CAROLINEMeto mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta cuando una ola de frío me sacude. El viento me aparta el pelo de la cara y un escalofrío me recorre la piel justo antes de que entre a la cafetería.
Una chica castaña me sonríe en cuanto entro y no puedo hacer otra cosa más que devolverle la misma sonrisa cálida.
—Bonjour, pourriez-vous m'apporter un café au lait, s'il vous plaît ?
Mi acento no es muy bueno que digamos. He tenido que permanecer mucho tiempo en Mystic Falls por la escuela Salvatore, pero me alivia saber que me ha entendido cuando asiente con la cabeza y se gira para prepararme el café con leche.
Le doy las gracias cuando apoya el café en el mostrador y le dejo un billete para que tenga algo de propina antes de salir de allí. Cuando estoy fuera otra vez, acerco el borde del vaso a mis labios para entrar en calor, pero mi móvil me interrumpe, empezando a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta.
Stefan.
Dudo unos segundos en cogerlo. Entonces pienso que tal vez es alguna emergencia de la escuela, así que desguelgo.
—Care —suena algo preocupado—. ¿Estás ocupada?
Miro mi café y me encojo de hombros, después de tomar un sorbo que me hace sentir más que bien.
—Nop. ¿Ha ocurrido algo?
—Más bien alguien.
Frunzo el ceño.
—Stefan, dame el teléfono, se lo diré yo misma. ¡Stefaaaan!
No puedo evitar sonreír al escuchar su voz. Escucho un grito de queja de parte de Stefan, así que supongo que le habrá quitado el teléfono. Tengo que morderme los carrillos para no reírme.
—Hola, querida.
—Mi amada Rebekah Mikaelson. ¿Qué te trae por la escuela?
Relamo mis labios de la espuma del café mientras empiezo a caminar. Se me congelan los dedos al empezar a caminar, así que agradezco enormemente el calor del café.
—Como de costumbre, me gusta visitar a mi sobrina y a su madre de vez en cuando. Es una pena que no estés aquí.
—¿Es esa tu manera de decirme que me echas de menos? —sonrío, divertida.
Rebekah y yo hemos estado hablando mucho últimamente. Desde que matricularon a Hope en la escuela no me quedó otro remedio que hablar con ella cuando Hayley no podía venir. Y al final resultó no ser tan arpía como creía que era.
Incluso me gusta.
—Ya sabes que sí —puedo sentir su sonrisa a través del teléfono—. Necesito tu ayuda.
Suelto un suspiro y asiento.
—¿Qué puedo hacer por ti?
—Sé qué estás en París... —frunzo el ceño—... Buscando una manera de ayudar a Nick.
—Rebekah...
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𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐛𝐚𝐜𝐤 𝐭𝐨 𝐦𝐞, 𝐥𝐨𝐯𝐞. | 𝐊𝐋𝐀𝐑𝐎𝐋𝐈𝐍𝐄
RomanceKlaus y Caroline nunca tuvieron su momento. Ella buscó el futuro que quería mientras él renunció a su redención y se dejó guiar por sus deseos más oscuros, desatando los demonios que creía haber enterrado. En cambio, Elijah no va a rendirse tan fác...