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Hoy era un día importante para Raquel. Hoy empezaba una nueva etapa en una academia nueva, lo que implicaba gente nueva y cambios, muchos cambios.

El ruido del tren, el cual le llevaría a la plaza donde se situaba la academia, le impedía poder disfrutar bien de la música que estaba escuchando, pero eso a Raquel no le importaba. En su cabeza solo pensaba en la cantidad de nuevas oportunidades que supondrían para ella ir a esta academia donde no iba a conocer a nadie, pero tenía ganas de estrechar vínculos con nueva gente.

En cuanto menos se dio cuenta, ya estaba enfrente de su nueva academia y a medida que era consciente, caminaba para dirigirse a la clase que le habían asignado.

Finalmente llegó a su destino y para su sorpresa, fue la primera en llegar. Ni tan solo el profesor había llegado.
Decidió sentarse en la cuarta fila para pasar un poco más desapercibida, pues ella era una persona que no le gustaban las multitudes ni ser el centro de atención, de hecho, lo odiaba.

A los cinco minutos la clase ya estaba llena, o eso creía ella hasta que vio aparecer por la puerta a una chica alta, pelirroja, con unas facciones de la cara muy marcadas y pisando la clase con fuerza, y detrás de ella la seguían dos chicas. Raquel analizó a la pelirroja desde su asiento hasta que esta se acercó a ella, dado que el el único asiento libre era el de su costado.

— ¿Nueva, verdad? — Preguntó la pelirroja dirigiéndose a Raquel.

— Perdón, ¿me hablas a mi?

— ¿A quién sino? No hay nadie más en esta fila. — Calló unos segundos — Bueno que, ¿eres nueva o no?

— Sí, soy nueva. Mi nombre es Raquel. ¿Y tú eres...?

— Alicia. Soy Alicia. Encantada.

Raquel asintió y se centró a seguir la clase ya que el profesor acababa de aparecer, pero a los dos minutos la voz de su compañera volvió a interrumpir.

— Oye, ¿por qué no te vienes esta noche a una fiesta? Es de bienvenida, así conoces a gente nueva.

— No soy mucho de fiestas, pero gracias por la propuesta.

— No te lo estoy proponiendo, te estoy invitando. La fiesta la hago yo.

— Como ya he dicho anteriormente, no soy mucho de fiestas.

— Que humos tiene la gente nueva. — Balbuceó Alicia.

Raquel la escuchó pero no hizo caso a tal comentario. No pretendía ser amiga de Alicia y de hecho a primera vista se notaba lo muy diferentes que eran ambas.

Alicia era un chica dura, impulsiva y sobretodo, decidida. Cuando algo se le metía en la cabeza luchaba por ello hasta conseguirlo, y nunca se rendía ante nada.

Una vez más, Alicia interrumpió en los pensamientos de Raquel.

— Mira, no quiero insistirte pero estaría bien que vinieses. Se te ve la típica chica lista de la clase con pocos amigos y quiero ayudarte.

— ¿Disculpa? — Pronunció Raquel con una mirada fría hacia ella. — No me conoces de nada y tampoco vas a hacerlo después de esto.

Alicia hizo una mueca y lo dejó pasar. Al rato cogió un papel pequeño y anotó su número de teléfono y lo acercó a la mesa de Raquel.

"Por si cambias de opinión, aquí tienes mi número."

Raquel, sin darle importancia, guardó el papel y al acabar la clase se dirigió a la estación de tren para volver a casa.

Ya en el tren, escuchando música con sus auriculares y leyendo uno de sus libros favoritos, alguien por detrás tiró suavemente de un cable del auricular hasta quitárselo, lo que provocó cierto susto en el cuerpo de Raquel.

— Que capricho del destino que hayamos coincidido en el tren, ¿no crees?

Era Alicia, pero esta vez sola. Raquel bufó y volvió a colocarse los auriculares.

— Estás siendo muy maleducada para lo correcta que eres. — Dijo Alicia ya sentada a su lado.

Raquel se quitó los auriculares y procedió a contestarle.

— ¿Qué quieres Alicia?

— Nada. Quizás que vengas a la fiesta, no lo sé. Pero querer, no quiero nada. — Dijo con un tono de burla.

— Mira Alicia, voy a dejar las cosas claras. Yo aquí he venido a estudiar y conocer a gente nueva, pero a ti no. A primera vista ya se ve lo muy diferentes que somos, así que por favor, a partir de mañana, no quiero verte más.

— Pues mira Raquel, siento decirte que las mesas han sido asignadas para todo el curso con las posiciones donde cada uno estaba sentado, así que me vas a ver mucho más de lo que crees.

A Raquel se le ruborizó el cuerpo entero. No le iban nada las personas duras como aparentaba ser Alicia. Chocaba demasiado con ese tipo de gente.

— Bueno Raquel, me quedan dos paradas. ¿Me vas a decir si vendrás o no?

Raquel al escuchar cuantas paradas le quedaban se quedó hecha piedra. Ambas viven en el mismo pueblo y probablemente la iba a tener que aguantar cada día en el tren además de en clase.

— Ya he dicho que no. — Contestó con cierta frialdad Raquel.

— Si cambias de opinión escríbeme. — Dijo Alicia con aires de superioridad bajándose del tren a la par que Raquel. — Anda, si encima vamos a compartir asiento en el tren cada mañana.

— Adiós Alicia. — Dijo Raquel alejándose sin dejar que contestase.

De camino a casa, a Raquel le dio tiempo de pensar mucho en el primer día que había tenido de clase y en esa chica tan directa que había conocido, y antes de arrepentirse, lo decidió. Se armó de valor y decidió escribir a Alicia.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2020 ⏰

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