Prólogo: Tiempos de cambios
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Mantenerme allí mucho tiempo me hizo dar cuenta de lo tranquilo que era un cementerio en la noche, aunque eso no le quitaba lo escalofriante y las malas sensaciones que provoca ver thrillers y terror por mucho tiempo. A pesar de que no era tan tarde se veía como si fuera media noche, pues el sol había decidido terminar su jornada antes de lo que esperaba. El viento frío me calaba los huesos y me abracé a mí misma intentando calentarme más de lo que hacía mi blusa sin mangas. El sonido de los grillos era lo único que escuchaba, parecían contentos en este lugar lleno de tumbas.
Uno de ellos cayó encima de la tumba de mi madre, quedándose estático en su lugar. Era un grillo grande y verde, esos que traían buena suerte y hacían feliz a mi mamá cuando volaban y cantaban en nuestro jardín. A mamá le solían gustar mucho esos insectos, a mi también me gustaban siempre y cuando fueran verdes, se veían alegres y bonitos.
Miré el nombre de mi madre escrito en la lápida y sentí la soledad y la tristeza que traía la muerte de un ser amado. La extrañaba muchísimo, claramente. Era mi madre. Con ella solía pasar todas las tardes viendo películas de comedia romántica y drama, sus favoritas. En ella podía confiar mis sentimientos y algunos secretos. Ella era la mejor mujer que pude haber conocido.
Luego de una larga lucha contra la leucemia, falleció en el hospital hace tan solo un mes. El golpe fue duro, claro está; y aunque estaba preparándome psicológicamente desde hace días para ese momento, no pude evitar estallar en llanto al escuchar como murmuraba débilmente mi nombre para después fallecer.
Una semana la pasé sin comer nada, ninguna comida tenía sabor, yo solo quería las sopas de verduras que hacía mamá. No quería salir de casa, no había sentido en hacerlo si todos los recuerdos de ella estaban allí. Intenté mantener nuestro jardín con la misma vivacidad que cuando ella salía todas las tardes a regar las plantas mientras maldecía en voz baja los niños de los vecinos que solían tirar barro por diversión; pero no pude. Muchas de ellas se secaron y fallecieron, pues me era muy difícil terminar de regarlas todas sin volverme a llorar a mi cuarto.
Un mes había pasado y ahora vivía con mi tía en su departamento. Fue duro dejar todo atrás, en manos de mis tíos que ahora eran los nuevos dueños de esa casa.
Me levanté tranquilamente del suelo, limpiando el césped suelto de mis rodillas sin dejar de admirar su lápida. Limpié las lágrimas que se escaparon y desaparecían en mi cuello y tranquilamente caminé hacia la entrada del cementerio con la cabeza gacha. Una vez fuera, tomé mi bicicleta y pedaleé sin afán al edificio en donde ahora viviría.
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Calenté la lasaña que hice el día anterior en el microondas, me serví un vaso de agua y esperé por mi almuerzo mirando a la nada.
Recuerdo que muchos de mis primos me insistían en irme a vivir con mi tía, pues así no estaría sola en mi proceso de duelo. Al principio me negué, pero eventualmente tuve que aceptar la oferta, no tenía nada más. El proceso de duelo no sería tan difícil con alguien que me acompañara, en este caso, mi tía Abigail.
¡Y una mierda!
Incluso en este departamento grande, con grandes ventanas e incluso aire acondicionado seguía estando sola. Mi tía trabajaba de siete de la mañana a ocho de la noche. Las primeras veces venía a almorzar, pero eventualmente dejó de hacerlo pues eso hacía que llegara tarde a su trabajo. Ella me lo explicó para que no se preocupara o no me enojara con ella por sus repentinas falta. Me preguntó si estaba de acuerdo, yo asentí.
El ding del microondas sonó sacándome de mis pensamientos, saqué mi comida de allí con más rapidez de la que pensaba, allí me dí cuenta del hambre que tenía. Puse la lasaña en un plato y agarré el vaso con agua, pasé del largo del comedor y me senté en el sofá, pensando en qué podría ver hoy. Puse mi almuerzo en la mesa de centro y empecé a buscar series que pudieran entretenerme esta tarde. Las páginas de psicología que leí sobre "etapas de duelo" decían que era normal hacer cosas que harían con sus seres fallecidos. Pero según mi opinión eso podría ser peligroso.
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La familia de mi padre [Próximamente]
Teen FictionLaia conoció la verdadera tristeza cuando su madre murió. Se dijo a sí misma que debía continuar adelante, aún si debía vivir con su tía, con la que no se llevaba muy bien. Sin embargo, sus sentimientos se enredan al enterarse que debe ir a vivir c...