¿Es que en Guatpad no existen las sangrías?

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          Legosi yacía en la camilla de la enfermería mientras veía marcharse a la mujer por la que ferozmente luchó anoche, quien dirigió una amarga mirada y agria despedida al lacerado lobezno. Ya tomaba el pomo cuando la puerta se abrió tímidamente, obligándola a retroceder y dejando ver a Juno, compañera de club de Legosi. Haru se escabulló por el costado de la loba, pero no se libró de unos tenaces ojos que, de soslayo, la contemplaban con sumo recelo. Sin más demora tras cerrarse la puerta tras ella, se dirigió al encamado.

– Legosi – declamó, esperando obtener alguna respuesta –. ¿Cómo están tus heridas?

– Ya están cicatrizando – respondió vagamente observando su regazo.

– Es estupendo, cualquier otro hubiera salido peor tras enfrentarse a todo el Shishigumi. Me alegro mucho de que ya te estés recuperando.

           Juno percibió la vacua mirada de Legosi y antes de percatarse, ya había aposentado su zarpa sobre la del lobezno. Era grande y cálida a pesar del lamentable estado en el que se encontraba.

– Juno – orientó su vista a su zarpa y a unos ojos que rezumaban tristeza y alegría –, ¿y tú cómo estás?

– Estás vivo y estoy contigo, no puedo decir otra cosa que feliz.

– Tus ojos no dicen los mismo.

– ¡Ah! – apartó inmediatamente la vista – ¿Por qué lo dices?

– Perdón – Legosi no se sentiría cómodo diciendo que los ojos son el espejo del alma–, fue instinto.

          Juno retiró su garra y ambos quedaron rodeados por el silencio. Hasta que pasados diez segundos Juno decidió romperlo.

– Te quiero.

– ¿Hm? – Legosi no pudo procesar al instante – ¡¿Eh?! ¿A qué te refieres?

          Los vacuos ojos de Legosi se hinchieron de desconcierto. ¿Había escuchado bien? ¿No le fallaba el oído?

– Eres el único... – Juno no podía separar sus ojos del suelo –, el único lobo que he conocido tan considerado, amable, fuerte y justo y me siento muy tranquila a tu lado.

         Legosi no daba crédito a sus oídos, ¿una chica se le estaba confesando? ¿A él, a quién todos temían?

– Juno – Legosi se sosegó un poco tras la brusca noticia –, ¿sabes qué es el amor?

– ¿Amor? – quedó contemplativa ante el concepto – No sé qué otra cosa puede ser esto que siento, Legosi.

«Así que eso es amor, no se parece a los nervios y ansiedad que yo sentía con Haru», dijo hacia sus adentros – ¿No estás nerviosa estando conmigo?

– No realmente – respondió con una sonrisa honesta –, me gusta hablar contigo.

«¿Quién sabe?, es posible que haya estado errado todo este tiempo. Ya me lo dijo Gouhin, pero en su momento mis sentimientos me confundieron. Juno acaba de confesarse y está muy tranquila, ¿es esto entonces amor?» Ambos hicieron contacto visual.

– Juno, para mañana ya debería poder salir de esta camilla, ¿querrías ir a tomar algo un día de estos?

– ¡Sí! – el rostro lupino se encendió como una vela y se ruborizó como las plumas de un loro – ¡Me encantaría! ¿Te parece mañana mismo?

          Legosi dejó esbozar una muy vaga sonrisa sorprendido por el repentino ánimo de Juno.

– ¿Entonces mañana a las cinco nos vemos en la entrada de la escuela?

– ¡Allí estaré! – se encaminó a la puerta de la enfermería con pasos gráciles y alegres – ¡Hasta mañana, Legosi! ¡Mejórate! – y cerró la puerta, no sin mantener el contacto visual con Legosi todo el tiempo posible.

– Ay, ¿quién iba a decirlo? Mañana voy a salir con Juno. Espera, ¿es esto una cita? – contempló el albo techo pensando en voz alta –. ¿Es una cita, seguro? Nunca he tenido una cita antes, ¿cómo son? ¿Realmente esto lo es? ¿Por eso estaba tan contenta? ¡Maldición! ¡Ahora no tengo nada claro! ¡Seguro que me falta sangre para pensar por la pelea!

«En fin, esto saldrá como tenga que salir.»

Y abrazó el regazo de Morfeo hasta el día siguiente.

Beastars - Legosi x JunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora