CAPITULO 41

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SINGTO'S POV

Sol nació la madrugada del 17 de noviembre, pesando alrededor de mil ocho cientos gramos y midiendo cuarenta centímetros aproximadamente. Frágil, pequeña y prematura. Tenía la miradita azul llena de vida, además de una preciosa nariz refinada y su carita hinchada. Una vez Samuel me la entregó, entendí la razón por la cual caí enamorado de ella, era como tener a un pequeño ángel en mis brazos.

Antes de irse, Samuel me dejó en claro la razón por la cual no la oía gritar: Sol nació muda desde el primer momento en que llegó al mundo y lo más probable era que se debiera a una mal formación en el hemisferio izquierdo de su cerebro, sin embargo, cuando abría sus ojitos y miraba a todos lados, apenas removiéndose con aparente incomodidad, no era más que una bebé hermosa y tan encantadora, que hasta el beta se quedó admirándola por largos segundos, preguntándome si podía ser él quien le diera su baño. Por suerte no lo hizo en serio, estaba seguro de que sabía lo que le diría.

Samuel me dijo que Krist solo había caído víctima del cansancio, que necesitaba recuperar su fuerza de una forma u otra y para eso tenía que descansar. Así que, después de agradecerle y de verlo irse, lo primero que me encargué de hacer fue de limpiar el desastre, cambiar las sábanas y acomodar a Krist junto con Sol en la cama con unas frazadas completamente nuevas. Para mí no fue difícil calmar a mi pequeña hija, era simple lógica e instinto, por lo que la acomodé con mucho cuidado sobre el cuerpo de Krist y ella se tranquilizó al instante, como si el latir del corazón de mi omega fuera la mejor canción de cuna que podía escuchar.

Lo siguiente fue correr a abrirle la puerta a Fiat y traerlo a la habitación antes de que Krist o Sol hicieran algún movimiento siquiera. Nuestro pequeño alfa gateó hasta la cama y la señaló, preguntándome si ella era Sol. Al confirmárselo, él sonrió y se acercó para darle un besito sobre la nariz y sobre la frente, logrando que su hermana se remueva nuevamente, pero se tranquilice después, apenas moviendo su pequeña boquita.

Fiat durmió con nosotros esa noche, sin embargo, yo no cerré los ojos hasta que Krist abrió los suyos y me sonrió con cansancio, al fin tomando a la pequeña Sol con sus manos y acomodándole de mejor manera sobre su pecho. Nuestra niña, por instinto, buscó su propio alimento hasta conseguirlo y sacarle una pequeña queja a su padre. Me incliné para besarlo, rozando mi nariz con la suya, suspirando tranquilamente.

"Buenos días, dormilón." Le dije con ironía, debían ser la una o dos de la madrugada. "¿Cómo te sientes?"

"Cansado... Y apenas puedo hablar." Rozó su nariz con la mía. "¿Cómo está ella?"

"Muy bien, dijo Samuel que es una pequeña muy fuerte." Suspiré, sabiendo que tenía que sacar el tema lo más pronto posible, aunque si Krist estaba lo suficientemente despierto para oír mis pensamientos, quizás ya lo sabía. "Pero, bueno... Ella es..."

"Perfecta." Me cortó, mirándome a los ojos. "Sol es perfecta, Singto." Le sonreí.

"Lo sé, algo tuyo tuvo que sacar ¿No, perfecto omega?"

Durante los siguientes días las cosas fueron de bien a mejor e incluso a excelente. Fiat perseguía todo el tiempo a Krist o a mí, al que tuviera en brazos a la pequeña Sol, mientras él repetía su nombre una y otra vez, y no paraba hasta que los ojitos que aún venían borroso se centraban en él, solo entonces Fiat le sonreía y le entregaba todos sus juguetes, absolutamente todos, incluso los carritos que tanto amaba y las figuras coleccionables de Bob Esponja. Él solo quería ver a su hermanita sonreír.

Sinceramente, a veces pensaba que Krist y yo habíamos desaparecido para él y ahora se centró en su hermana, pero no nos molestaba, no podíamos esperar una reacción más hermosa que esa, ya que Fiat era un pequeño alfa completamente sobreprotector.

THE PERFECT OMEGA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora