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Cielos nubosos, gente apilando varias bolsas, niños callados detrás de sus madres y unos cuantos en el patio principal esperando su comida diaria era lo que se podía ver en el refugio, incluyendo al pequeño grupo cercano a la puerta listo para salir a un nuevo día en el infierno.

—Okay chicos, nos preparamos para otra misión, recuerden lo más importante

Acomodó su mochila afelpada, Iida Tenya, de los pocos líderes en los que podrías confiarle tu vida sabiendo que tiene un plan para casi todo, con lentes rectangulares y personalidad igual de recta, familia influyente que por los tiempos ya no importaba y un gran corazón que se preocupa por su grupo, ya había visto a varios perecer por estupidez.

— POR NINGÚN MOTIVO SE SAQUEN LA MÁSCARA, no hagan ruido y no se separen a más de dos metros de su compañero y 10 metros de mi rango o ni Midoriya ni yo podremos atender sus heridas en caso de que ocurra algo malo.

Una cara seria con gestos que a las 2 chicas y el aludido los hacían reír, todos equipados, no como un militar de la más alta base pero si con lo distintivo por comodidad y seguridad, eran estudiantes civiles después de todo, no habría nadie con tremendo rango de guerra estando allí.

— Ya lo sabemos, no necesitas repetirlo cada vez que vamos idiota con lentes

— Pero es importante, si a alguno se le olvida o no obedece... ¿Cómo podremos protegerlos Kacchan?

La mirada entre nerviosa y divertida pertenecía a un joven algo desaliñado con pelo y ojos extraños color verde, su mayor rasgo irónicamente -al menos para los demás- eran sus pecas, quizá la persona más importante del equipo pero eso ni el mismo lo admitiría: Midoriya Izuku. En la unidad se necesitaba un experto en caminos, si se encontraba alguna irregularidad o amenaza era su deber ponerlo en el mapa, además tenía que velar por el cuidado médico del equipo entero, si algo le pasara su base perdería personal médico valioso, pocas personas saben de eso a pesar de ser muy importante.

— Hablas como si realmente nos fuera a pasar algo

Un suspiro grupal llenó la entrada, si los zombies pudieran escuchar una frecuencia de sonido menor quizá el rubio habría muerto primero, Katsuki Bakugo el que se encarga de mantenerlos a salvo, mapear y recolectar cosas como todos, el único cuya personalidad explosiva combina con su apariencia, ojos rojos y cabello rubio en picos desordenados, apodado "Al que quizá no podrías tolerarlo por mucho pero sabrías que es un gran compañero al momento de la verdad".

Y curiosamente era uno de los pocos que tenía pareja estable y la conservaba incluso antes de todo este problema si es así como se le puede llamar.

— Debemos irnos, no es momento de comenzar con peleas, mientras más rápido lo hagamos mejor

Los dos dejaron de verse, la chica apretaba los puños con emoción y determinación, Uraraka Ochako no podía esperar el momento de recolección, ella tenía una familia que alimentar y por supuesto si cubría la cuota o incluso la sobrepasaba podría comer primero, de todos al menos era la apariencia menos destacable, ojos y cabello corto café con mejillas algo regordetas, a Bakugo siempre le daba risa que priorizara la comida a pesar de saber la razón.

— Está bien, no podemos regresar con las manos vacías

Una dulce y despreocupada voz siguió mientras abría la puerta, Tsuyu Asui rompiendo el récord de familia numerosa viva no tenía o al menos aparentaba tener preocupaciones. Su aspecto le hacía parecer una rana, con el cabello largo de un verde más oscuro que el de Midoriya, se auto impuso ser la voz de la razón en caso de que Iida no estuviera y la que podía trepar mejor que nadie.

De inmediato todos guardaron silencio, explorar que todo esté bien y pasar desapercibidos en caso de tener una inesperada sorpresa, aquí no existen las charlas sin motivo, las risas y el sonido de cualquier animal o vehículo, aquí reinaba el silencio absoluto y el que se atreviera a romperlo pagaría con su vida o su humanidad.

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