I

1.4K 84 38
                                    

Sasuke supo que algo andaba mal cuando lo vio llegar caminando en vez de corriendo. A pesar de todo, Naruto le devolvía una indescifrable sonrisa, un gesto carismático, digno de él, pero que sin embargo, parecía ocultar algo

Había aprendido a interpretar las sonrisas de Naruto a lo largo de esos tres años. Dos de amistad y uno de noviazgo, las cosas se habían dado lentas entre ellos, ambos igual de inmaduros e insensatos, afanándose en ocultar lo que sentían el uno por el otro. Afortunadamente esos días quedaron en el pasado. Ahora vivían juntos y las cosas no podían ir mejor entre ellos…o tal vez si

Naruto pasó rápidamente junto a él, sin llegar a correr pero acelerando la velocidad de sus pasos. Y él se quedo esperando torpemente en su lugar, ahí en el pórtico y con la puerta a medias, pero Sasuke jamás admitiría en voz alta la confusión que le sobrevino al no recibir el prolongado beso en sus labios, acompañado del típico parloteo de Naruto, esta vez en torno al campamento

Tampoco admitiría que lo echó muchísimo de menos. Que fueron, sin lugar a dudas, los cinco días más vacios y monótonos que había pasado en la ausencia de Naruto. Si no fuera por el ridículo protocolo del colegio al que asistía Naruto, lo habría acompañado, sin embargo no era así. Y él tenía que conformarse con saber que estaba bien mediante alguna esporádica llamada telefónica

Más frustrado, caminó por el pasillo para recoger la mochila que el rubio atolondrado había dejado botada, sin más. Y Sasuke no pudo evitar amedrentarse un poco por el extraño comportamiento de Naruto, ¿Por qué tan de repente ese cambio?, ¿estaría molesto?

Por supuesto que lo estaba. Naruto era demasiado predecible para él, tantos años de conocerse ¿y ahora dudaba de su comportamiento?, claro que se sentía un poco irritado por ser ignorado monumentalmente por su pareja, ¿es que no era suficiente castigo el quedarse solo por casi una semana?

Resopló y a punto estuvo de hurgar la mochila cuando Naruto regresó y se la arrebató de golpe

-No revises mis cosas, dattebayo- y aunque molesto, Sasuke rodó los ojos. Le era imposible tomárselo en serio cuando Naruto empleaba aquella muletilla tan fastidiosa que, además, compartía con su madre. –Se hace tarde

Sasuke separó los labios, sin alcanzar a proferir palabra alguna cuando el inquieto y misterioso rubio salió a toda prisa de la casa. Bien, empezaba a preocuparse

Dio un par de vueltas hasta que se le ocurrió mirar el calendario. Porque Naruto solía presentar dicha conducta cuando cierto mes en particular se acercaba. Y no estaba equivocado…

¿Era en serio?, creía que por ese año, Naruto lo dejaría pasar. Ya no eran ningunos críos para andar por las calles a medianoche pidiendo (casi rogando o mendigando a parecer de su orgullo) por golosinas, era ilógico, tonto e infantil. Tenían dinero de sobra para comprar caramelos si se les pegaba la gana. Además, existían tres tipos de individuos que él mismo había clasificado. Los vándalos, que aprovechaban la ocasión para lanzar huevos a las puertas de las casas o desperdiciar el papel higiénico en los arboles, a saber por qué rayos. Después estaban los "subnormales" que eran quienes pedían golosinas con el distintivo disfraz de noche de brujas, coreando la misma pregunta una y otra vez por las calles y arriesgándose a ser envenenados, y al último estaba él, Sasuke Uchiha quien, gustaba de quedarse en casa esa fecha particularmente odiosa, mirar algunas películas y esperar a que el alboroto nocturno cesara. Porque era segurísimo que esa noche no dormía. Y tampoco Naruto, su amigo de la infancia y ahora amante lo había llevado (casi forzado) a acompañarlo los años anteriores a pedir dulces y encima tenía que disfrazarse. Sasuke ya se había vestido de vampiro y de policía a petición de su rubio, pero esta vez no…

¡Tenían 16 años, joder!, ¿Por qué tenían que repetir el mismo ritual anual?

Bufó indignado y arrancó la hoja del calendario para arrojarla al cubo de basura, se sentía mínimamente aliviado de que Naruto no estuviera molesto con él pero le ponía de mal humor siquiera pensar en vestirse nuevamente de vampiro o algún otro monstruo ridículo

Maldito Halloween.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora