Ahi estaba yo, sin saber que hacer, si saber actuar, sin saber cómo reaccionar, como niño, como un niño en una esquina acurrucado sin sentir una salida, sin sentir ánimos, totalmente perdido, lleno de miedo... Quizás era sencillo, olvidar y seguir, pero, no funciona así, así no funsionan las cosas ¿por que nos bloqueamos? ¿Por qué nos quedamos sin soluciones?, o a lo mejor si tenemos las soluciones, pero, ¿por qué no surgen?
Pues sí, así estaba, acostado, mirando al techo sintiendo ese dolor tan profundo, mientras me formulada esas preguntas, mientras mi ojos poco a poco se llenaban de agua, agua que llevaba nostalgia y falta de esperanza, sentí como un punzada se adueñaba de mi pecho, como también sentí recorrer el frío por todo mi cuerpo pensando en el ayer y el por que las cosas cambian y cambian, mirando como el tiempo se lleva los recuerdos y no se detiene.
Supongo que alguna vez han sentido ese frío, esa sensación de estar entre la espada y la pared, donde les gustaría no estar en al mitad, donde una decision puede afectar a una persona, donde la elección beneficia a una y a la otra la lástima, lo peor, adoras a las dos personas, ¿y entonces? ¿Por qué no hay un puto manual?, ¡que nos guíe y nos diga cómo evitar una situación así!, no lo hay porque es una mierda de reto que hay que enfrentar, nos destrozamos unos a otros por estas situaciones, ¿y como pasa esto? Pues vaya casi siempre de una manera muy particular, pensamos tener el control, pero, en silencio el control se va cuando nos damos cuenta, nos estamos preguntando ¿en qué momento perdí el control? ¿Ahora?... Quisiera desaparecer
Yo... Un joven de 17 años, donde no supo mantener la unión de un grupo de personas que apreciaba, adoraba y amaba podría haber dado mi vida por ellos, ¡carajo! ¿Fue mi culpa? ¿Pude haber hecho más? ¿Alguna vez ellos pensaron en mí? ¿En qué momento los fui perdiendo?, llenaba cada noche mi cabeza con las mismas preguntas, cada vez sentía más culpa y melancolía por los recuerdos que a mí venían, por esas fotos mentales de los momentos más valiosos y maravillosos donde no sólo estaba mi sonrisa sino conectaba con la de ellos, no era suficiente con martirizarme con estas preguntas que llegaban en algún momento del día, al igual que en la noche siempre llegaban si o si, no fue suficiente con eso, también tenían que llegar aquellos recuerdos que daban el dolor más profundo que un muchacho de 17 años puede experimentar...
Así estaba yo...
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Miedo...
KurzgeschichtenAlguna vez te has preguntado, ¿desde que momento experimentó el miedo?.