Anécdota (Terror-Suspenso)

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En mis años de experiencia trabajando como médica me ha tocado pacientes de todo tipo, sin embargo, hay una en especial que recalco entre los demás, no por la persona en sí, sino... por lo sucedido. A pesar que ya han pasado viarias años desde que paso, hoy en día me eriza la piel con solo recordar ese hecho. Eso me hace pensar, ya retirada, que tuve varias experiencias que fueron bastantes grotescas pero siento que esta sobrepasa a los demás.

En ese entonces tenía unos treinta años. Trabajaba en un centro de salud en un pequeño pueblo del Chaco (Provincia de Argentina), bastante alejado de su capital, Resistencia. La pequeña guardia donde asistía hoy no existe, lo que supe es que la derrumbaron a pocos años de que me fui del lugar. Me acuerdo que estaba sobre la avenida principal del pueblo. En ella por lo general atendíamos a la gente de los alrededores. Sin embargo... aquella situación que voy a contar, fue lo contrario.

Era pasada la medianoche, era mi turno. La verdad que no había movimiento a esas horas. A veces, pasaba algún que otra persona toxicada por alcohol pero eso sucedía los fines de semana, ese día recuerdo que fue un jueves. Fue una noche bastante tranquila, la fresca brisa que soplaba era confortante. Era verano, hacia un calor sofocante durante aquellos días. Teníamos temperaturas arribas de los 40 en ese entonces. Sin embargo había llovido en los días anteriores, es por eso que había una brisa refrescante que nos aliviaba.

En ese momento, estaba afuera con mis colegas en el pequeño receso que teníamos, tomando un "terere" hecho por mi, conversando de cosas sin importancia, ya que no había nada que hacer. De repente algo nos interrumpió nuestra charla, fue un ruido ensordecedor de un motor. Provenía de la ruta cubierta por la oscuridad que conectaba con la avenida principal del pueblo. Cuando vimos que procedia por la calle, nos asomamos a ver el horizonte. Observábamos desde lejos como unas luces sobresalían de la oscuridad de la ruta. Estas se acercaba a toda prisa hacia al pueblo. Obviamente no distinguíamos bien de que era lo venia . Tirando como chiste, unos de mis compañeros, Alfredo, dijo que podía ser la luz mala. Todos nos reíamos.

Nos quedamos observando aquellas luces, esperando ver que era cuando ingresara al pueblo alumbrado. Cuando finalmente entro, era una camioneta 4x4 casi toda enlodada dirigiéndose a nuestra "salita" en alta velocidad. Al principio pensábamos que era un borracho conduciendo alocadamente (sucedía a veces), pero rápido rechazamos que era eso, ya que el auto no parecía estar descontrolado. Nos quedamos mirando entre nosotros, y caímos que podía ser que traía a una persona lastimada, así que nos preparamos para atenderla. Al final resulto ser así.

Cuando entraron, nos dimos cuenta que el paciente se trataba de un chico de una familia de campo. Rápidamente lo llevamos al consultorio. Lo sentamos en una camilla y empezamos a revisarlo.

Cuando observe el pequeño pie del niño, quede atónita al ver que estaba llenas de pequeñas rochas rojas.

Lo revise en ese entonces, parecía que le había dado una fuerte urticaria en un primer momento. Pero al segundo deseche esa idea.
La zona afectada parecía brotada, además que la fiebre que tenía era inusual. Esto era algo diferente que una urticaria simple pensé en ese momento. Después de hacer de un pequeño análisis, decidí hablar con los padres de trasladar al niño a un hospital, ya que nuestra pequeña guardia no contábamos con los materiales necesarios para tratarlo.

Le pregunté al padre, quien lo había traído junto con su esposa, qué fue lo que sucedió para que el chico llegara en ese estado. Todo esto era para comprender mejor la situación. Y el padre me empezó a contar.

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