del azul al negro, reddie /stenbrough

Después de la pesadilla.

El club de los perdedores seguía en pie, “Eso” ya había muerto, o al menos era lo que querían pensar, aunque en el fondo todos y cada uno de ellos sabían que no era así, estaban seguros de que dentro de 27 años volvería, como había sido desde inimaginables tiempos, por esa razón habían echo la promesa. Pero por el momento “Eso” estaba durmiendo, así que solo trataban de estar tranquilos otra vez.

Seguían juntandose sí, era verdad pero no todos, a lo mucho habían estado 6 los últimos días o 5, pero los 7 no. La última vez que estuvieron todos juntos fue después de cortarse la mano con el vidrio de botella, después de hacer la promesa.

Se veían, pero ya no en los Barrens. Porque después de realizar esa poderosa promesa, después de que todos se fueran, Bill se quedó mirando a los Barrens por un rato a pesar de que ya estaba atardeciendo y pensó: “No quiero jugar ahí abajo nunca más” y fue un alivio para él saber que no tendría que volver en muchos años más.

Cuando estaban juntos se sentían bien, no había mejor compañía que ellos, por la simple razón de que fuera de ellos, nunca nadie entendería, ni creería por lo que habían pasado. Y no era para menos, por supuesto que nadie creería que unos niños se hubieran enfrentado a un payaso, y una araña gigante debajo de la ciudad. Esas son cosas de niños, y no habría razón para que un adulto lo creyera, no por nada los adultos son los que le dirían a un niño con miedo a los fantasmas y a las ‘cosas de niños'; “tenle miedo a los vivos, no a los muertos” porque no creen.

Se sentían más seguros, sabiendo que Henry Bowers estaba muy lejos de Derry. Y que Patrick y los otros estaban muertos, no estaban bien con como habían terminado los demás amigos de Bowers y mucho menos porque sus muertes habían sido obra de la maldad de “Eso”. Además quizá el verdadero y único problema siempre había sido Henry, era el de la mente retorcida y malvada. Creían. Pero era innegable que sentían más tranquilidad al menos para no cuidarse de ellos.

Siempre estaban alerta, “Eso” no se iba de sus mentes nunca, tenían miedo de que volviera a aparecer al abrir los ojos. Era una tortura, eso pensaba Stan todos los días. Tener miedo era lo peor que pudiera sentir.

                     1. Los 6 en el parque.

Esa tarde de agosto Bill fue el primero en llegar al parque, y así habría sido aunque no hubiera dejado de llover, porque ya no podía soportar estar en casa, estar con sus padres era sofocante. Desde la muerte de Georgie sus días en casa eran un infierno. A la hora de la cena lo único que se escuchaba era el sonidos de los cubiertos, y todo lo que deseaba era pararse e ir a  vomitar porque ese silencio le provocaba la peor sensación. Era como sí todo el amor que tenían sus padres se lo hubiera llevado Georgie, y ya no quedaba nada para Bill.
En casa todo dolía más que aquel silencio.

Todas las noches lloraba, resultado de tanto dolor acumulado a Mo largo del día.

A pesar de todo eso Bill no se rendía, el apoyo de sus amigos lo ayudaba a mantenerse. Todos sin dudarlo darían la vida por él, solo tenía que decir cuando. Bill tenía ese algo, por eso era el líder de todos. Lo amaban, con todo el sentido de la palabra.

Hacia calor en la ciudad, pero el viento era refrescante y aunque la lluvia ya había pasado se sentía su presencia en algún lado. Estaba nublado, pero a pesar de eso no era un clima que provocara tristeza, no al menos a la mayoría de los habitantes. El club de los perdedores siempre era un caso diferente.

Bill seguía sentado en una banca del parque llevaba una camisa azul de manga larga y unos shorts. Y por supuesto había llegado en Silver que se encontraba recargada en la banca, esa bicicleta era (muy)
importante.

Unos minutos después Bill tenía la mirada perdida entre los árboles, miraba las hojas sacudiéndose al ritmo del viento, y veía a los pájaros volar en conjunto, muchos de ellos acababan de salir del árbol. Todos esos sonidos y la sensación del viento lo hacía ir a otro lugar, no sabía a dónde pero lo hacía escapar de Derry y eso se sentía bien. Imaginar estar en otro lugar era casi todo lo que tenía.