prólogo

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Un hombre despierta en la camilla de un hospital, en Londres de 1938, sin recuerdos de como dio a parar en ese lugar. Eso y todo lo demás, ya que a duras penas recuerda su propia vida. Pero su nombre, esa memoria jamás titubea, hace eco en su mente mientras es maldecido y su corazón arrebatado.

"Sus deshonras no serán ya, hoy y nunca, perdonadas. Contrario a esto, por sus múltiples transgresiones contra la soberanía queda sentenciado al limbo eterno; condenado a vagar sin corazón por la tenue línea que separa a nuestros mundos, pero sin oportunidad alguna de cruzar, atormentado con la pretensión de volver, al paso que se olvida progresivamente de quién es, hasta ser sumido en la completa demencia. A partir de este momento usted es revocado de su cargo de guerrero por completo, al igual que del corazón con el que nos juró lealtad...
...Soberano, quien se lamente arderá, su alma consumida en ira de fuego, no habrá disputa alguna, que no exista piedad para un alma que ya no siente. Las tinieblas conducirán el destino de un cuerpo sin vida, y que las llamas alienten la oscuridad que habita en la piel; una guerra perpetua de la que no librará batalla alguna. Armas no de acero, sangre escurrida que no evocará perdida ni para hombres ni para dioses, insignificante derroche, volcán que no apaga hasta que hace erupción, nada podrá detenerlo, nada más que un corazón. Señor Edward Ludbrock yo lo maldigo a vivir para morir."

Como en toda maldición; existe otro camino, otro destino, una oportunidad. Aunque no favorezca por completo, siempre es mejor que vivir sin amar y morir sin recordar haber sido amado.

El corazón de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora