𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐳𝐜𝐚𝐧 ⸙; 𝐯𝐦𝐢𝐧

𝓤𝓷𝓸.

¿Recuerdas cuándo solo existían
las caricias y besos entre nosotros?
Cuando éramos felices y disfrutábamos el atardecer acurrucados.
Cuando yo era feliz.
________________________________________⸙

Un día de llovizna nos encontrábamos en aquel mullido sofá azulado, abrazados mientras hablábamos sobre temas banales, quizás no era lo más divertido para los ojos de los demás, sin embargo, para mí era perfecto. Sentir tu aroma envolverme exquisitamente, mientras tu voz entraba como una dulce caricia a mis oídos.

Me sentía en casa entre tus brazos, con el simple hecho de hablar sobre nuestro día a día, nada más que tu presencia a mi lado.

Recuerdo que siempre mantenías una sonrisa en tu rostro al estar a mi lado, a pesar de que te encontrarás triste, enfadado o cansado, conmigo siempre eras dulce.

Temías de que me alejara de ti por un mal trato, cuando no tenías ni la más mínima idea de que nunca pude enfadarme contigo.

Ni siquiera podía odiarte y hasta el día de hoy, no lo hago. Aún así, tratabas de mantener todo en orden, tratando de hacerme feliz hasta el último segundo.

¿En algún momento supiste que yo era feliz con simplemente tenerte cerca? Saber que estabas ahí para mí en las buenas y en las malas. Saber que a pesar de haber discutido o encontrarnos alejados por días, siempre estarías ahí. Preocupándote y cuidándome.

Amaba eso de ti, lo amaba tanto, porque en ningún momento de mi vida conocí a alguien que se preocupara tanto por mí. Que velara por mi salud o que sintiera algo tan fuerte como amor por mi persona.

Un amor tan sincero y puro.

Eras puro, tu corazón estaba conformado del más puro amor para entregar, cualquier maldad o sentimiento erróneo estaban alejados de tu persona. Siempre querías lo mejor para los demás.

Te preocupaba diez veces más la felicidad mía y de tus amigos, que la tuya propia.

Creo que aquello era lo único que me molestaba de ti, que en ningún momento pensarás en ti, que no supieras que ibas primero antes que todos. Que tu felicidad valía lo mismo que la mía. Tu felicidad era la mía y jamás lo comprendiste.

Recuerdo tu rostro como si la última vez que te admiré fue hace unos minutos y no hace cinco años atrás. Tu cabello ondulado que caía sobre tu frente en preciosas tonalidades doradas, tus ojos mieles mostrándome las constelaciones cada vez que me observabas.

Tus mejillas rellenas que se sonrojaban cada vez que te halagaba o besaba tu pequeña nariz repingada. Recuerdo esos labios pomposos que me hipnotizaban, los cuales me hicieron adictos a besarlos. Con esa bella tonalidad rojiza y brillosa por el bálsamo labial que usabas, recuerdo el sabor de tus labios. A fresas y a la más dulce adición.

Eras precioso, etéreo.

Eras la más sincera definición de "hermoso".

Recuerdo tu risa contagiosa, esas dulces carcajadas que alegraban mi día y como ocultabas tu sonrisa con tu pequeña mano.

¿Por qué la ocultabas? Era preciosa.

Recuerdo la suavidad de tu cuerpo, siempre temía de tocarte por el miedo a romperte, eras tan pequeño entre mis manos que solo me daban ganas de arrullarte y cuidarte.