Angeline Lockhart

5 0 0
                                    

Las voces que los obligaba a ambos chicos a estar tan cerca el uno del otro se alejaban indicando que nuevamente el baño se encontraba desierto. Ambos bajaron al piso y salieron rápidamente del cubículo pero no sin antes Jacob tomarlo por el hombro y nuevamente sus rostros estar muy cerca uno del otro.

—Prometeme que no dirás nada —rompió el silencio Jacob —De lo que has escuchado antes.

Fabián se cuestionó que realmente no llegó a escuchar lo suficiente para juzgarlo y mucho menos acusarlo, claro que tenía dudas sobre ¿Que hacía juntándose con Beto? ¿Que clase de estupefacientes manejan?

—Yo… no dire nada, lo juro —Expresó finalmente el chico un poco cansado de la situación, llegaba tarde a clase.

—Excelente —le sonrio con su perfecta dentadura, Fabián juró que podría verlo todo el día sonreír <<¿Que cosas pienso? >> se cuestionó mentalmente.

—Te veo en clase pequeño —se despidió sonriendo para  marcharse y dejarlo completamente sólo.

Sus pensamiento lo encasillaban a cuestionarse realmente quién era realmente Jacob pero tampoco quería meterese en un lío del que después no pueda salir. Sólo tuvo un encuentro con Beto además de ese. El curso pasado trató de atropellarlo con su auto camino a casa, Fabián lo esquivo pero el video de lo que podría haber sido un accidente fatal quedo colgado en internet donde todos lo siguieron con la miradas entre risas y burlas. Los profesores no hacían caso a todo lo que el les contaba sobre algunos chicos simplemente  decían que todo estaría bien <<Cómo si sirviera de algo>> pensó.

De camino a clase recordó nuevamente la carta que aún seguía oculta bajo el colchón de su madre, no quería pensar en eso, mantener la mente ocupada en sus materias sería lo mejor para distraerse. De camino a clase observó a Angeline Lockhart una de sus compañeras de curso que iba acompañada por otras dos chicas que el no conocía. Angeline realmente es bonita, sus ojos color miel acompañado por unas curvas que cualquier hombre moriría por una chica así. Ella tiene todo a su favor, es bonita, su novio es deportista y es deseado por muchas chicas.
Las chicas se voltearon a verlo y Angeline interrumpió el peinarse su pelo lacio y se dirigió hacia él.

—Hola —le dijo ella, se paró frente a él. Angeline era un poco más alto que Fabián pero este la miro a los ojos un poco nervioso.

—¿Que pasa? —respondió el chico curioso ya que ella nunca le había hablado.

—Tu conoces al chico nuevo este tal... ¿James?

—Jacob —alcanzó a responder el castaño rápidamente. Sí si lo conozco

—Me dijo Beto que los ha visto hablar juntos y me preguntaba si bueno... tu sabes
Fabián se aterró al suponer que lo habían descubierto y mucho Angeline Lockhart que era un chica extremadamente popular.

—Si ¿Yo… ?— dijo tímidamente

—Bueno si sabes si tiene novia.

El alivio se apoderó de él. Jamás supo que haría si su secreto se supiese. Pero por otro lado quedó boquiabierto al pensar que cómo era posible que preguntase si un chico tiene novia si ella mismo tiene un novio
<<Que cínica>> pensó.

—¿T… tú no tienes ya un novio? —preguntó con curiosidad Fabián quien miraba con su cuerpo con detenimiento analizando cada facción de su rostro. Sus hoyuelo en sus mejillas se contraían cada vez que ella decía algo.

—¿Y que? —Dijo riendo —Nada me impide explorar nuevos horizontes ¿Verdad chicas?
Las otras dos chicas soltaron una carcajada riéndole la gracia cada vez que podían. Una era regordeta pero muy bonita de cara, el no sabía que hacía perdiendo el tiempo con una persona como Angeline, mientras que la otra era más delgada de cara y tenía un cabello dorado muy brillante.

—Gracias por no responder mi pregunta, parece que tendré que pregunarle a alguien que bueno tu sabes… más conocido —dijo acariciando su barbilla falsamente, aquella chica terminó de caerle mal por completo.

—Gracias por hacer perder mi tiempo —se marcharon con carjadas bastante sonoras. Fabián no se movió hasta que se perdieron de vista.

-------

La campana de salida indicó que por fin aquellos chicos eran libres de irse a sus hogares, Fabián recordó que tenía que irse a casa de su abuela por pedido de su madre.
Camino en la dirección contraria a la habitual tomando un camino bastante solitario. Las calles estaban llenos de hojas de color anaranjado producto del otoño, a lo lejos divisó el puente un pequeño puente que pocas veces iba allí (cuando se decidía visitar a su abuela).
Los veinte minutos siguientes avanzaron rápidos hasta que llego a una pequeña a una casa que estaba ligeramente separada una de la otra. Las paredes que eran una colección de grietas sin arreglar acompañado de un color rosa viejo y que ha perdido levemente su color. Golpeó ligeramente con los nudillos la puerta pero ningún sonido se oyó del otro lado. Un nuevo intento indico que nadie contestaría así que decidió entrar por su cuenta lo cuál fué bastante fácil pues la puerta estaba sin llave.
El living estaba lleno de retratos de personas que él jamás llegó a conocer y tampoco le daba tal importancia. El estrecho pasillo que llevaba a un dormitorio que era de la persona que la cuidaba y éste estaba un poco desordenado. Atravesó la cocina hasta llegar al cuarto que se ubicaba al final de la casa donde yacía la anciana Emilia Ochinelli Sabagno una actriz retirada y con principios de Alzheimer.

—Hola mamota —Fabián le decía así de cariño, pues cuándo era niño y la primera vez que la vió fué lo primero que dijo. La anciana lo miró con sus ojos vidriosos.

—¿Cerraste la puerta querido mío? —habló despacio entrelazando sus temblorosos dedos y apoyándolo sobre sus piernas.

—Si mamota ¿Tú cómo estás? —la beso suavemente en la frente.
La anciana sólo lo miro y sonrió.

—Hace tanto que no vienes a verme —levantó su brazo para tomar la mano de Fabián y la apretó suavemente.

—Estudio mucho y mamá me dijo que viniera a verte.
—Tu mamá —dijo sonriendo e hizo una pausa para toser fuertemente.

—A ella la ves todos los días mi amor, yo no sé cuánto tiempo más estaré.
Fabián sólo la observó y trato de aguantar las ganas de llorar, Emilia debería saber lo mucho que su nieto la quiere. Aquella situación sólo le recordaba que su abuela cada vez se va acordando menos de las cosas. Pero, por otra parte, aquello le recordaba que todo lo que su abuela se olvidara sería como vivirlo nuevamente.
<<Que raras son las emociones >> pensó riendo al instante.

De regreso a su hogar se encontró que allí no había nadie excepto una pila de loza para lavar. Se preguntó donde estarían todos y la casa estaba sin llave y la heladera casi vacía. El estómago no tardó en avisarle que debería consumir algo pronto si no estará en una tormenta de mal humor que muchas veces ni el se aguantaba.
Tal vez le toque quedarse con la ganas ya que en el mueble encima del fogón solo hay un paquete a medio acabar de harina vieja y cubierta de moho acompañado de unos pequeños sobres de aderezos para salsas.
Dormir le hará bien, tal vez el hambre se vaya, o al menod eso fue lo que pensó hasta que se detuvo en el cuarto de su madre y recordo un pequeño gran detalle.
La carta.

HASTA EL ÚLTIMO ALIENTO [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora