En busca de Romeo

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-Padre no es justo, todas las chicas del condado van a ir a ese baile. ¿Por qué no puedo ir yo?-

- Julia! Sabes muy bien el problema que tenemos con esa familia-

-Padre dejeme ir, le prometo que nadie se enterara que he estado en casa del capitán Weinberg, !Yo solo quiero ver a Carlos!-

- ¿Que acabas de decir? Ahora ya si que no irás a esa maldita fiesta-

El conde le castigó encerrada en la torre del castillo con la puerta cerrada con llave.

Tenía un poco de pergamino, tinta y una pluma así que decidó empezar a dibujar. No sabía exactamente que acabaría saliendo de ahi. No tenía la más mínima idea que dibujar, cuando quiso darse cuenta había hecho un retrato del hijo del capitan Weinberg. Cayó dormida al poco rato de estar mirando el dibujo.

Esa noche soñó con la primera vez que vió a Carlos. Fue en la clase de música años atrás. Iban por primera vez a tocar el piano. Por aquel entonces el padre de  Carlos solo llevaba unos meses como capitán del condado. El padre de Julia como Conde del territorio le escogió por sus méritos aunque en verdad no se llevaran muy bien. Lo que hizo que se odiaran eternamente fue cuando el Conde vio a Carlos y Julia dándose un beso. Carlos y Julia tuvieron sus respectivos castigos. Pero saber que no se iban a volver a ver era lo que tenía a Julia muerta en vida.

Julia soñaba cada día con aquel beso, con aquel día que pasaron juntos en el bosque sin tener que esconderse de nada ni de nadie.

A la mañana siguiente fue al pueblo con su madre. Una vez a la semana se dejaban ver por la ciudad cosa que Julia adoraba. Vio entre toda la multitud a Carlos, el cual ya la había visto antes.

-Madre voy a mirar que tienen por allí-

-Ten cuidado-

Se escondieron en un callejón.

-¿Cinco minutos?- dijo Carlos

-Ya me da igual el tiempo, solo quiero saber como estan tus heridas del castigo-

-Bueno ya son solo cicatrices-

-Fue culpa mía-

-No, solo que deberíamos aprender a escondernos mejor- dijo el hijo del capitán.

- Y si nos vamos de este sitio?-

-No sería buena idea-

-Pero no siempre las buenas ideas son las correctas-

- Sería una imprudencia que ninguno de los dos podemos cometer, además me gusta esto de tener que esconderme en callejones, ya sabes estamos muy juntos-

Julia se ruborizó, Carlos se acercó más para darle un beso.

-Tu no te impacientes que ya queda menos para que nos vayamos lejos de aquí, tal vez unos años o días quien sabe-

Carlos se fue corriendo de allí y Julia salió lentamente del callejón por el otro lado.

Esa noche había una cena familiar en el palacio, cosa que no era del agrado de Julia. Eran más de 100 personas en esas cenas. Por suerte su castigo seguía en pie su castigo lo cual ella estaría en la torre mientras abajo cenaban.