Amor bajo las balas

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El sonido de una botella al caer hizo eco en la tranquilidad de esa noche de octubre. Un improperio siguió a este acto y Ashley no pudo hacer más que limitarse a aceptar que solo era una de las tantas borracheras que ya había presenciado.
-Eres tan inútil como lo fue tu madre- espetó su padre.
Estaba reclinado en un sofá, con la camisa abierta a la cual le faltaba uno de los botones y oliendo a vodka de mala calidad. Era lo único que podía permitirse dada la situación económica que afrontaba él y todo el país. Ver la botella color ámbar le causó un gesto de repulsión a Ashley. Todos los días esa imagen coronaba sus noches. Cuántas más tendrían que ser?- se preguntó.
Ella se acercó a la cocina y tomó el recogedor y en un acto mecánico como hacía casi todas las noches se agachó a recoger los pedazos de vidrio roto que estaban esparcidos por la estancia. Levantó la vista y lo vió dormido. No pudo evitar sentir lástima de lo que quedaba de su familia.
Caminó despacio rumbo a la terraza y tocó cada una de las columnas de la casa. Era una linda casa a pesar de los pocos cuidados que se le podían dar. Todos los ingresos, realmente muy pocos que ella recibía eran para la comida de ambos. Cuánto le gustaría pintarla nuevamente de azul. Y el techo de blanco. Soñaba con una mampara de cristal. Recordaba cuanto hacían alusión a ella en los libros que adoraba leer. Para que la quería realmente, ni ella sabía. Pero la quería y era suficiente.
Suspiró y dejó lo recogido en una bolsa de basura.
Se recostó en el columpio en el que una vez hace mucho su padre le habló de estrellas y planetas. Este hizo un chirrido desagradable que le hizo recordar cuanto necesitaba de aceite y ella anotó en su mente otra tarea más pendiente.
Miró al cielo y se perdió en el recuerdo de lo vivido.
Sus padres eran muy felices, emigraron de Irlanda en los años 20 buscando mejor vida. De sus abuelos ella nunca supo, sus padres no les gustaba mencionar a Irlanda y ella se sentía sumamente atraída por el misterio que encerraba. Sus progenitores empezaron rentando una habitación muy humilde y se dedicaron a trabajar a sueldos muy bajos. Ella era costurera y él fue desde carbonero hasta estibador en un almacén no lejos de la módica vivienda q compartían con otra pareja. Ahí nació Ashley. Hija de Aidan y Verónica Murphy. Desde pequeña sus padres se preocuparon por darle la mejor educación que su situación monetaria les permitía. De tal forma que además de un perfecto inglés, dominaba el español. Fue una niña risueña de la que quedaban prendados quienes la conocían. Le decían que había heredado la luz que poseía su difunta madre. Pero lo que realmente le hacía destacar era su voz. Poseía un toque angelical. Ashley sonrió al recordarse de 8 años cantando el Ave María en la iglesia de la ciudad. Que nervios y a la vez que felicidad sintió ese día. Añoraba tanto esos días de absoluta inocencia.
Todo fue perfecto hasta que una tarde de mayo cuando le faltaban apenas 2 semanas para cumplir 17 años ocurrió lo que nunca imaginó. Su padre trabajaba hasta altas horas de la noche, lo cual en ocasiones provocaba discusiones entre él y Verónica. Pero ella intentaba entender que era para mantener la casa y a su hija, sin embargo ansiaba tener a su esposo más en casa. Su madre aunque no le resultaba rentable seguía laborando de costurera en una fábrica en la que las condiciones ni de cerca se podrían llamar humanas.
Se acercaba la hora de terminar y laboraban tranquilamente, ocasionalmente se escuchaba alguna que otra risa de charlas a media voz cuando las mujeres percibieron olor a humo. Enseguida el miedo se vió en decenas de ojos que se miraban de forma despavorida. Intentaron buscar una salida en un acto por salvar sus vidas pero el encargado cómo medida diaria para que no terminara el turno antes de hora cerraba la puerta principal del local. El fuego se vió desde las ventanas como lengüetas rojas y amarillas que ansiaban devorarlo todo y supieron que solo podían rezar por sus almas. Se acercaron a los telares y arrancaron lo que sus manos pudieron con el objetivo de romper uno de los ventanales que más abajo se encontraba. Respiraron con calma cuando se abrieron una vía de escape. Y comenzaron rápidamente a salir. Verónica cómo una de las trabajadoras más antiguas permitió a las más jóvenes salir primero y ya cuando fue su turno recordó que no podía abandonar la fábrica sin recoger de su bolso el crucifijo que había heredado de su madre y que nunca la abandonaba. Lo apretó en su mano y se dispuso a correr hacia la ventana y en ese momento sintió un sonido que le quebró el alma. Miró hacia arriba y durante los pocos segundos que pudo vió como el techo de la fábrica se desplomaba. Los bomberos no pudieron hacer mucho y no se encontró más que pedazos de madera calcinados y escombros. Esa fue la tumba de Verónica Murphy.
