Veintinueve

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Luego de cenar Tom y Amelia llevaron el cofre hasta el garaje, ya que Richard les había ofrecido ayuda en la tarea de abrirlo.

Posterior a usar varias herramientas, el candado del cobre cedió ante sus esfuerzos.

—Aquí hay muchas cosas... —habló Richard mirando el interior.

Amelia se puso de rodillas para esculcar entre los objetos.

Había películas, libros, juguetes, discos y cassettes de música, también había dibujos de cuando Amelia era niña.

Casi todo allí estaba relacionado con Amelia.

También había joyas. La cadena de oro de la abuela, los aretes de tía Tanya y el anillo de matrimonio del abuelo Vladimir, esposo de Baba Svetlana. Todos difuntos y sus posesiones más preciadas parecían estar dentro de ese baúl.

Entre medio de la multitud de artículos, un sobre amarillento llamó su atención.

Lo abrió, y dentro encontró una carta.

—Es una carta de mi madre... —habló mirando a Tom—. Está en ruso...

Todos enmudecieron ante la declaración de la muchacha.

Benjamin jugaba en su cuarto, así que estaba desvinculado a todo el momento que acontecía allí.

—La traduciré para ustedes...

—Amelia, no tienes que hacerlo si no quieres. —habló Tom—. Está bien si deseas guardarla para ti...

—Necesito compartirla con ustedes, sobre todo contigo, Thomas... —murmuró—. Si esto me golpea muy fuerte, luego de leerla no tendré cabeza para explicarlo. Prefiero traducirla ahora que estoy medianamente bien...

Tom tomó la mano de la muchacha, mientras ella comenzaba traducir el contenido de la misiva.

"Querida hija, cereza mía:

Hace ya tanto tiempo que no te sé de ti, que aunque trato de no hacerlo, cada día pierdo más la esperanza de volver a encontrarme contigo. Quizás ya no te vuelva a ver en esta vida, puede que algo me pase, las cosas han estado cada vez peor con Adrik y es por esto que te escribo esta carta, impulsada por la posibilidad de mi paso al siguiente nivel, pero de manera apresurada.

Sé cuan curiosa eres, desde siempre fuiste extremadamente preguntona e inteligente, sé que encontrarás este baúl, y como no lo podrás abrir, lo destruirás a patadas para ver que hay dentro o te lo llevarás contigo y pedirás ayuda para ello, pero lo abrirás de algún modo, a diferencia de lo que hará Adrik, que intentará abrirlo, pero desistirá de inmediato o quizás simplemente lo ignore.

Hay muchas cosas que quiero contarte, cosas que nadie sabe además de mí, tengo secretos que preferí no decirte porque intentaba protegerte, pero en realidad solo tenía miedo de lo que la verdad podía llegar a ocasionarme a mí misma.

Tú no eres hija de Adrik Kuznetsóv, y es tan simple escribirlo que hasta cierto punto me llega a causar gracia.

No eres hija del bastardo que ahora tengo por marido, no eres el fruto de un abuso sexual, de un embarazo no deseado y tampoco fui comprada en un prostíbulo, como el estúpido de Adrik te hizo creer.

Eres hija del amor, de la pasión y de la entrega más grande que tuve en mi vida.

Eres la primogénita de Rowan Wiśniewski, mi primer esposo, a quién jamás pude sacar de mi mente, sin importar cuanto me golpeara Adrik o cuanto miedo tuviera, nunca fui capaz de olvidar a tu verdadero padre.

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