- Hogar, dulce, hogar -. Dije al entrar al lugar donde moraba junto a mi novio de toda la vida desde hacía dos años.
Hoy había sido un largo día en la empresa para la que trabajo haciendo auditorías, puesto que descubrí que en una de sus sucursales había un faltante de veinte mil pesos en mercancía y una pequeña cantidad de un millón en efectivo, el cual, según arrojó la investigación, el gerente se había robado.
Pero bueno, lo que menos quiero en este momento es ponerme a platicar de mi trabajo, digo, no es que lo odie, pero tampoco es el trabajo de mis sueños pero en algo tenía que trabajar para no morirme de hambre. Y no, un trabajo así no se lo dan a cualquiera pues requiere de estudios, entonces se preguntaran ¿por qué no me gusta mi trabajo si es para lo que estudié? Verán, lo que yo en realidad quería estudiar para criminalista, pero, en mi ciudad, solo estaba disponible en una universidad privada por lo que mis padres no podían costear esa carrera; así que apelando mi amor por los números me decidí por finanzas.Ahora, volviendo al presente, yo iba rumbo a la cocina luego de haberme cambiado la ropa del trabajo por una más cómoda. Eran las siete de la tarde por lo que Abraham, mi pareja, ya estaría por salir del hospital donde trabaja como cirujano, y desgraciadamente hoy me tocaba hacer la cena, así que me puse manos a la obra y saqué el queso del refrigerador junto a las tortillas y todo lo necesario para hacer un guacamole y comencé a preparar la cena.
- ¿Jessica?¿Amor, ya éstas aquí? -. La voz de Abraham me llamaba desde la entrada.
- ¡En la cocina! -. Le respondí
- ¡Me estoy muriendo de hambre! Si vieras el día de locos que tuve hoy. Llegó un paciente con una varilla atravesada por el tórax, le tuvimos que practicar una cirugía de emergencia por que le había perforado uno de los pulmones. Por poco y se nos va-.
- Eso es horrible -. Trate de imaginar como hubiera reaccionado ante una situación así, y me temo que mis tripas habrían terminado fuera.
Terminé de hacer la cena mientras Abraham ponía la mesa. Cenamos entre charlas de como había ido nuestro día (en una de las cirugías de él se murió una mujer que no reaccionó correctamente a la anestesia) y de los planes que teníamos para cuando al fin nos dieran las vacaciones. Por suerte nos tocaba al mismo tiempo así que podríamos ir a ver a mis padres que vivían en Ántica, hacía mucho que no los veía. ¡Dios! Cuanto extrañaba la comida que hacía mi padre. Y los abrazos de mí madre. Pero lo bueno es que dentro de un mes al fin podríamos ir a verlos.
Estábamos acostados en nuestra habitación, mirando una película, cuando escucho que un traste se cae en la cocina.
-¿Oíste eso?- Le pregunto a Abraham.
-No, ¿Qué cosa?
-Me pareció oír que algo se había caído en la cocina, pero quizá lo imaginé. Descansa-.
Me di media vuelta y me dispuse a dormir, Abraham apagó la televisión e hizo lo mismo.
Ya casi estaba dormida, cuando la puerta del cuarto es abierta abruptamente. Me incorporó rápidamente, la habitación está a oscuras, siento como el corazón me comienza a latir deprisa. Aún no volteo a la puerta pero sé que hay alguien parado ahí, que me observa fijamente. Sé que no viene charlar, siento el odio, la desesperación que aquel sujeto desprende. ¡Y Abraham aún duerme como una roca!¡Dios, debería llamar a la policía, pero mi teléfono está al otro extremo de la habitación.
Lentamente volteo a la puerta, mientras con una mano intento despertar a mi esposo. La silueta de un hombre alto y fornido se encuentra ahí parado. No alcanzo a ver su cara, pero su postura, la forma agitada de respirar, y los sollozos ocasiones que se le escapan, me indican que está desconsolado, que está sufriendo un dolor muy grande. Sin embargo, su postura también es amenazadora. Su aura emana un desconsuelo profundo mezclado con una ira que lucha por dar rienda suelta a su coraje y arrasar todo lo que se interponga entre él y su camino.
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Gajes del oficio
Short StoryUno no piensa que por ir a cumplir con su trabajo un loco desquiciado que ha perdido al amor de su vida intenté asesinarte