Veinticuatro

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Tras atravesar varios husos horarios, Tom llegó a Charlottesville ese once de agosto, a las cinco de la tarde, según su reloj, que en realidad le enseñaba la hora de Londres. Al ajustarlo le señaló la hora real según la forma local.

Las doce del día.

Ya le daría permiso al Jet-Lag para atacar su cuerpo como quisiera, pero más tarde.

Un taxi lo llevó hasta la calle de Amelia y lo primero que hizo al encontrarse parado frente a la casa fue respirar profundo.

Tocó el timbre en un par de oportunidades, pero nadie atendió. Ante la desesperación, saltó la verja y comenzó a tocar la puerta, hasta que una mujer le abrió.

No era Amelia.

—Hola, busco a Amelia Kuznetsóva...

Faith perdió el ritmo de su respiración al ver otra vez al actor ahí, aunque claramente no la recordaba.

—Yo soy amiga de Amelia...—comenzó.

El inglés estiró su mano en su dirección.

—Un gusto, soy Tom Hiddleston.

Ella lo saludó de vuelta.

—Sé quién eres... —murmuró.

—Discúlpame, pero necesito hablar con Amelia ahora... —habló Tom soltando su mano.

—Ella no está aquí...

—¿Dónde está? —interrogó preocupado—. ¿Ha tomado el turno del día?

—No está en Charlottesville...

Tom la miró descolocado.

—¿Dónde está?, ¿Está bien? —preguntó atropelladamente.

La mujer de rasgos asiáticos se puso nerviosa.

—Esto es muy delicado, no sé si habrás visto las noticias...

Tom la miraba sin habla.

—Su madre ha muerto... —intentó explicar—. Su padre la asesinó...

Los pulmones de Tom se contrajeron violentamente, quitándole de raíz su habilidad innata de respirar.

—¿Qué? —logró decir.

—Yo he estado viendo los noticiarios y leyendo por internet, ya que no sabíamos cómo fue que sucedió, no sé si quieres saberlo, aunque si lo piensas, es mejor que te lo diga yo a que Amelia te lo cuente...

Tom trató de respirar mientras sus ojos delataban su afligir.

—Dímelo. —pidió en un susurro.

Respiró profundo.

—Adrik la golpeó... era algo recurrente según leí hace un rato, pero esta vez fue más allá... —intentó explicar—. Se asustó al pensar que la había matado, así que... decidió descuartizarla, cortarla... para deshacerse de ella...

Faith ya había comenzado a llorar, era algo muy fuerte para ella también.

—La metió en un recipiente grande, de acero... y allí, junto con basura y madera... le prendió fuego, quemándola...

Tom tomó su cabeza entre las manos.

—¡Maldito hijo de perra! —gritó enfurecido.

Faith dudó si continuar, pero lo hizo de todos modos, dándole un par de segundos a Tom para calmarse.

—La llevó a un tiradero, en donde la encontraron la semana pasada, lograron saber que era ella por una huella dactilar que resultó no tan dañada por el fuego...

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