Capítulo IX: Entrando Por Completo En Su Vida

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Cada parte de ti es el paraíso, tu voz me tiene atado.
Hasta que esté satisfecho con nuestras respiraciones agitadas aumentando.

Así con nuestros labios tocándose te haré volar alto.
Brillando de la cabeza a los pies
Tómalo con calma, tómalo con calma

No te vayas, no te vayas, una vez más
Me tomo mi tiempo para llevarte ahí
Si, justo ahí, ahh

Sé cariñosa conmigo, quiero probar más.
Como fuegos artificiales que no desaparecen después de empezar la fiesta.
Bien (bien, bien)
Si continúa, di "SÍ"
Hasta que la noche se haga día, vamos

Me tumbó en la cama y terminó de desnudarme. Me gustaba esa sonrisa traviesa que tenía en la cara, entonces, tomó mi miembro endurecido entre sus manos y comenzó a lamerlo de manera deliciosa, quise poner mis manos en su cabeza, pero me lo impidió mientras seguía devorándose por completo mi masculinidad. Me acosté por completo en la cama, disfrutando de sus húmedas caricias y mis gemidos se escuchaban por toda la habitación, al fin me estaba haciendo lo que tanto había querido y de qué forma, sentía su tibia boca absorber mi miembro sin parar, al tiempo que lo acariciaba con su mano y pasaba su lengua a todo lo largo.


Yo me mordía los labios ante las grandiosas sensaciones que me estaba provocando, no sé cómo pude contenerme y no gritar su nombre, que ya conocía. Cuando estaba a punto de terminar, ella se detuvo y me besó ansiosamente, entrelazando su lengua con la mía en tanto su mano se deslizaba por mi dureza y me hizo explotar en ella.


Se separó lo mínimo para tomar aire, quise besarla, pero seguía sin dejarme, así que hice uso de mi fuerza y logré tirarla en la cama colocándome encima de ella y la sujeté de las muñecas con fuerza, pero sin lastimarla, ella me miró confundida y yo me reí.


– Fue tu idea jugar rudo esta vez… prohibido tocar o prolongaré más la tortura – expliqué sobre sus labios.


La fui desnudando lentamente, al tiempo que la besaba y lamía, le quité la ropa interior con mi boca y después la giré para recorrer su espalda con mis labios, mi lengua y mis manos. Su respiración se volvió errática y después me suplicó que la hiciera mía, era lo que más había deseado todos estos días, pero quería embriagarme primero de su aroma, de su sabor, quería comprobar si me había necesitado tanto como yo a ella. Mientras me colocaba el condón, Isabella se acostó de frente y me tumbé sobre ella, pero sin penetrarla todavía, entonces volvió a suplicar.


– Necesito tenerte dentro ahora – exclamó demandante.

– ¿Me extrañaste? – pregunté entrando al fin en su cuerpo.

– Sí – respondió con un grito.

– ¿Cuánto? – inquirí mientras me movía suavemente.

– Mucho – dijo entre gemidos deliciosos que me excitaban más.

– ¿Mucho? – insistí disminuyendo la velocidad de mis movimientos.

Libre hasta que tú apareciste (Adrienx____)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora