Prólogo.

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—Tengo algo que decirte —me dice un poco inseguro.
—¿Sí?, dime — Trato de brindarle un poco de seguridad mientras pongo mi mano en su hombro.

—Perdón, ya sabes... Por haberte roto el corazón.

Lo que dice me extraña un poco pero el no lo nota porque está mirando mi mano.

—¿Eso es lo que piensas?

Le pregunto con una seguridad al hablar que me sorprende y al parecer a él también ya que me mira y se queda sin hablar y solo asiente con un movimiento de cabeza. Me río, pero no porque me de gracia si no de ironía  porque de todas las veces que me imaginé esta conversación no creí que fuera a terminar así.
—Pues te equivocas— le digo con indiferencia. —Tu no me rompiste nada. Me lo rompí yo sola por haber creado una fantasía en donde lo único que tú me dabas era esperanza y yo creaba toda la ilusión, no te des el crédito porque no te lo mereces, así que si eso te da paz...

Guardo silencio unos segundos para ver si dice algo pero el solo me observa con los ojos cristalizados. Siento que mueve algo en mi pero muerdo mi lengua para mantenerme firme en lo que voy a decir.

—Puedes irte tranquilo, pero está vez no regreses, no necesito nada de ti, déjame vivir y vive tu vida —le aseguro.

Con eso último dejo de verlo para darme lo vuelta y caminar a la entrada de mi edificio.

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