𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟏

129 14 8
                                    

[ 𝐿𝑎 𝑖𝑛𝑜𝑐𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑎𝑟𝑟𝑒𝑏𝑎𝑡𝑎𝑑𝑎 ]

Hoseok desde una temprana edad tuvo un cierto interés y anhelo por aquella historia donde una joven era condenada a dormir por cien años juntos a sus padres los reyes, sirvientes, súbditos y muchedumbre bajo el hechizo de una mujer resentida y él filo una rueca.
Aunque claro, él prefería la versión del cuento donde aquella joven de aspecto dulce y puro se le arrebataba la virginidad en aquel estado de ensoñación por el príncipe guapo y arrogante, quién jamás caería en la consecuencias de eso, ¿por qué una joven dulce y de aspecto virginal no podía caer en sueños para posteriormente ser tomada en posesión por alguien aún en aquel estado soñoliento no sería el mejor de los placeres?, esa simple escena que cruzaba por su cabeza era simplemente erotismo y sensualidad, aunque claro, en su juventud sus gustos cambiaron completamente para luego darse cuenta de que un joven apuesto era mejor que una doncella dormida.

Pero dejando de lado aquello Hoseok hasta cierto punto era racional y sabía que aquello no era más que un cuento de niños, pero usando el poder que tenía bajo sus manos se le hiso sencillo crear una escena lo más parecida posible a la del cuento porqué él tenía una sola meta en la cabeza y la cumpliría: Tener una bella durmiente bajo sus brazos, o en su caso, un bello durmiente y convertirse en un príncipe, y le importaba un bledo si aquello iba en contra de cualquier moralidad del siglo XXI, con el poderío económico y social del cual gozaba todos los días gracias a su familia era capaz de permitirse muchos lujos y uno de aquellos era la esclavitud sexual.
Claramente aquello era una realidad dentro de aquella sociedad de clase alta y no un simple secreto a voces de demás personas, quienes empezaron a sospechar sobre ese tipo de prácticas en la clase alta desde hace mucho tiempo, había bastante variedad en las fiestas que se organizaban; desde orgías hasta imprudentes deseos de personas vestidas con mucha escases con prendas de ropas de diseñador que daban mucho que pensar y soñar.

El príncipe de carácter imprudente y volátil bajo el sentimiento de un dolor incurable por padre fallecido y demasiado poderoso bajo el mandado de una madre que cumplía cada capricho hizo caso omiso a los consejos de su hermana mayor y al escaso grupo de amigos y conocidos que tenía entro en un edificio enorme y pulcro que no era más que uno de los más prestigios hospitales del País y se adentró pasando de largo por la recepción, yendo directamente hacia el elevador con un aura de confianza e intimidad como si todo aquello fuese suyo que no paso por desapercibido y llamó la atención de más de uno, cuándo salió del elevador camino por un extenso y largo pasillo donde habían un montonal de puertas; aquel era el noveno piso del edificio y el único lugar que le interesaba lo tenía en frente de sus ojos; habitación número 60 y con el deseo de conquistar y apreciar a su bello durmiente empujándolo a seguir abrió la puerta y se adentró en la costosa y bien arreglada pero muy insulsa habitación y cerró la puerta detrás de él.

Y ahí estaba su príncipe: Tan sublime y digno cómo había deseado, sucumbido bajo un largo sueño que había durado todo un año; sus cabellos dorados que habían crecido lo suficiente como para llegar por debajo de su mandíbula firme junto aquellas mejillas rosas y apetecibles que le daban un toque angelical y un tanto afeminado, su pálido y pequeño cuerpo siendo cubierto bajo la insulsa bata de hospital que estaba tan bien pegada a su cuerpo que dejaban imaginar la forma de su sexo.
En ese momento Hoseok confirmo que los gustos de su madre era exquisitos y lo agradeció con todo su ser, sonriendo de una forma indescifrable que rosaba entre lo oscuro y la gratitud.

Según el acuerdo que se había estipulado entre su madre con los padres del príncipe el enfermero y doctor particular que atendía a su bello durmiente se encargarían de suministrarle medicamente al joven que lo haría despertar a aquella hora, mirando el reloj de su muñeca confirmando que era la hora adecuada y sin si quiera tener la decencia de ocultar su morbosa emoción sonrió mientras se precipitaba sobre el cuerpo del dormido, sacando una filosa pero enigmática daga del saco para empezar a rasgar la bata; empezando por el pecho hasta bajarla hasta el vientre del chico con total facilidad hasta que en un simple jaloneo se rompió por completo dejando experto la parte de enfrente de su cuerpo y aquello no era más que un viejo fetiche suyo por rasgar la ropa.
Sus ojos viajaron por el cuerpo del muchacho; su pecho donde sorprendentemente no había ni un solo pelo se encontraba el par de pezones que tenían el mismo color rosáceo que sus apetecibles labios los cuales eran grandes y en forma de corazón, su cintura que era bastante minúscula a comparación a la de un varón común acentuaba su figura junto a las grandes caderas que poseía para luego terminar en sus largas piernas; aquel muchacho a simple vista era un poco más alto que él y aunque de cierta forma eso molestaba al príncipe no fue razón para dejar de admirar al chico, arranco las mangas de un tajo y alzó suavemente su cuerpo para dejarlo libre de cualquier cosa que pudiera impedirle mirar a su gusto, dejo la daga a un lado para luego quitarse su pesado saco para nuevamente alzar al muchacho; su brazo izquierdo bajo sus hombros y su mano derecha entre sus piernas, yendo directamente hacia el pubis donde toco aquella zona prohibida que se supone nadie tendría que tocar; el muchacho bajo sus brazos se estremeció silenciosamente sin emitir sonido alguno, dejando caer su cabeza contra el pecho del príncipe aún dormido.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 08, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bajo el efecto de la dominación [ JHK &&  KTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora