D E S I E R E | Kim Seok Jin

Es sólo un trabajo.

Mientras Choo Hyun alistaba sus cosas en su mochila y terminaba de revisar su agenda, recibió una notificación en  la aplicación de su celular. "Ésta semana será muy pesada", y tenía razón, se acercaban los exámenes finales en la Universidad; mantener un trabajo, un promedio alto y la poca comodidad de su casa a su edad, era muy estresante. No obstante, cada cosa valía la pena, pocas personas  tienen el privilegio de estudiar algo que les guste y vivir solos en un apartamento decente.

La linterna de su celular parpadeaba; Choo Hyun, no podría estar orgullosa, pero ya no sentía pena, al menos no como la primera vez. Era muy famosa en esa aplicación, muchos comentarios la felicitaban o decían cosas bonitas acerca de ella y era algo muy extraño, ya que era algo así como el "oficio más antiguo del mundo", si saben a lo que me refiero. Prostitución. 
Hyun podría haber realizado otros trabajos, en realidad ya tiene uno, es mesera en una cafetería de mala muerte, ¿la paga? horrible, ¿el trato? peor. Entonces ¿que hacía ahí? A veces quería ser alguien común, quería empaparse del aire de la persona común. Una persona que no vendiera su cuerpo.

Choo Hyun, revisaba su perfil. 560 comentarios y 750 likes nuevos. Y no hablemos de la bandeja de entrada, era muy famosa para ser nueva en esa plataforma, la más deseada según los pocos que la han llegado a probar. Era lista, de hecho, revisaba los perfiles de las personas con las que hacía los tratos. Las reglas eran pocas, pero eran de gran importancia.

-No estar con nadie de la universidad o al menos nadie de un radio de 50 km.
-No fetiches que sobrepasen lo "normal".
-Se aceptan hombres, mujeres u otra identidad sexual.
-El pago es por adelantado y si se requiere algo específico tendrá que hacerlo saber con horas de -anticipación.

Era todo al menos, quería sentirse segura que no estuviese con un enfermo, o que en su Universidad no la pillarán por lo que hiciera. Revisó el perfil del último cliente. Ya era demasiado tarde. El teléfono vibró una vez más. Era una notificación del banco. Le informamos que debe hacer pago de sus últimos préstamos, esta será la última llamada. Estaba frita. No es que "vender" su cuerpo le molestara, pero no era algo de lo que quería sobrevivir.

Buscaba en su bandeja de entrada, desesperada, y finalmente, encontró a ese chico. Tez pálida, cabello negro, labios carnosos, ojos brillantes. "No parece un loco", pensó. Revisó su perfil: jin92, era su nombre de usuario y tenía 27 años, (La aplicación no admitía nombres reales por políticas de privacidad, pero si admitían una copia de identificación para las "servidoras", que sólo ellas podían ver) estaba limpio, nada raro.

Al hacer el trato, la servidora enviaba un mensaje de aceptación y se desbloqueaba la opción de hacer llamadas, esta opción se volvía a bloquear si la transacción estaba terminada. Hyun llamó a jin92, debió considerarlo, eran las 2 de la mañana, en el cuarto pitido pensó en colgar, una voz la desconcentró. "¿Hola?", su voz, un poco ronca, tal vez por el horario. Debía adentrarse en su alter ego.

-Cariño, disculpa por despertarte a estas horas, sólo te avisaba para acordar el lugar y la hora donde nos veremos y si deseas algo específico...- intentó decirlo con el tono sensual que utilizaba en estos casos, vivía sola, eso era un alivio -...por cierto si sigues teniendo esos sueños húmedos, soy Molly de DesiereApp, felicidades jin92, tendremos una cita.- sonreía aunque él no la observaba, ella sabía que era hermosa y deseable, sabía usar sus armas de una manera magnífica, cada movimiento, cada gesto.

Por otro lado Kim Seokjin al escuchar esto, sus ojos se tornaron voluminosos de lo rasgados que eran. ¿cómo era que tenía una cita con esta chica Molly? y ¿cómo es que tenía esta aplicación? Había una explicación tanto lógica para sus respuestas, se disculpó un momento con aquella chica que en definitiva había cautivado sus oídos y la puso en espera, pero aún estaba un tanto fastidiado por este percance que pasaba. Enojado, salió de su habitación en dirección a la sala, donde su hermana de 21 años dormía plácidamente. "Es el colmo".