The truth untold

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Las piernas de Jimin corrían lo más rápido que podían, teniendo en cuenta todas las raíces y piedras que tenía que esquivar. Se había convertido en una rutina y el rubio casi podría hacer ese recorrido con los ojos cerrados, por eso el hecho de que ya hubiese anochecido no lo interrumpía en su trayecto diario. Supo que la carrera llegaba a su fin cuando vio la muralla natural que rodeaba una parcela. El príncipe fue aminorando el trote poco a poco y trepó uno de esos árboles que protegían el territorio privado. Con cuidado bajó de él, quedando dentro. Caminó sigilosamente por detrás de unos arbustos hasta que lo vio. Entonces, sonrió.

A unos cuantos metros, un chico castaño vestido con ropajes humildes, regaba y cuidaba las flores que había a lo largo del jardín. Este contaba con numerosas plantas de diferentes tipos, flores con diferentes colores, algunas hierbas aromáticas e incluso pequeños árboles frutales un poco alejados, entre los arbustos que estaban cerca de la delimitación de la parcela. Hacía eso todas las noches, regaba, vigilaba y cuidaba sus cultivos, pocas veces cortando las flores o arrancando alguna de las hierbas. Nunca pronunciaba palabra alguna, quizás porque estaba demasiado sumergido en sus pensamientos como para pararse a decir algo, ni siquiera algún murmullo a sí mismo, nunca. Aunque Jimin lo había escuchado tararear alguna vez y por la manera en la que lo hacía, podría asegurar que la voz del joven tenía que ser suave y melodiosa, como una nana.

Y si algo apenaba a Jimin en estos momentos era pensar que nunca llegaría a descubrir como realmente sonaba.

Nunca se había acercado a aquel chico más que lo que esos arbustos lo permitían. Siempre lo había observado desde la distancia y sinceramente, era ese momento del día lo que lo mantenía vivo. El rubio siguió observando como el castaño cuidaba y mantenía su jardín. Por último, anotó, como siempre, varias cosas en un cuaderno que llevaba con él y cogiendo el pequeño farol que llevaba con él, se adentró en la casa que se encontraba en medio de la parcela. Eso daba final a la parte favorita del día de Jimin, quien se colocó bien su máscara y trepó el árbol por el que antes había accedido al interior del hogar de aquel joven.

***

-Alteza, ¿tiene usted puesta su máscara?

-Sí, puede pasar.

El sirviente abrió temeroso la puerta y depositó la bandeja con su almuerzo en la mesa, mientras evitaba encontrarse con la mirada del príncipe. Jimin estaba acostumbrado a ese tipo de trato, el cual era el más habitual seguido de miradas de pena y compasión por la "desafortunada" situación que el hijo del rey tenía que sufrir.

Muchas veces se preguntaba cómo había acabado en esta situación. Lo cierto es que sabía perfectamente las causas que lo habían llevado a esto, eran como un tormento que no abandonaba su mente. Lo recordaba cada vez que se colocaba la máscara, cada vez que veía pasar a esa gente que alguna vez consideró amigo y que ahora lo miraban como un monstruo. Y no podía decir que el destino lo había tratado mal, mas bien sentía que este era el suyo y por eso en ningún momento intento solucionar su situación, aceptándola con resignación y con miedo.

The truth untold (Jikook/Kookmin) [One Shoot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora