El día empezaba para él...
Con sus ojos entrecerrados se descubrió abrazando una almohada. Y abriendo un poco más los ojos, y levantando lentamente la vista, miró el reloj que exclamaba las 9.15 am. Tuvo la sensación de que era tarde, pero sin la noción de saber por qué o para qué. Pronto sintió que ella ya no estaba, aunque su respiración parecía seguir allí entibiándole el pecho. Aún sentía cómo su mano suavizaba sus mejillas y, aún más, esa sensación de los labios fríos besándole la frente.
Se sentó en el borde de la cama, como si fuera la escena triste de una película dramática, y miró el suelo. En realidad, su mirada se dirigía hacia allí, muy fijamente, pero no lo veía. Estaba en una especie de trance, pensando.
De no ser por el viento, que hace vibrar la ventana, esa habitación parecía estar en una pausa impetuosa.El sol, colándose por entre las cortinas, llenó de luz el lugar. Pero a él le resultaba tan vacía y oscura esa habitación silenciosa, sin ella. Pronto él abrió la ventana y dejó que entre el aire puro, para no asfixiarse en su nostalgia. Sin embargo no era el aire lo que respiraba sino los olores del sueño que tuvo durante la noche. Un sueño tan real que todavía sus sensaciones creían seguir soñando.
Bien sabía él que sólo había sido eso, un sueño lindo del que ya despertó. Pero no alcanzaba a entender por qué seguía sintiendo la sensación de que ella se había ido muy lejos y, lo que le resultaba peor, que ya había sentido esto antes, varias veces...