Su padre no pudo recuperarse de la pérdida, desde entonces se limitó a beber y a vivir de su hija. Ashley tuvo q dejar sus estudios para poder mantener el hogar. Le hubiera encantado ser abogada. Pero ahora con 24 años se recordó cuanto había cambiado su vida.
Se secó una lágrima y volvió a mirar al cielo. Su vida era lamentable y ella lo sabía.
El sonido de la radio de una casa vecina la sacó de su ensimismamiento y no pudo evitar soltar un grito ahogado. Acababan de declarar la guerra!!!!!
Se apretó las rodillas con las manos y se quedó viendo el entablado del suelo.
- Acaso alguna vez mi vida será más que esta cadena de acontecimientos tristes?!- sonrió imaginándose que su madre le pasaba la mano por el cabello mientras se recostaba en su regazo. Y se durmió. No se imaginaba nada de lo que sucedería a raíz de esa noche.
Ashley despertó y se sintió perdida. Miró al frente y vió como las hojas del viejo almendro eran dispuestas a merced del capricho del viento. Y envidió a esas hojas por no tener decisión propia y que su existencia fuera determinada por algo más que ellas. Se estiró y miró su reloj de pulsera. Recordaba siempre cuando lo veía como llegó a ella. Fue el presente que se hizo con el primer sueldo que ganó. Era además un amuleto.
-Dios, voy tarde!!!
Entró con prisa en la casa y nuevamente vió la escena de siempre.
-Lamentable- y vió como el cuerpo desparramado en el sofá se movía al escuchar su voz. Su padre había sido un hombre sumamente apuesto. Y lo seguía siendo a sus 46 años. Entendía como su madre siendo también muy bella había posado sus ojos en aquel gallardo caballero. Era alto y de anchos hombros y sus ojos azules reflejaban un brillo inusual.
Antes- pensó. Ya esos ojos solo eran un pozo de oscuridad en el que la luz no penetraba. Cuánto podía afectar a un ser humano perder a otro que hubiera significado tanto.
No esperó a ver si reaccionaba y se dirigió a su habitación a cambiarse y ponerse su uniforme. Se miró al espejo y sintió lástima de sí. Cada día que se colocaba ese uniforme en ciertos lugares ya cocido en un pobre intento por mantenerlo y de un horrible color mostaza, no podía evitar imaginarse con un hermoso vestido color lavanda y una sencilla corona de flores blancas en sus bucles negros como el azabache.
Caminar 6 cuadras todos los días era el espacio para reflexionar los pocos y duros momentos del día fuera de lo que se llamaba labor. Empujó la  puerta y entró. Saludó a las caras de siempre. En la caja despachadora vió a Mitch, era agradable ese grandote que la llamaba hija. Río por dentro recordando como le había enseñado a sobrevivir esos  primeros meses cuando comenzó a trabajar en semejante lugar. Y como la primera vez que la dejó cuadrar la caja casi el jefe lo despide.
Mitch llevaba más de 10 años trabajando en ese bar de mala muerte que se nombraba  Blaki's Bar. Se preguntó seriamente desde el primer día que entró por la puerta que había fumado el dueño para ponerle así.
Volvió a mirar las paredes empapeladas en color rosa viejo con imágenes de flores que con el tiempo parecían trazos extraños de tan deterioradas que estaban. Miró el suelo y recordó que Don Jack, como se hacía llamar el dueño del local, debía preocuparse más por lo que definen por higiene.
Se dirigió a la cocina y le sorprendió ver que en el menú había algo más q salchichas y hamburguesas.
-En serio haremos lasaña? - le preguntó a María. Y la señora de 56 años, mexicana y de grandes ojos negros y pelo lacio sonrío y asintió.
-Perfecto- dijo y se limitó a encogerse de hombros.
Se colocó la redecilla y comenzó a preparar la pasta. En ocasiones cantaba para alegrar su día y no fue ese la excepción.
Por toda la cocina se escuchó la suave entonación de una voz q no podía estar encerrada en 4 paredes.
Ay what a fate so black and tyrant is mine, when I met you, it happened to me once, so happy and content I was living, when I did not even dream your name yet, until a fatal morning of my life
the destiny would send you to change my life, and when I looked at you I felt that your beloved image, would never be deleted from my mind, in those times of my Spring, so cheerful, when there was not even a sadness, my fate sank, so many years passed, so sweet pipedreams
while there was neither a disappointment, my life passed, that fatal destiny, follows me and guides me, and directs my way where there is pain
If loving you is so, only agony will continue, I curse the life, I curse the love, I don"t know what a mystery is enclosed in your life, that I have never been able to understand your love.
If I have lost my faith and my hope, even if you swear thousand times that you loved me, so that I believe in your ardent kisses, so that I believe in your lovely kisses, if you gave me the most brutal poison on your lips.
I curse my chance, I curse the love.
Siempre le fascinó esa canción, era al igual que ella una triste imagen de lo cruel que podía llegar a ser el amor.
-Niña, tú tienes que dejar esta vida y ser cantante!- dijo María con un brillo en los ojos y Ashley no pudo evitar abrazarla.
Ashley se alegraba de saber hablar bien el español,  por brindarse a ser la intérprete de María es que Don Jack había aceptado contratar a la vieja de México como le decía.
María se secó los ojos cuando Mitch que había entrado silenciosamente le alcanzó un pañuelo.
-Me conformo con encontrar el hombre al cual le pueda cantar la canción que mi alma le tiene reservada. Y siguió en silencio su trabajo.
El día culminó como todos los días terminaban desde hace 7 años. Desde el momento en que había perdido a su madre.
Suspiró al cerrar el Blaki's Bar, y regresó a casa. Pero antes pasó por el Mc Donald's para comprar un par de hamburguesas de las que ya era una costumbre comer cada noche. Le resultaba más económico y su padre siempre criticaba cada uno de los platos que ella preparaba. Al menos las hamburguesas les gustaban a ambos.
Al introducir la llave en la cerradura supo que algo no iba bien. Trató de hacer el menos ruido posible, entró y la escena que observó la dejó helada. Su padre absolutamente borracho besaba y acariciaba a una furcia. No pudo evitar soltar un grito y que la bolsa de la compra se le resbalara de las manos, en ese momento ambos la miraron.
Te unes?!- le dijo su progenitor. Y golpeó suavemente el sofá para hacerle ver el espacio que le reservaba. La furcia se lamió los labios ante la idea y Ashley notó como la vergüenza cubría su rostro y el fervor sus entrañas.
Sal, ahora mismo!- le gritó a la mujer que solo una tanga cubría su cuerpo. La mujer solo la miró y se estiró más en el cojín que ocupaba en señal de absoluta ignorancia ante su orden. Era rubia, alta y usaba unos tacones rojos de la misma intensidad del que estaban pintados sus labios. Ver la desnudez de esa mujer y como se excibía sin pudor turbó a la jóven.
Ahora mismo - repitió, esta vez su voz fue interrumpida por la carcajada estrepitosa que soltó su padre.
No te hagas la beata, pequeña - le dijo. Crees que me trago el cuento de qué eres virgen aún?
Y Ashley sintió tal piedad de ver a su padre diciéndole eso y tratándola de esa forma que rezo mentalmente porque Dios se apiadara de él.
Ven aquí!!!!- le ordenó.
Y ella corrió a su habitación en un pobre intento por huir de esa situación pero su padre fue más veloz y la agarró por la cintura. Sentir que la tocaba por lugares que un padre no debe tocar a una hija y el olor a alcohol que emanaba le dió asco.
Suéltame, por favor- pidió lastimosamente. Y su muñeca derecha sintió el garrote que la tenía presa. Y tuvo miedo.
Su padre se detuvo y se le quedó mirando fijamente.
Verónica- pronunció y por un segundo Ashley vió en esas pupilas negras como la noche un rayo de luz, pero como todo lo bueno no duró mucho.
Porque me dejaste?- le preguntó Aidan aún bajo los efectos de la ilusión que vivía por el alcohol.
Ashley quiso hablar pero solo tuvo tiempo para ver como una mano enorme caía pesadamente en su mejilla. Una, dos, tres.
El suelo lo sintió frío y demasiado real aún negándose a la idea de que su padre la había golpeado.
No debiste haberme dejado solo!- dijo Aidan. Y se puso las manos en la cabeza al parecer perturbado por todo lo que pensaba que vivía.
Cariño deja esa niña en paz y sigamos- dijo aquella que era ajena a esa casa. Y Ashley quedó sola llorando silenciosamente en el suelo.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2020 ⏰

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