Diecinueve

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Durante el viaje a Eslovenia, Tom superó su propio historial de malestares en vuelos, pasando varias horas en medio de extensas visitas al baño del avión para vomitar, a pesar de no tener nada sólido que poder expulsar de su cuerpo, siendo dos botellas de vino y media de vodka lo único que había ingerido desde el día de ayer.

—Tienes que intentar relajarte... —murmuró Lucas junto a él una vez más—. Llamas demasiado la atención, Dorian no ha despegado el ojo de ti en todo el viaje.

—Dorian puede... —se guardó sus palabras ante la nueva tentación de vomitar embargándolo.

—Puede irse al demonio, ya lo sé, lo has dicho muchas veces...

Lucas se puso de pie, caminó hacia una muchacha sobrecargo y charló con ella un minuto.

Al regresar, volvió a tomar asiento junto al británico.

—Ella te traerá un té, ya te sentirás mejor, debe haber sido algo que te cayó mal...

Un minuto después, Tom comenzó a beber lento su Earl Grey con un poco de leche, sin saber que Lucas había encargado a la azafata agregarle un par de somníferos pulverizados, que él mismo le había proporcionado.

—Gracias Lucas, un buen té siempre me anima un poco...

—De nada, solo espero te pongas bien...

La respuesta de Tom fue un leve asentir con su cabeza.

Diez minutos después, ya roncaba con mesura, dormido de una forma bastante poco práctica, además de nada saludable para sus articulaciones. Lucas intentó enderezarlo, pero no mejoró en demasía su situación.

Por lo menos durmió todo el resto del viaje, descansando las horas que no pudo la noche anterior.

¡Qué no habría dado por un abrazo de su madre en esos momentos!

¿Cuándo sería capaz de entender que su progenitora no volvería de la muerte?

Jamás, probablemente.

—Oye Tom... es en serio, ya tenemos que bajarnos... —pidió Lucas, quien estaba bastante asustado por la inconciencia del actor—. ¡Tom!

El joven intérprete se aterrorizó, así que cubrió la nariz del inglés, impidiéndole así la respiración.

—¡Mierda! —reclamó despertando de golpe.

—No respondías, pensé que habías muerto... —habló Lucas intentando ser cómico.

Tom veía todo como en una animación fotograma a fotograma, las cosas a su alrededor se revolvían y su visión era difusa.

—No me siento bien... —murmuró tocando su cara—. No me siento nada bien, Lucas.

—Vamos, bajémonos...

El joven estadounidense ayudó al inglés, bajándolo casi a rastras de la aeronave.

—¿Qué rayos te pasa, Thomas? —reprochó Dorian cuando estaban en la sala de equipajes a la espera de sus valijas.

—No me siento muy bien... —articuló con dificultad el más alto.

—Te vi ir al baño como cien veces durante el vuelo, antes de irte al hotel te llevaré al hospital...

Todos los otros miembros del equipo se fueron a los hoteles, mientras que Dorian y Tom fueron por un rumbo distinto, con dirección a un centro médico.

—¿Qué has comido? —preguntó mientras el taxi tomaba la Avenida de Estiria.

—Pues no mucho...

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