Hace no mucho escuché por ahí que en la contradicción se encuentra la mejor descripción de un personaje multidimensional.
Me dejó pensando.
Me encanta no hacer nada. Podría estar sentada todo el día viendo las redes.
Pero al final del día me siento culpable. Siento que desaproveche tiempo valioso.
Al otro día, hago lo mismo.
Y no es que sienta que no tengo cosas por hacer.
Me encanta ver películas, criticarlas, analizarlas. Me divierte maquillarme. Me entusiasma el diseño y la moda. No sé cocinar, pero me gusta hacerlo. Me entretiene combinar colores opuestos cuando pinto. Me interesan los documentales. Me llaman la atención las leyes. Me gusta aprender sobre la historia de los derechos humanos. Me encanta debatir y escuchar otras opiniones. Religión, arte, feminismo, machismo, derechos, política, etc.
Entonces, entendí que no tengo motivación ¿Por qué? No sé, pero me preocupa.
¿Por qué teniendo tantas cosas que disfruto prefiero quedarme acostada, aburrida, consumiendo contenido falopa todo el tiempo?
Si comparo el placer de no hacer nada y la culpa, contra el placer de hacer y aprender, y la tranquilidad de que aproveche el día, debería de pesar más la última.
Pero por alguna razón no lo hago.
Y ahí es cuando empieza una introspección de la cual trato de alejarme constantemente y que en esta cuarentena me cuesta más.
No sé si les pasa, pero mientras menos hago, pienso más. Mientras más pienso, más me angustio.
Y no me gusta la introspección. Va, en realidad sí. Pero eso es tema para otro texto.
Ah, también me gusta escribir y escuchar música. Creerme cantante. También sueño con ser actriz, pero sin siquiera intentarlo, ya le di de baja.
Sí, debería de ver qué hago con esto.
¿Cuál es tu contradicción?
