Llevaba unas semanas sin ver a papá, la verdad es que tampoco me interesaba mucho, pues lo veía muy poco y el que estuviera o no en casa me daba igual, he de decir que aun con esto, me emocionaba su llegada, no sé si era porque siempre me abrazaba o porque llegaba con chocolate distinto cada vez, todo para mí, en realidad no recuerdo exactamente cuándo empezó a hacerlo ni por qué.
Esa vez lo vi algo cansando, como si la sonrisa que siempre veía en su cara se hubiera esfumado porque sí, me preocupé un poco, era la primera vez que lo veía así, paso por lado de mamá, sin saludarla se fue al sofá. Tenía que pasar, pensé. No siempre se es feliz, y con lo poco que lo veo era inminente. Fui corriendo hacia él y me envolvió con sus brazos, lo sentí menos fuerte que antes, no sé si se estaba volviendo débil o yo me fortalecía. Tenía 10 años y el 50, es algo natural, pensé en ese momento. Luego de ese abrazo poco cálido, pero, aun así, acogedor como siempre, me pare frente a él esperando el chocolate de esta vez, pero, solo me sonrió levemente y se marchó con una cara algo preocupada.
¿Por qué? Fue mi primera pregunta. Lo de que no sonriera al llegar a casa era algo que podía entender, pero, mi chocolate era algo que papá nunca, no importa en qué momento, ni donde, olvidaría. Creo que entré en una crisis de pánico ese día. A tan corta edad algo así no era muy bueno. Nunca creí que me afectaría tanto ese hecho, casi no dormí, llorando en silencio en mi cama, cuando mamá vino a verme antes de acostarme, trate de aguantarme el no llorar, yaqué no creo que pueda entender el porqué de mis emociones y lo más probable es que me trataría de inmaduro. Aguanté lo más que pude, pero cuando dio el primer paso fuera de mi habitación, no resistí más.
Al siguiente día naturalmente seguí preguntándome ese acontecimiento, ahora algo más calmado, por supuesto, no sabía si podía preguntarle por qué directamente, yaqué empecé a creer que no era su obligación el hacerlo, yo nunca se lo pedí. Aunque otras veces empecé a creer que lo habían reemplazado por un clon, cosas algo descabelladas, pero en mi mente de tan poca edad sonaba como potenciales verdades. Pero bueno, trate de ignorar eso y me propuse reunir el valor todo el tiempo que se quedara en casa, porque él trabaja cierta cantidad de días y otra cantidad descansaba aquí en casa, por lo que en estas dos semanas reuniría el valor suficiente para preguntarle. De vez en cuando pedía ayuda a mi vecina, que tenía casi la misma edad que yo. Practicaba hablándole como si fuera papá, y ella me decía en que me equivocaba o podía mejorar, creo que lo hacía porque tenía una relación muy cercana con sus padres, no como yo, que lo veía una cada tantas.
Esas dos semanas fueron duras he de admitirlo, pero lo logre, había reunido una voluntad necesaria para preguntarle y también una cierta técnica para que la respuesta que me diese fuese satisfactoria, sin ningún agujero, clara y concisa. Lo había decidido, seria esa noche, cuando estuviese leyendo su libro "El Túnel" creo que se llamaba, siempre dijo que le gustaba esa historia porque decía que el protagonista se parecía a él, en este tiempo no entendí porque, pero ahora lo sé. Lo primero que haría sería llamar su atención moviendo su bata o algo, y vendría la pregunta sin ningún agujero aparente que había formulado, con la ayuda de mi vecina. La pregunta sería: "Papá, ¿Por qué no me trajiste un regalo cuando llegaste? Siempre me traes uno". Llego la noche, jale su bata como había planeado, pero antes de que pudiera decir algo, mamá comenzó a gritar.
No entendí muy bien que decía, pero supuse que era algo malo, porque papá salió hacia ella, también gritando. Perdí totalmente mi oportunidad, todos esos días de practica se fueron al caño por la culpa de esa pelea.
Discutieron mucho esa vez, pero llego el momento que yo pienso fue el que quebranto todo. Mis padres solían pelear bastante, muchas veces porque a mamá le molestaba que papá estuviera más tiempo en el trabajo que con nosotros, o también solo porque ambos estaban estresados y se gritaban uno a otro para "Liberarse" de alguna forma. Pero esa vez fue distinto, papá no parecía él, ni de chiste le dirigí una palabra, hasta donde vi, tomaba unas maletas y las llenaba de su ropa, mientras rompía cosas de mamá y la amenazaba de muerte. La situación era predecible pero no segura, se iría de la casa, no por 3 semanas como lo hacía siempre, pareció decido a irse y no volver. Mamá trato de detenerlo, recibió tres golpes, dos en el brazo y uno en la cara. Era obvio, no volvería a ver a papá ni mucho menos sabría el porqué de la ausencia de ese chocolate que tantos problemas me había provocado. Y esa misma noche lluviosa, vi por última vez a papá, alejarse en su auto. Al día siguiente vi a mamá llorar frente a la televisión junto a mis tías, el titular era claro "hombre de mediana edad es encontrado muerto en su auto" y hasta con mi corta edad pude saber que era papá, mi papá. No se cómo no llore, pero por mi mente pasó ese pensamiento fugaz, de que ahora sí, nunca más vería otro chocolate de esos que él me traía, y aunque encontrara la misma marca, mismo sabor, sabría que sería distinto, sabría que fue porque papá no me lo dio.
Fin.
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Dulce Amargo: Historia de un niño
Short StoryUn Joven nos cuenta la problemática que tuvo cuando de niño, su padre fallo a una costumbre que tenia al darle un regalo, esto hecho le causa problemas que se expanden luego de ciertos acontecimientos.