Siendo sinceros, todos tienen una fecha, lugar y hora indicada. Nada pueden hacer para librarse de ellos. Al final, nadie es eterno.
Tal vez era por ello que en mi larga existencia, no había sentido curiosidad por alguien en particular; los seres humanos con sus efímeras vidas llenas de destellos, que llegaban hasta mí como el soplo de una vela, iban y venían, una tras otra.
Claro que uno u otro tenía algo digno de admirar, pero no pasaba de algo que podía conservar en la memoria. Una biblioteca llena de libros con líneas e imágenes dónde aquellos recuerdos quedaban plasmados.
Sin embargo, ellos nunca habían llamado tanto mi atención como lo había hecho ése hombre en especifico.
¿Qué tenía él de especial? ¿Era su vida? ¿Eran acaso los corazones que tocó directa o indirectamente? ¿O acaso era...sobre aquello de lo que todos hablaban con tanto entusiasmo?
Cualquiera que fuera la respuesta, mi fuente de interés, tenía nombre y apellido.
La penumbra que rodeaba la mansión, sólo aumentaba la angustiosa sensación de inquietud, gracias a la repentina neblina que había aparecido.
En medio de su sueño, inquieto, el hombre comienza a removerse entre las sábanas, preso de una incomodidad que crece con cada segundo que pasa.
Sí, susurran rompiendo el silencio en la habitación.
Harto de la sensación que lo apesadumbra, el hombre se levanta y retira las sábanas de su cuerpo en un movimiento furioso que evidencia su repentino mal humor, causado quizá, por un mal sueño.
Sí, de nuevo el sonido monosilábico resuena entre las cuatro paredes.
El hombre de cabellos blancos, se queda estático, esperando de nuevo escuchar algún otro sonido, pero la estática del silencio es lo único que percibe. Contrariado, mueve la cabeza deshaciéndose de cualquier pensamiento que tuviera minutos antes; retoma su posición en medio de las almohadas y trata de conciliar nuevamente el sueño perdido.
La mañana siguiente se muestra resplandeciente, y llena de movimiento alrededor de la enorme casa. Una mujer alta, rubia y con portafolio en mano, camina dando instrucciones aquí y allá.
—Hola papá.— saluda ella al hombre de traje y cabellos blancos.
—Hola Pepper.— corresponde él, antes de seguir su camino en compañía de ella.
—Casi todo está listo para tu fiesta, hice los arreglos que me pediste y me parece que una serie de fuegos artificiales que hagan que en el cielo se vean tus iniciales y el número de años, sería muy tú, ¿no lo crees?
Su padre la mira con el ceño fruncido y la diversión en las comisuras de su boca.
—¿Por qué piensas eso? ¿Acaso es algo que yo haría? —ambos ríen ante la pregunta irónica.
—Por supuesto que es algo de lo que tú alardearías, viejo.— responde otra voz.
Pepper ríe mientras su padre solo achica los ojos tratando de intimidar a la recién llegada.
—Niégalo.
La mujer de pantalón de mezclilla, tenis y camisa con estampado de AC/DC, sólo sonríe con altivez al saber que tiene la razón.
Una mesa llena de bocadillos y demás comida, los recibió a la salida de la estancia. Padre e hija, se dirigieron rápidamente hasta la cafetera.
Pepper, unos pasos atrás de ellos, negó con la cabeza antes de dirigir su atención a la tablet en sus manos. Su hermana era la copia exacta de su padre; hasta el gusto excesivo por el café era el mismo.
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¿Conoces a Sean Black?
Ficción GeneralHoward Stark ha creado inventos que revolucionaron el mundo, siendo conocido y reconocido por todos, hasta por la misma Muerte; quién, movida por su curiosidad ante el brillante hombre, se le presenta con un trato de por medio: saciar sus preguntas...