Esto que contaré ocurrió hace bastantes años atrás. Eran mis 17 años y tenía un mejor amigo al que iba a visitar casi todos los días, una buena amistad típica de la época, pero toda esta historia no gira entorno a eso, si no a su madrastra con la cual vivía. Ella era una mujer que con 29 años de edad era el perfil de mujer madura atractiva que llamaba la atención a cualquiera, incluyendome. No solo era guapa, si no que era una diosa por donde se le mirara. Recuerdo que mis vecinos salían siempre a verla cuando pasaba por nuestra calle. Tenía el pelo oscuro ondulado y este caia sobre un rostro con un mentón afilado y unos labios muy bien dibujados. Era un ligeramente robusta de cuerpo pero eso hacia que tuviera curvas bien marcadas: un busto pronunciado, una cintura acorde a su tamaño y unas nalgas de sinceramente eran infarto, eso sin contar que usaba siempre unos hot pants ajustadísimos que resaltaban su trasero respingón. Estaba casada con un viejo para ella, que según mi amigo tenía una doña verga. El me contaba que espiaba a su madre cuando era embestida por su padre, y a veces hasta se masturbaba con su ropa interior. Yo en un principio le decía que era un degenerado, pero una vez que mire con otros ojos a su madrastra todo me cuadró y terminé convirtiéndome en lo mismo que el, un degenerado, y por temas de la edad, un pajero. Pensaba en ella todo el dia. Cuando salía a jugar a la pelota afuera de su casa me dedicaba a observarla mientras colgaba la ropa. Me encantaba verla parando su colita para poner los perros. Siempre me calentó demasiado, pero por la diferencia de edad me parecía una mujer imposible para mí, o al menos eso creia hasta que algo pasó.
Un día cuando fui a buscar a mi amigo a su casa, llegue y noté que tenía la puerta de la reja abierta. Golpeé para ver si alguien respondía pero no salió nadie. Como había confianza entre nosotros entré a ver si estaba en el patio. Cuando estaba por del pasillo no apareció nadie y creí que realmente la casa estaba sola, pero de pronto comencé a escuchar un ruido extraño al fondo, así que fui por atrás y cuando me doy cuenta veo a mi amigo con su miembro afuera haciéndose una paja a dos manos.
- "Que estas haciendo mierda!"
Me vio, pero a pesar de estar sorprendido no se detuvo en lo que hacía. Me dijo que me asomara a mirar y fue cuando vi aquello que me marcaría mi vida. Era su madre que estaba jabonándose y masturbándose con algo parecido a un pene y que sonaba. Inmediatamente se me paró mi herramienta y tuve ganas de tocarme también, pero me aguante y seguí viendo el espectáculo. Ella se masajeaba los senos con fuerza y trataba de chuparse los pezones entre gemidos mientras un grueso consolador que tenía entraba y salía de su vagina. Para mí fue lo máximo ya que como nunca había tenido pareja, nunca había visto algo así en vivo.
Aunque era nuevo para mi, no había que ser experto para entender como que ella gozaba con cada metida. Saco el dildo de su sexo humedo y lo empezó a succionar, después se puso en 4 patas y se empujó de una estocada todo dentro de su concha. Gritaba de placer, tanto que mi compadre no aguanto, se corrió al lado mío haciendo ruido y ella paró. Tuvimos que escondernos porque ella salió en toalla a ver que había sido. Por suerte no nos vio. José me hizo jurar que nunca le contaríamos a nadie de eso, que sería nuestro secreto y que podríamos repetirlo cada vez que la madrastra quisiera ponerse juguetona, y así fue. Nos juntábamos solo para espiar. Era muy excitante, corrimos muchos riesgos, pero nunca nos descubrieron. Yo miraba a mi ex tía con deseo siempre. Hubo una oportunidad en la cual le saqué de su cajón unos calzones chiquitos y los usaba para correrme sobre ellos. Disfrutaba mucho recordarla tocándose mientras yo también lo hacía.
Todo iba muy bien hasta que un mal día en mi casa descubrieron esa pequeña tanga y tuve que explicarle con mentiras a mi madre. Como se imaginan, fue un escándalo gigante así que por la vergüenza decidí devolverlos, así que esa misma tarde ya sabiendo todas las mañas de la casa de mi amigo, me escabullí y entré discretamente a la habitación de su madre. Necesitaba arreglar las cosas y tenía algo de vergüenza por todo. Entre y abrí un cajón lleno de ropa interior donde toda era pequeña y sexy, de todas formas y colores. Dejé el pequeño calzón, y justo en el momento cuando estaba saliendo de ese dormitorio siento de golpe que me tiran la oreja hasta casi arrancármela.
"Eras tú pervertido! por eso se me perdía mi ropa interior!". Me asusté mucho al ser descubierto, además que recordé que mi amigo también le quitaba la ropa para pajearse, lo cual me hizo entrar aun mas en pánico al ver que ella me echaría la culpa también por eso. Le respondí nervioso diciendo que solo tenía esa prenda que vio que dejé. Ella la olfateo con un gesto molesto pero minucioso. Su tanga estaba completamente impregnada a semen mío. Me pregunto por que, y para que la tenia. Yo me puse rojo y ella se rió.
- "Yo debería castigarte por esto y contarle a tu madre, pero yo pasaría vergüenza así que no lo voy a hacer. Ahora ándate y en la semana conversaremos".
Me fui con la cabeza agachada e iba saliendo, pero al llegar afuera me invadió un sentimiento de culpa y volví para disculparme. Como ella cerró la puerta entré por detrás y logre verla pasar, pero para mi sorpresa estaba pasando desnuda por el living hacia dormitorio.
ESTÁS LEYENDO
La Mamá de José (+18)
RomanceLa historia de como un mal día terminó en uno de mis mejores recuerdos de juventud