Se siente como un golpe seco que te sucumbe ante el pecho.
Y lloras por horas hasta que tus pulmones creen que no podrán más y tú cuerpo se tensa al punto de considerar un daño irreparable.
Pero no mueres.
Así es como Beomgyu siente su corazón en es...
La siguiente novela fue creada con el único afán de entretener, por lo que ninguna de sus partes debe tomarse de manera literal o personal. También se les recuerda que mi perfil está dirigido a un público mayor de 16 años.
Dicho eso, les agradezco su atención y los dejo iniciar otro de mis pequeños mundos.
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|El relojero de corazones|
Beomgyu.
|Romperse|
Se siente como un golpe seco que te sucumbe ante el pecho. Y lloras por horas hasta que tus pulmones creen que no podrán más y tú cuerpo se tensa al punto de considerar un daño irreparable.
Pero no mueres.
Es peor que eso, porque la muerte sería el camino más simple para terminar con el sufrimiento.
En lugar de ceder ante el dolor este parece encariñarse contigo. Tomando tu cuerpo como rehén y succionando cual sanguijuela cualquier rastro de deseos o alegrías.
Y ahí es cuando lo sabes, en el momento en el que te das cuenta de que no eres más que un cascarón vacío al que le da completamente igual existir o dejar de hacerlo, es cuando verdaderamente lo sabes.
Necesitas ayuda.
Porqué la existencia alguna vez tuvo sentido antes de caer en el agujero. Y desesperadamente temes por tú vida si es que no abandonas ese hoyo antes de que la sanguijuela logre terminar de comer.
Gritas por siglos, pero al parecer tu cuerpo no emite sonidos, y los amigos que no se apartaban de tú lado al inicio, fueron alejados con mentiras y desplantes. Porque temías ansiosamente explicarles que no te sentías normal ante los ojos de los demás.
¿Cómo es que la gente puede vivir así siquiera?
¿A quién demonios le puede llegar a pasar eso?
Pues, a mí.
Eso me ha estado pasando por un par de años.
Pero quiero contarte toda la historia, no sólo la parte mala de ella, sino la dulce y la que me hizo aceptar todo este dolor incluso si sabía que vendría.
Porque este sufrimiento lo acepté al vender mi corazón, lo curioso, es cuán sencillo fue para mi estipular el precio que pedí por el. Desconocía su verdadero valor e ingenuamente lo entregue sin reparos.
No fue hasta que el Relojero logró encontrarme entre todas las almas desechadas del mundo, que yo pude volver a funcionar.
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