DESPECHO: Capítulo 01

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- ¿Me amas? - pregunté acomodándome sobre el pecho de mi novio.

- Más que nada en este mundo - contestó él acariciando con la llema de sus dedos mi hombro, su cálido tacto me hacía sentir en calma y en tanta paz que me costaba creer que se tratara de la realidad.

En efecto, abrí los ojos viendo atentamente el respaldo del asiento frente al mío, oficialmente dormir en un avión se había vuelto una de mis peores torturas.

Eran aproximadamente las seis o siete de la tarde por lo que poco faltaba para que obscureciera, llevaba horas sentada en este sitio y sentía que iba a ocupar un marcador permanente para rehacer la línea que me divide el trasero. Las vívidas imágenes del sueño que había tenido más que una divagación de mi subconsciente era un mero recuerdo de mi inolvidable pasado en los fieros brazos de mi ex; regresaba a Inglaterra después de años de abandono y para ser sincera aún me cuesta trabajo pensar en regresar al lugar del que había huido, me costaba pensar en que podría encontrarme lo a la vuelta de la esquina, en su bella sonrisa, la alegría que me transmitía al reír por su repentina actitud infantil, lo entretenido que era escuchar sus historias, Thomas era mi chico perfecto... desgraciadamente de la noche a la mañana terminó conmigo, claro, no sin antes gravar su presencia en mi cuerpo desvirgandome y así no lo volví a ver después de esa noche, ni un solo mensaje o nota, mis llamadas se iban directo al buzón de voz hasta el día en que pensé: "- Que se joda".

Las azafatas comenzaban a despertar a los pasajeros del avión que al igual que yo tomaban una siesta e indicaban que pronto comenzaríamos a descender por ende debíamos abrochar los cinturones.

- Al fin - murmuré mirando por la vebtanilla lo poco que alcanzaba a ver desde mi asiento pegado al pasillo.

Bajé del avión después de sacar mi equipaje de mano del maletero, seguí a las personas frente a mi hasta la banda giratoria que entregaba el equipaje documentado y una vez lista seguí los señalamientos en las puertas hasta quedar fuera de aeropuerto donde me las ingenié para encontrar un taxi disponible; una vez dentro del auto di la dirección que Ágata me había mandado por texto, antes de mirar el trallecto mandé un mensaje de regreso a mi amiga: "Voy en camino".

Para ser sincera su casa estaba bastante alejada del centro de la ciudad casi al extremo contrario del aeropuerto, estaba segura de que el taxímetro me dejaría en ruinas después del viaje.

El conductor era un hombre mayor de cabellos blancos, me sorprendió que aún trabajara, platicamos para amenizar el recorrido, mi curiosidad ganó esta vez por lo que no pude evitar preguntar la razón de su deber por seguir trabajando y él me contestó que al estar solo el aburrimiento lo mata entonces decidió trabajar en algo que le diera la oportunidad de conocer a nuevas personas pero que su escolaridad no fuera un impedimento (taxista) era lo mejor para él.

- Su rostro me dice que usted no es de aquí ¿Me equivoco? - sonrió viéndome por el retrovisor, regresé el gesto en señal de que no era errónea su suposición - ¿Puedo saber de dónde es?

- Soy de _____ - sonreí simplemente curvando mis labios - Vine a visitar a una amiga por su cumpleaños.

- Debe ser una buena amiga para hacerla venir desde tan lejos a pasar un día tan importante como lo es un cumpleaños.

- La verdad si - miré por la ventana, era notable como los edificio se veían cada vez menos y las casas pequeñas abundaban - Podría llamarla mi hermana, ella estuvo para mí cuando nadie más lo hizo, y viceversa.

Pareció ser que lo incomodé un poco con mi última respuesta pues ya no contesto nada más por un buen rato.

- Las personas no son tan malas como lo demuestran ser, señorita. A veces somos tan temerosos que no sabemos cómo reaccionar a diferentes situaciones que se salen de nuestras manos; escuche estas palabras de un viajo anciano que cometió muchos errores en su juventud de los cuales se arrepiente hasta el día de hoy.

Una ligera sensación de calidez se apoderó de mi pecho a pesar de no ser la mejor situación para sentirlo.

- Casi llegamos - anunció él.

Llegamos al portón de una residencial bastante alejada de las demás y a diferencia de las otras está estaba formada por MUY pocas casas con una distancia considerable entre ellas.

- Lo siento señorita pero parece que no me dejarán pasar - anunció el taxista yo simplemente agradecí por el viaje y pagué dejando a parte una propina extra.

Algo preocupada bajé del auto, batallé un poco en sacar las valijas del maletero y cuando el taxi se encontraba algo lejos el guardia de seguridad se acercó a mi preguntando mi nombre con un tono bastante brusco.

- _____ _____ - respondí, me sentí como una sospechosa - vengo a visitar a Ágata Meyer.

El hombre me miró, se acercó rápidamente y con un movimiento muy ágil me arrebató el equipaje indicándome que lo siguiera. No sabía si debía confiar en él o simplemente salir corriendo.
Al final decidí darle una oportunidad al hombre pero mantenía mi distancia por si sucedía algo, llegamos a una de las casas donde precionó el timbre colgado en la reja que delimitaba la propiedad y minutos después Ágata salió de la enorme casa, sonreí por lo hermosa que se veía: llevaba su cabello rojo mientras que la última vez que la vi lo tenía verde neón, su piel se miraba más sana y no tenía aquellos horribles pirsings que tanto me estresaban, sin mencionar que ahora usaba ropa más "suelta" que toda las prendas de cuero que conocía y sabía que colgaban en su armario desde que la conozco, pero entonces caí en cuenta de su enorme estómago que parecía a nada de estallar.

- ¡_____! - exclamó emocionada bajando despacio la pequeña escalera que cruzaba el jardín - Ví tarde tu mensaje, planeaba ir a recogerte.

Abrió la reja y me recibió con un abrazo que su vientre apenas dejó completar.

- Gracias por traerla, Gaél - dijo ella al guardia que ya había dejado mi equipaje a mi lado pero yo aún no agarraba pues seguía si poder creerlo.

- E-estás... - No podía si quiera terminar de hablar.

- Hablemos adentro.

Fue lo único que mi amiga dijo, después simplemente la seguí hasta el interior de la enorme casa que se veía costaba una fortuna; el interior de ésta estaba muy bien decorado, bellas pinturas colgados en las paredes, finos jarrones que guardaban distintas flores artificiales cullos colores combinaban hasta con el largo sofá que a simple vista era cómodo.

- ¿Cuando planeabas decírmelo? - hablé una vez ella tomó asiento.

- Bueno, pensé en decírtelo el día que me enteré pero hice mis cálculos y sabía que para mi cumpleaños aún no rompería bolsa entonces pensé en dárte la sorpresa cuando vinieras - sonrió algo apenada mientras acariciaba su vientre - Sorpresa, vas a ser tía.

Una mezcla de sentimientos se juntaron en mi pecho, yo que no lloraba con facilidad sentía como los ojos me ardían por el llanto que amenazaba con salir así que mordí el interior de mi labio.

- ¿Puedo? - pregunté señalando su vientre, ví como Ágata también comenzaba a llorar mientras asentía.

Acaricié su panza e inmediatamente el bebé se movió dentro, fue demasiado raro para mí por lo que retiré mi mano con rapidez haciendo que mi amiga riera.

- Es normal - dice ella - Más si no cuenta con el espacio suficiente por culpa de su hermano.

Mis ojos se abrieron y la miré fijamente, alzó sus dedos como si fuera una señal de paz pero sabía que tenía otro significado, había entendido a la perfección sus palabras.

- Gemelos.

Despecho | Thomas Brodie-Sangster Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora