Los días avanzaron con premura, aunque fueron de mucho sudor y esfuerzo, sobre todo para Amelia, quien consiguió trabajos esporádicos casi a diario.
Volvió a trabajar estacionando autos, cortando césped, barriendo una peluquería, pintó una casa, entre otros. El dinero que obtuvo como apremio por ello no fue mucho, pero de todos modos le serviría, ya que tenía la idea de invitar a Tom a cenar, después de todo, se debían aquella primera cita.
La tarde del veintidós de agosto, Amelia tomó el vuelo a Inglaterra, esta vez en compañía de una maleta propia, que había sido un regalo de la madre de Faith. Aquella valija nueva no era lo único diferente para ella, ya que ahora tenía un pasaporte y una identificación con un nombre distinto, Amelia Wiśniewski.
Cambiar su nombre no había sido difícil, la madre de Faith le dio los formularios e hizo el trámite completamente gratis, al parecer, Faith le había hablado de Amelia, y la mujer sentía que ambas compartían ciertas similitudes, al tener las dos raíces culturales externas al país a franjas y rayas. Después de todo, la cuestión en sí no tenía un costo mayor a cuarenta dólares, y la abogada pensó que no cobrarle sería un gesto amable.
El vuelo le pareció corto, había tenido una semana bastante difícil, trabajando y moviéndose de aquí para allá, por lo que durmió casi las diez horas del total del viaje hasta Londres.
Recogió su equipaje, y caminó por un largo pasillo.
Aún estaba cansada, aunque hubiese dormido mucho, se sentía desanimada y somnolienta, pero cuando salió hasta la sala principal del aeropuerto y vio a Tom esperándola, todos los sentimientos negativos abandonaron su cuerpo. El inglés la buscaba con la mirada, entre tantas personas debe haber sido difícil para él encontrarle, pero para ella no fue tan complicado, ese sujeto era inconfundible. Venía vestido con una chaqueta de cuero negro que le sentaba muy bien, y entre sus manos sostenía un cartel, en el cual se leía "Moró Mou", pero eso no era lo único especial en él, ya que su cabello medianamente largo era negro, al igual que sus cejas, lo cual lo hacía ver muy pálido, cualidad que se acentuaba al estar rasurado.
La estaba esperando, estaba ahí por ella, como tantas otras veces, y siempre, como la primera vez, le pareció increíble que fuese así, un tipo de su porte, esperando a una mujer como ella.
La vio, cuando estaban solo a unos metros de distancia, le sonrió mientras levantaba el cartel y lo agitaba con alegría en su dirección. Quería que lo viera bien, pero ella ya lo había encontrado desde hace un buen rato atrás.
Él dio un par de pasos en su dirección, y ella dejó su maleta para darle un abrazo.
—¡Tienes el pelo negro! —gritó emocionada.
Tom comenzó a reír.
—Bienvenida a Inglaterra, el lugar donde a nadie le importa lo que hagas...
Ella se despegó de él y lo miró sonriendo, sin entender lo que había dicho.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó.
Tom se acercó a ella y le dio un pequeño beso, tomó su maleta, y con la otra mano entrelazó sus dedos con los suyos.
—Aquí es diferente a Estados Unidos... y bueno, nunca he estado en Rusia, pero sé que también es distinto...
Comenzaron a avanzar a través de la multitud. Muchas personas miraban a Tom, y algunos le tomaban fotos con disimulo. Aquello era algo que a Amelia no le molestaba, cantidad de veces, por la mañana, cuando salían a trotar juntos, las personas se detenían para tomarle fotos, y a veces le pedían autógrafos cuando se lo encontraban en el local de comida rápida. La verdad es que, a pesar de que le pareciera extraño, no era algo que le hastiara, él era famoso, la gente lo admiraba y era un impulso natural para ellos hacer algo así, además, hasta donde ella sabía, a Tom eso no le molestaba.
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Panacea Universal
Fanfic❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...