Menuda mierda - pensó Leuch al sentir el retumbar del sonido en su habitación-.
~Pum, Pum, Pum, PUM; sonaban las paredes de la habitación.
Leuch se encontraba sentado en la silla de su escritorio, con una luz tenue al lado alumbrando lo que parecía ser una libreta de estilo francés, al costado derecho, se encontraba un lápiz con la punta destrozada por el ataque de ira que había tenido Leuch, al otro lado del escritorio se veía una taza de café tirada, volteada pegando la boquilla a la mesa, vertiendo todo el liquido que en ella yacía, en menos de un segundo, la mesa ya se encontraba llena de un liquido negro, obscuro, viscoso y pegajoso.Leuch estaba agarrándose el pelo, ejerciendo fuerza sobre su nuca, apretando y jalandose el cabello como si quisiera arrancarselo, se le salían las lagrimas del rencor que sentía hacia sus vecinos; hacia su vida... en eso dejo caer una lagrima sobre el amarillento papel de su libreta.
Apretaba los dientes con fuerza, parecido al esfuerzo que hace un cocodrilo al querer destrozar con sus dientes el duro caparazón de una tortuga, parecía que su mandíbula estaba apunto de estallar; pero no lo hizo.
Sus manos temblaban como las de un genuino psicópata con parkinson, todo esto era causado por el estrés y odio que sentía hacia su vida misma, Leuch era apenas un jovén de 17 años con graves problemas de ansiedad y depresión, tenia sobre sus hombros un enorme peso causado por las malas desiciones que tomo a lo largo de su corta vida, vivía en una pequeña casa creada de ladrillo del mas barato; piedroso y de color rojo opaco, pareciera que estaba apunto de venirse abajo por el tumbar de las paredes que era causado por el irrespetuoso de su vecino, que todos los días ponía su musica a todo volumen, sin importarle la molestia que le causaba a todos los de su alrededor.
Leuch ya estaba arto, pero no podía hacer nada al respecto, ya que vivía en un predio de personas indigentes de extrema pobreza, antes era un terreno baldío, pero los indigentes se apoderaron del lugar y construyeron pequeñas casas de ladrillo, algunas otras de cartón.
El dirigente del predio le había permitido vivir ahí, a cambio de una pequeña cantidad de dinero.
Si a Leuch se le ocurría reclamarle a su vecino por el escándalo, el saldría mal parado, incluso, el dueño podria correrlo, por eso no podía hacer nada.-Un poco mas relajado- Leuch procede a limpiar el desastre que habia causado en su pequeño y rasposo escritorio, que había conseguido en la basura de algún pobre diablo.
Vaya mierda... -repitió Leuch mientras pasaba una playera vieja que usaba como trapo para limpiar su desastre-
Leuch se puso a pensar en el odio que sentía, ese impecable y molesto odio que sentía todos los días, desde que despertaba de su horrible cama, y miraba el techo que el mismo había construido años atrás, hasta que dormía y olíaq el olor a tierra que causaba sus paredes de ladrillo barato.
Dios... Tienes que odiarme demasiado para darme esta vida de mierda. -dijo Leuch mientras tiraba una lagrima-.
Leuch tenia 2 hermanos mayores; uno llamado Rigel, y el otro llamado Kinn, lastimosamente no servian de consuelo para Leuch, tambien los odiaba, no comprendían todo el peso que Leuch cargaba sobre su espalda; esa pesada carga que había recibido desde niño por sus padres ya lo estaba destrozando. Cuando era niño sus padres lo consideraban muy inteligente, ¡un genio!, Y no podía quedarles mal, siempre tuvo la carga de llevar notas altas en la escuela, ya que sus padres se mataban trabajando para que el pudiera ir a la escuela, pagaban su inscripción, su ropa, su comida y sus útiles escolares. Por eso el debía corresponderles con buenas notas, el era la única esperanza para que la familia tuviera un futuro, ya que sus 2 hermanos eran locos drogadictos e imbéciles, nunca habían ido a la escuela y no tenían aspiración alguna en la vida; En cambio, Leuch tenia bastantes, tenia una cantidad insaciable de sueños y metas por cumplir, quería ser Químico farmacobiologo, tener una esposa con la cual sentirse cómodo y descubrir la felicidad que no logra con su familia. Leuch tiene una cantidad de metas impresionante, y una de tantas, y tal vez la mas importante es ser escritor, quiere escribir relatos con los cuales pueda transmitir todo el dolor que ha tenido que cargar en todos estos años, quiere dejar su huella en el mundo, servir de ejemplo para miles de personas... Ese es uno de sus sueños.