Jayroy | No estás solo

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Martes, 28 de abril de 2020

Disclaimer: Red Hood and the Outlaws y Red Hood & Arsenal son series de cómics escritos por Scott Lobdell, ilustrados por Kenneth Rocafort y Dexter Soy, entre otros.

N/A: El primer OS que me atrevo a iniciar y terminar de esta pareja, cuya interacción me enamoró (y me trae loquita) desde el primer issue de RHatO y más tarde durante todo Red Hood & Arsenal. A todos aquellos que al igual que yo sienten cariño por esta pareja, espero disfruten de esta pequeña contribución al fandom. ♡♡

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Jason ha conocido a muchas personas a lo largo de su vida. Algunas extrañas, otras idiotas, unas cuantas agradables y pocas pasionales. Sin embargo, hasta el día de hoy, no ha sido capaz de encontrar a alguien que mueva su mundo de la forma en que lo hace Roy Harper.

Chicas como Bárbara e Isabel fueron increíbles en su momento, pero ni siquiera ellas han conseguido pasar en su mente la mitad del tiempo que Roy suele aparecerse por ahí. Aquel chico es un cóctel de emociones tan contradictorias, tan alegre aunque en silencio arrastre los pecados de su pasado; un manojo de acciones dulces y expresiones adorables, dueño de unos increíbles ojos verdes a los que le resulta casi doloroso negarles algo (aunque usualmente lo hace).

Roy es, sin duda, un caso especial.

En un pasado, quizá habría ignorado las emociones que ese idiota despierta en él, la sensación cálida que deja en su piel cada vez que lo toca, pero no ahora. Roy no es una persona frágil que su vida de antihéroe pueda dañar. Es su compañero, su mejor amigo y, más recientemente (bien, quizá no tan recientemente, pero jamás lo admitirá en voz alta), su amor platónico.

Todo aquello pasa por su mente mientras lo ve, enfundado en unos shorts verdes mientras se sumerge en el mar y pretende alcanzar a Kori, su ex novia. Y en ese tipo de aspectos encuentra otro que ama de Roy: sin importar las circunstancias, sin importar lo que ocurra entre él y sus amigos, jamás los deja atrás. No olvidará la ocasión en que el demente se adentró por su cuenta en 'Eth Alth'Eban, la ciudad sagrada de la Liga de Asesinos, e intentó rescatar su amnésico trasero de una muerte que creía casi segura.

No todo mundo haría eso por sus amigos.

Joder, si no se ha enamorado profundamente de aquel pelirrojo tan risible.

—¡Hey, Jaybird! —lo escucha exclamar, varios metros mar adentro—. ¡No seas un aguafiestas y haznos compañía!

Tampoco lo admitirá en voz alta jamás, pero aunque le gusta pensar que en el fondo es un lobo solitario, no podría alejarse de Roy aunque quisiera. Por ello, justo ahora, no se negará el momento de tranquilidad que sus ajetreadas vidas de forajidos difícilmente les conceden.

Reprime con éxito la sonrisa que intenta escapar de sus labios y se adentra en el mar sin prisa, como si poco le atrajera perder su tiempo en algo tan trivial cuando, en realidad, la idea no le desagrada. La temperatura del agua es adecuada y fresca, arrancándole el calor que el sol abrasador de la costa pudo haberle provocado.

—Pareces un poco perdido en tus pensamientos, Jason —apunta Kori mientras se acerca a él.

—Jaybird siempre tiene algo nuevo y peligroso en mente —bromea entonces Roy—. No sería nuestro oscuro y problemático Red Hood si no lo tuviera, princesa. Siempre hay otra misión.

Un nuevo trabajo no es lo que inunda sus pensamientos (al menos por el momento), aunque no es como si fuera a hablar de ello aún.

—¿A quién atraparemos ahora? ¿Alguna leyenda antigua que se esconde bajo las camas de los niños y los roba por las noches para convertirlos en soldados malvados? ¿O quizá a un súper villano de tu pasado que...?

—Roy, cállate —dice, para sorpresa de ninguno, al mismo tiempo que Kori.

—Hablas tanto a veces, que eres... ¿Cómo le llaman ustedes los humanos? Parlanchín.

Roy observa a la chica durante largos segundos, con una fingida expresión herida que cualquiera, incluso sin conocerle, podría descifrar, porque el chico es sincero hasta tal punto, de diáfana personalidad incluso cuando no lo pretende. Entonces, se ríe. Es una carcajada fuerte y clara. Quizá por la bonita expresión confundida de Kori, o quizá porque, incluso entendiendo el idioma, la chica suele bregar con las palabras más simples.

Tampoco lo dirá en voz alta, ni en un millón de años, pero podría hacerle un altar a la princesa tamaraniana por causar en Roy una reacción tan bella, por hacerlo tan feliz incluso sin esforzarse. Porque entonces, sin demostrarlo, puede contagiarse de un poco del optimismo de Roy y sentirse pleno porque el pelirrojo se siente así, y para alguien que vive un día a la vez, eso es un regalo.

No ha salido de su trance, cuando una presión cálida contra sus labios lo arranca abruptamente de él. Esta vez no es Koriand'r quien lo besa, sino Roy, el Roy Harper (el único que conoce, de cualquier forma), que con los ojos cerrados y las manos acunando su cara, prolonga el contacto durante largos segundos antes de separarse.

Puede jurar que nunca se ha quedado sin palabras como en ese momento.

—¿A qué ha venido eso? —pregunta Kori, confundida.

—Nuestro Jaybird parecía perdido en batilandia —se excusa—. Sólo quería recordarle que no está solo, porque siempre estaremos aquí para él.

—¿No es eso lo que yo dije hace meses? —devuelve la chica—. También eres un copión, Roy.

Lo siguiente que ocurre es una sorpresa para sus compañeros, incluso para sí. Por primera vez, se desconecta, no de la forma en que hizo cuando murió o cuando se encuentra en medio de una pelea que requiere de todo su esfuerzo, sino del tipo en que deja que aquella maldición llamada sentimientos, esta vez embriagada de la sonrisa de Roy, tome el mando de sus acciones. De un segundo a otro, ahora es él quien acuna entre sus manos el rostro de Roy para acto seguido besar sus labios, con más fervor del que éste imprimió en el primer roce, destilando una pequeñísima porción de la pasión que se promete demostrarle de a poco, un peldaño a la vez.

Por ahora, se conforma con ese intercambio que tan corto le ha parecido.

—Creo que rompiste a Roy, Jason —murmura Kori cuando él se separa de un pelirrojo sonrojado y desconcertado.

—Sólo demostraba que recibí su mensaje —se excusa, restándole importancia al asunto—. Sé que no estoy solo.

No estás solo [Jayroy One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora