Camren one shots G!P & Hots

New York Babe

Viernes por la noche. Camila tuvo dos horas de clase de baile, otras dos sobre teoría musical y otras tres para sus clases de actuación. Es una mentira decir que no está cansada, y por mucho que quiera regresar a casa y dormir durante doce horas, alguien tiene que trabajar para pagar sus facturas. Camila se pone un par de pantalones de chándal cómodos que todavía apenas ocultan su pene, la rara condición médica que podía explicar, pero solo con diagramas.

Por lo general, ella no se molesta. No es que alguien lo sepa de todos modos.

Camila corre hacia su taxi y abre el vehículo amarillo brillante. Su amiga de la clase de teoría musical la enganchó con el trabajo de conducir por su ciudad favorita a cambio de dinero. Si bien sí, podría ser agitado, la gente no sabe cómo pedir cortésmente, y cada taxi es conducido por un imbécil, Camila lo sabe.

Camila sale de la acera y conduce, la estación de radio de Broadway suena suavemente mientras se dirige por las calles que conoce como la palma de su mano. Se lanza a las calles oscuras en busca de un pasajero que, con suerte, no estuviera borracho para vomitar por toda la tapicería. Da la vuelta a la calle, a lo largo del borde de Harlem, donde estaban los desmoronados apartamentos. Camila ve a una chica morena saliendo de uno de los edificios. La chica se sobresalta y la saluda, así que Camila se dirige lentamente hacia la acera.

Ella es hermosa, la chica que ahora es su pasajera. Camila ajusta el espejo retrovisor para poder ver a este ángel. Se ve despeinada y deshilachada, como si hubiera estado despierta durante treinta y seis horas seguidas, corriendo con pura adrenalina, pura emoción y puro café. Se ve tan triste y, por un momento, Camila quiere hacer todo lo que esté a su alcance, por mínimo que sea, para hacer sonreír a esta bella mujer.

"¿A dónde va?" Camila pregunta, sus dedos flexionándose en el volante.

"Stadium Motor Lodge, por favor". El ángel dice. Incluso su voz está cansada, y Camila siente que se le rompe el corazón. "Está en el Bronx..."

Camila toca el GPS durante unos segundos y selecciona el destino. Ella sale de la acera, enciende el medidor y tararea suavemente para sí misma. Sin embargo, Camila está al límite. Sus ojos se dirigen desde el camino hacia el espejo retrovisor, como si estuviera aterrorizada de que el ángel pálido y fantasmal desapareciera de su asiento trasero. Ella se esfuerza tanto para no comenzar una conversación, para mantener esto como una transacción comercial estricta, pero Camila falla. No es su estilo.

"¿Cuál es tu nombre?" Camila pregunta. El ángel se sobresalta, como si la voz de Camila fuera una corriente eléctrica que recorría su cuerpo sin vida.

"Lauren..." Ella murmura.

"Hola Lauren," Camila sonríe al espejo retrovisor, sintiendo un hormigueo en su piel cuando Lauren le devuelve la sonrisa, aunque sea pequeña. "Sé que no es asunto mío, pero... te ves tan triste y eres tan bonita... ¿Pasó algo?"

Lauren mira a Camila, aturdida. Las tenues luces anaranjadas de las farolas iluminan la piel de alabastro de su pasajero, y luego sus ojos: verdes y radiante, como si fueran gemas que valen más que diamantes. "Yo... yo no..." Lauren toma una respiración profunda y desigual. "¿Es tan obvio?" Ella pregunta débilmente.

Camila gira a la izquierda. "En mi clase de actuación, tenemos ejercicios en los que tratamos de leer las emociones y siempre adivino". Camila se detiene en una luz roja y apaga la radio. "Y como dije, no es asunto mío. Pero me preocupo lo suficiente por la gente como para escuchar".

Sigue el silencio, y Camila se enfoca en el camino por delante. Es tarde, casi medianoche, lo que significa que la mayoría de las personas que aún están despiertas probablemente estén en clubes emborrachándose y festejando, o haciendo algo importante para ellos. Las calles no están vacías, después de todo, esto es Nueva York, pero en comparación con la locura de la hora pico, es un cementerio.