O25

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     Sangre. El suelo se tiñó de rojo carmesí. El mismo líquido bañaba mi rostro y había manchado las prendas pulcras que habían sido. El olor metálico parecía cooperar con el impacto de ver a un hombre muerto, paralizándome. Casi había olvidado respirar; lo hacía irregularmente.

     Limpié la parte de mi rostro que permanecía con aquella sustancia. Ensucié mis manos, y me hizo sentir tan repugnante. Arranqué el lino que me cubría y me sequé con él, ignorando que, cerca, alguien estaba en un enfrentamiento interno mayor que el mío.

     Un sonido estridente resonó por toda la pequeña celda, sacándome de mi trance. Giré mi cabeza rápidamente y comencé a balbucear cosas ininteligibles al ver a la persona que había dejado caer la espada. Sus ojos no se apartaban del cuerpo inerte de DongYul, que no dejaba de sangrar del cuello.

     —Tú... —susurré.

     SeokJin. Mi hermano. Su propio hijo, de sangre, de apellido. Su primogénito había acelerado su proceso de camino a la muerte.

     SeokJin lloraba con amargura, no creyendo lo que acababa de hacer. No debería cargar con esa culpa si yo hubiera enfrentado como debía a DongYul. Yo tenía razones para odiarlo, y aunque a TaeHyung y SeokJin pudo haberles causado algún tipo de daño, era su padre. No podía siquiera imaginar el dolor que SeokJin estaba experimentando.

     —Jin... SeokJin —le llamé.

     Él me miró con los ojos húmedos y la mandíbula marcada por la fuerza que ejercía. Mas pronto su vista descendió nuevo a su padre.

     —Tienen que irse —dijo con voz firme, sin mover su mirada del cadáver.

     —Te matarán. Tenemos que irnos todos. Leonore puede dirigir la manada, pero los fieles de tu padre nos asesinarán —razoné.

     A diferencia de él, yo no podía regresar mis ojos a DongYul.

     —Hace unas horas me proclamaron legítimo sucesor de mi padre. —Su voz comenzaba a quebrarse—. Me quedaré, pero NamJoon, TaeHyung, JungKook y tú se tienen que ir de aquí.

     —Jin...

     —Si me cuestionan o a ti, mi padre murió en una lucha contigo que él mismo inició. Solo nosotros sabemos de esto, JiMin, y para evitar rumores, tienes que irte. ¡Ahora!

     Asentí repetidas veces y me disculpé con él por todo. No podía evitar sentir culpa, esperaba que no me odiase por eso.

     Salí con sigilo de la celda y corrí hasta llegar al pasillo que daba a la puerta trasera. A lo lejos, escuché que SeokJin explicaba a los guardias de lo sucedido y sus pasos se perdieron. Supuse que él reuniría al Concejo para informarles y también a su madre. Para cuando terminen, nosotros tendríamos que estar lejos.

     Llegué a la salida y vi a JungKook junto a TaeHyung y NamJoon.

     —JiMin. —TaeHyung se me acercó—. Gracias a la Luna, NamJoon nos dijo que papá quería matarte.

     Lo separé de mí y lo vi a los ojos. Quise transmitirle mi pesar por él, pero no pareció captarlo. No quería decirlo, no así, pero no había tiempo.

     —DongYul... murió.

     Hubo tres reacciones distintas, pero la de TaeHyung me sorprendió. No lloró, no se derrumbó, tan solo cerró los ojos y suspiró. Agitó la cabeza y sonrió débilmente.

     —Vámonos. —Fue todo lo que dijo.

     JungKook y yo asentimos y comenzamos a caminar hacia los arbustos para desvetirnos y tomar forma de lobos, pero NamJoon no nos seguía.

Lemon Tree ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora