Deseó con todas sus fuerzas que aquel día alguien hubiera podido cuidarlo y así no haberlo llevado de caza, aunque en el fondo pasar tiempo padre e hijo en el bosque le había parecido tierno.
-¿Por qué matas, papi?- fue la primer pregunta que le hizo al ver a su padre con cara de alegría y satisfacción al lado del ciervo caído con una bala en la cabeza.
No se animó a decir que por diversión o tradición.
-Porque, hijo, muchos animales en un espacio reducido molestan, es malo para el medio ambiente - contestó.
Su hijo no entendió entonces por qué su papá ese mismo día al llegar a casa cayó de rodillas y rompiendo en llanto con dificultad le preguntó; -¿Qué haz hecho?.
El niño empuñando el arma le contestó: - Hice como tú, papá. Mamá no me dejaba jugar y en éste pequeño lugar ella era la que molestaba, asi que la maté.
Su padre abrazaba el cuerpo de su mujer, llorando inconteniblemente mientras observaba cómo su hijo comenzaba hacer dibujos en la sangre derramada de su madre.