré el encargado de liderar el equipo de científicos, doctores y demás expertos en el área que llevan a cabo el Plan V, el cual comienza hoy. Las condiciones del clima no son las mejores, pero estamos muy agradecidos con la inversión en recursos que hace el Gobierno a la cabeza del señor Donald Trump, a la farmacéutica Novar, y a los demás inversores, tanta económicamente como intelectualmente. Gracias. Esperamos que el trabajo desarrollado en los labotarios instalados aquí en Alaska sean de beneficio para el objetivo de los planes que sin duda serán de beneficio para la economía nacional. Todos aquí somos conscientes de la responsabilidad que tenemos en nuestras manos y no nos queda otra que corresponder logrando resultados. Todo sea por el bien de nuestro país.

- Doctor Davis, no tenemos todo el día para su saludo o su introducción, queremos escuchar el plan ya - interrumpe Sigsby.

- Disculpe, ahora mismo voy a la explicación del plan - contesta Davis. - Durante las próximas semanas, hasta cumplir los tres meses exactos, en los laboratorios, mediante los equipos ya adquiridos e instalados en este lugar, se procederá a la creación de un virus, que tendrá el fin de atacar el sistema respiratorio de los humanos. Esta creación es la incorporación de una proteína de ratón al virus del SARS, que como ya sabemos, es un mal que afecta directamente a los pulmones. Se realizará experimentos primeramente en animales pequeños para observar los resultados de este mal. Una vez logrado lo esperado, pasaremos a experimentar en humanos.

Tras escuchar esas últimas palabras, el doctor se vio interrumpido por los presentes en la sala, que con sus murmuraciones dejaron en claro que las dudas emergieron.

- ¿Escuché bien?, ¿y quiénes serán esos seleccionados para los experimentos? - dijo alguien en la sala.

Siguieron unos segundos de silencios. Pueden ser los... - respondía el doctor hasta que se vio interrumpido por Sigsby - Serán los desperdicios de la sociedad, aquellos a quienes el destino les dio la espalda en un mundo condenado.

Escuchar estas palabras fueron suficientes para todos en la sala se pongan de pie y aplaudan, otros, invadidos por la excitación, se abrazaron.

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Tras un sábado de terminar de acomodar todos los equipos y demás recursos materiales necesarios para comenzar con el trabajo, el domingo 8 de septiembre se daría inicio a la creación del último ataque en esta tan larga Guerra Comercial entre Estados Unidos y China. Solo era cuestión de tiempo para dar el último batacazo en esta serie de conflictos y batallas como la humanidad no estaba acostumbrado. Siglos y siglos de guerras y muerte por el control del poder, empuñando una espada, una rifle, soltando el cañón, activando una bomba, marcaron la historia de la humanidad en su lucha por la sobrevivencia. Pero a solo de alrededor de 20 años de una vez comenzado el siglo XXI, la humanidad atestiguaría un nuevo modo de guerra entre potencias. Y la creación de esa arma estaba en manos de este grupo escondidos entre los vírgenes terrenos de un bosque alejado en la esquina del mundo.

Era temprano de mañana de ese día domingo. El equipo de científicos tenía un largo día de trabajo por delante. Todos despertaron ese día sabiendo que no estaban comenzando cualquier etapa en su vida laboral, tampoco se trataba de cualquier trabajo que les otorgue una experiencia más en su envidiable hoja de vida. Y Max no era la excepción.

Esa fría mañana, cuando los rayos apenas penetraban entre las frondosas ramas de los altos árboles que conformaban ese bosque, lo primero que vio Max al sentarse sobre su cama fue la foto de su esposa colocada en un cuadro en la pared del frente a su catre. Aún mantiene en la memoria la promesa que una vez le hizo a ella antes de comenzar este viaje: "será la última vez". Como si después de estos tres meses le dedicaría tiempo solo a ella, sin tener la menos idea de que el futuro le deparaba algo totalmente diferente.

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⏰ Last updated: Apr 06, 2020 ⏰

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