¿Qué no era azul?

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-Ha estado muy callado ¿no crees? – preguntó Taemin, quien iba cabalgando a paso lento junto a Namjoon.

-Tiene miedo, no entiendo por qué, él lo tendrá todo, no es como algo muy difícil de asimilar – habló de forma molesta.

- ¿Qué acaso eres tonto? – preguntó Taemin de manera ofendida

- ¡Yah! ¿a qué te refieres?

- Ponte en los zapatos del niño, perdió a su familia, hasta un idiota sabe que ya no la verá de nuevo

-Ese no es nuestro problema, servimos al emperador y es lo único que debe importarnos en este momento, además asimilando lo que acabas de decir la familia puede ser condenada a alta traición por esconder a la sangre de una familia importante – Taemin detuvo abruptamente el caminar del caballo.

- ¿Qué? – su cara era todo un poema

-Eso hasta un idiota lo sabe – Namjoon trató de imitar la frase que hace pocos segundos le había dicho su compañero, no esperó más y apresuro la cabalgadura del animal abriéndose paso entre los soldados.

Mientras tanto a la mitad del grupo andante de soldados se encontraba Jimin atado de manos por precaución a que hiciera un intento de escabullirse de los guardias, sus pensamientos iban y venían por la acongojada cabeza del joven, reprimía el llanto en su ser, su garganta dolía y sus hombros se sentían pesados, si tan sólo hubiera corrido más rápido, pensaba, se removía en la silla del caballo.

- ¡Eh chico ausente! – escuchó el grito del soldado que había dado pie a su desgracia – ablanda el semblante un poco, no creo que al emperador le guste recibir a un plebeyo disgustoso – intentó bromear pero su risa se detuvo cuando vio al joven observarle con un rostro en donde se denotaba la tristeza y enojo, su ceño fruncido y ojos tristes le hicieron reaccionar, se acercó lentamente para que sólo él le escuchara – eh, lamento haber ayudado a atarte la soga al cuello, no pensé que tú fueras el objetivo – se alejó dejándolo sólo nuevamente.

Ya cerca de palacio toda la gente se reunía a los alrededores para ver la cara del cumplidor de la leyenda y, como buen custodio Namjoon le tapó el rostro para que nadie le viera. Las enormes puertas se abrieron, la caballería entró al palacio y bajaron a Jimin de su cabalgadura. Nuevamente se vio envuelto por manos, esta vez un poco más suaves con el tacto, pero aun así lo doblegaban.

Yoongi veía todo desde un palco, con ceja alzada y labios en línea recta, sí, se negaba a creer la existencia de quien fuera que se creía poseedor de la sangre que fluía por su ser, levantó el mentón en una señal muda de desafío y con una mirada fría regresó a sus aposentos.

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¿No ves mi dolor? Todo lo que conocía como vida acabó en el momento en que me encerraron.

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- ¿Mi señor? – preguntó un sirviente a la sombra de un imponente Yoongi – su padre... él ha dicho...

-Sé lo que dijo, no es necesario que lo repitas, hablaré con él, márchate ya – cerró los cortinajes de su habitación y tomo rumbo hacia el salón de estrategia de su padre, ya estando en la puerta tocó fuertemente, al abrirse camino se acercó a su padre no sin antes hacer una venía a modo de saludo, el emperador extendió su brazo derecho a modo de cederle la palabra a su hijo.

-Sabes que no haré esto de manera fácil – el hombre mayor soltó una risa

-Sabía que me dirías algo así, Yoongi ¿no es más fácil para ti elegir con sensatez y no con sentimientos de por medio? Un emperador...

-Un emperador sabe lo que le conviene y es eso lo que exactamente quiero hacer

-Te escucho – tomaron asiento, uno en frente del otro.