EL DESPERTAR

923 47 5
                                    

Capítulo 4: EL DESPERTAR

POV KAGOME

Mi madre. Mi casa. Mi hermano. Mi abuelo. Mis cosas... ¿Como podré superar esto?

Un inciendo. Fuego. Todo en mi cabeza, escena tras escena, sucediendo como si lo hubiese vivido.

Inuyasha me había acogido en su casa, intentando que me sintiera mejor. Abrazándome, intentando que no cayera en el pozo negro, oscuro y, hasta el mometo infinito en el que, aunque él no lo sabía, ya había caído.

No tenía ganas de nada, se me había cerrado el estómago, no quería salir a la calle, no hablaba con nadie... Mi mirada apuntaba a un mismo punto las 24 horas, hasta que conseguía conciliar el sueño y dormía intranquila, gracias a la pesadilla que me persiguía todas las noches: la imagen de mi familia y mi casa donde había vivido toda la vida quemandose, quedando de todo aquello cenizas. Tristes y grises cenizas.

Hace ya tres semanas y media que hago esto todos los días, una rutina triste y aburrida.

Únicamente Inuyasha y Sango se pasan el día aquí, obligándome a comer y vigilando que no me pase nada raro, mientras yo sigo mirando al horizonte, perdida.

Alguna que otra vez, Miroku, Ayame o Koga, sustituyen a Sango o se unen a ellos, en un intento de animarme, tanto a mi como a mis compañeros, que ya casi que caían conmigo.

La mirada de Inuyasha había perdido su brillo, su color, su calidez... También había adelgazado muchísimo, no comía por mi culpa y a duras penas conciliaba el sueño.

Pasaban los días y la mierda que me rodeaba cada vez era más grande. Se hacía más pesado vivir. Se hacía mas pesado mantener las ganas de vivir.

Mi gran muro de fuerza se había derrumbado en apenas cuatro semanas. Ya no... no tenía ganas de vivir.

Pero Inuyasha me sostenía. Hacía todo y más por intentar que hablara, que me lo pase bien (Aunque, bueno, todos sabemos que eso, por el momento es imposible), que comiera... Que me manteniera viva. Pero no lo conseguía. Yo ya estaba muerta por dentro, mi alma lo estaba.

Tanto él como los demás, todos los días me ponían música en la habitación y me proponían un plan, en un intento nulo de que me sintiera mejor.

Simplemente no podía. Me derrumbaba la idea de que tuviera que vivir el resto de mi vida sin ellos. Sin la familia que me ha criado. Sin las absurdas historias feudales que me contaba mi abuelo. Sin los abrazos y las palabras tranquilizantes de mi madre, que me entendía y me apoyaba cuando lo necesitaba. Sin los actos inocentes y pesados de mi dulce hermanito, Sota.

Inconcientemente, comencé a llorar. Poco a poco, comenzaba a empapar las sábanas que reposaban debajo de mí.

Pasó un mes e Inuyasha seguía hablándome todos los días, narrandome cosas que pasaban en mi entorno.

Estaba arrastrándole conmigo al pozo negro en el que me encontraba. Él tampoco tenía ganas de salir, sólo de quedarse a mi lado, cuidando de mi cuerpo, pues mi alma ya se había muerto.

Mis oídos percibian la canción "Sad song" de We the kings. La verdad, la situación no con aquella triste melodía. Pero... había algo diferente en la voz de el cantante. No era We the kings... ¡Era Inuyasha!

Comencé a profundizar en la letra, y por primera vez en casi tres meses, conecté con la mirada de Inuyasha.

"Without you, I feel broke"

¿De verdad se sentía así por mi? ¿Tan mal?

"You're the perfect melody, the only melody I wanna hear"

No podía seguir así, arrastrandóles conmigo a este abismo. Tenía que despertar, de mi oscuridad. De mi infinito finito. ¡Tenía que hacerlo ya! ¡Tenía que despertar! ¡Hacerles felices! ¡No puedo verles así por mí!

Y entonces lo hice. Comencé a cantar con lágrimas en los ojos. Comencé a sentirme viva, por primera vez en meses.

Inuyasha y los demás tambien tenían los ojos cristalizados. Por fin había vuelto a ser la Kagome vivaracha y alegre que era antes. Por fin era yo.

FIN POV KAGOME

POV INUYASHA

Kagome, mi Kagome, por fin ha despertado! Estoy tan feliz...! Fue inevitable que una lágrima resbalara por rostro. Eso no era de hombres, me veía débil, pero en ese momento me importaba un comino. A la mierda mi orgullo!! Por fin mi Kagome ha decidio volver a empezar desde cero, volver a salir, volver a comer, volver a cantar, volver a sentir, volver a vivir! Mi felicidad no se puede expresar en palabras, solo en actos y en sentimientos.

Acabamos de cantar la canción y nos fundimos los seis en un fuerte y tierno abrazo, repleto de lágrimas y palabras bonitas hacía Kagome.

En un momento dado, Kagome miró hacía la ventana. Su cara era digna de pintar un cuadro.

-Ya es navidad? - Preguntó mi pequeña azabache.

-Si pequeña, más concretamente el 24 de diciembre. - Le respondí dulcemente.

- Y que es eso de no tener la casa decorada, Inuyasha? - Replicó ella.

- Sabes que? Eso se arregla ahora. - Precisé. - Ponte guapa, nos vamos en cinco minutos.

Asentió y los chicos nos fuimos, dejando en la habitación solas a Sango, Ayame y Kagome.

FIN POV INUYASHA

POV SANGO

En unos diez minutos ya estábamos vestidas. Kagome se puso una camiseta a rayas blancas y negras, pantalones de jeans rasgados, chaqueta negra, pendientes de gotas negras, boina negra y botas de tacón negras.

Ayame lucía unas medias de rejilla, acompañadas de un vestido sin mangas con estampado de guepardo y una chaquetilla negra. En los pies unas botas negras de tacón altas hasta la rodilla

Yo vestía una camiseta holgada negra y unos vaqueros rojos. En la cabeza, me puse un gorro a lo "vlogger" (de lana) negro y para llevar el dinero, movil, llaves, etc, un bolso rojo, a juego con mis pantalones. Unas converse negras y una chaqueta de jean para no pasar frio y listo.

Bajamos al comedor donde nos esperaban nuestros caballeros. Fuimos en la limusina en dirección al centro comercial y, entre charlas y risas, llegamos a la entrada. Entramos y empezamos una loca carrera de compras navideñas. Guirnaldas por aquí, adornos para árboles y moldes para galletas por allá...

Necesitaba tanta diversión de nuevo. Que bien, tío...

Al acabar de llenar casi diez carritos de compras navideñas, nos dirijimos al bar más navideño del centro.

Nos sentamos en una bonita mesa decorada en rojo, verde y blanco y cada uno pidió su ración de churros con chocolate caliente o, por el contrario, galletas de gengibre y más chocolate caliente.

Lo pasabamos genial hasta que...

Los Retos De La Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora