Prefacio

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Nos encontrábamos en el único lugar que no estaba manchado de sangre.

El viento soplaba tan fuerte haciendo que mi cabello se pegara a mi cara, las lágrimas que habían caído sobre mis mejillas minutos antes, servían de pegamento haciendo que los mechones no se movieran de allí.

Las demás estaban consolándose entre sí mientras que a mi me interrogaban. Llevábamos horas en esto. Yo era la última.

—Y bien Léa, ¿como te sientes? — preguntó el detective al frente mío. Lo observé por unos segundos, llevaba una camisa blanca de rayas grises que se encontraba ligeramente abierta de los tres botones de arriba haciéndolo lucir despreocupado y atractivo; sus zapatos negros brillaban de lo limpios que estaban, y al igual que su vestimenta, su cabello y rostro decían a gritos "¡seductor!"

Reí sin gracia ante su pregunta.

—¿acaso eso no es mas que obvio detective? mis compañeras están muertas y regadas por todo el internado, soy una de las pocas que sobrevivió y vio todo esto en carne propia, ¿cómo debería sentirme?

—Entiendo, pero esto es un cuestionario rutina así que ...— explicó mientras me miraba de arriba a abajo sin ningún tipo de disimulo. Desde que llegó no ha parado de observarme ni de guiñarme el ojo, estaba segura de que le atraía, notoriamente el que yo fuera menor no le importaba en lo más mínimo.

Sonreí levemente por su descaro.

—Estoy destrozada, me siento muy mal, todas nos sentimos así, no creo poder ser la misma después de esto - definitivamente no iba a ser la misma.

Anotó algo en su libreta en silencio, mientras lo hacía, desvié la mirada de el hacia las demás chicas, ellas hicieron lo mismo, sabía que hacer, asentí.

—se que no fueron ustedes, pero también se que si saben quién fu... quienes fueron— se corrigió —necesito que me digas todo.

Respiré hondo y lo volví a mirar. El no paraba de mover la pluma de arriba abajo chocando esta con la libreta, haciendo un sonido que realmente me estaba molestando, se dio cuenta y enseguida se detuvo.

Ahora todo dependía de mi, de lo que diría, las chicas ya habían dado su declaración. Ahora solo faltaba yo.

—Todo comenzó hace unas semanas atrás — Comencé a decir.

Los hombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora