Capítulo I.

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Las mañanas siempre han sido pesadas para mí, me cuesta mucho levantarme e ir al colegio cuando realmente no tengo muchas ganas de ir, hoy no puedo faltar, mi madre ya me lo ha advertido que si sigo faltando a clases me sacara del instituto para ponerme a vender limón y ni loca vendo limón, no es mí fuerte, lo mío es vender papayas. 

—¡Cariño, baja el desayuno esta listo!—el grito de mi madre se escucha por toda la casa y eso significa que se me esta haciendo tarde para irme al instituto. Al menos ya estoy bañada pero aun me falta vestirme, que fastidio, escojo algo no muy feo de mi armario, medio me peino y salgo disparada para la cocina.  

Cuando ya estoy a punto de llegar a la cocina escucho a mis hermanos pelearse por unas salchichas, esperen, ¿salchichas? Son mis salchichas y esos haraganes no deben tocarlas, ya me escucharan y mi madre también, por permitirles tal osadía. 

  —¡Esas salchichas no son de ninguno de los dos!—siseo cuando entro a la cocina y me encuentro con la imagen de mis hermanos atragantándose, prácticamente, todo el paquete de salchichas. Odio rotundamente que tomen mis cosas, son mías, posesiva.

  —Mamá dijo que podíamos comerlas, así que te callas—dijo Marvin, con sonrisa de ganador. ¿Dónde estas madre? 

 —Pero son mías, de nadie más—chilló como niña pequeña. 

  —Eres bien posesiva con la comida—comento Jonathan con una mueca en su boca 

—¡No lo soy!—Quiero llorar, estoy bien mal por estar lloriqueando por tonterías—. Ya no quiero pelear más. 

—Nadie esta peleando, tú solita te alteras—esta vez es Jonathan, con sus comentarios "bromistas". 

—Bueno, sí, ¿y qué? Yo solo quiero comida y ya se me hace tarde pedazos de burros y lo peor es que uno de ustedes dos me tiene que llevar. 

Los dos se miraron entre sí, cómplices de la maldad, como los odio.

—Se daño la motocicleta así que burra menor te toca ir caminando y ya se te hace tarde—dijo Marvin con una mirada inocente, maldito, si él también tiene que ir, tiene que ser por una chica, ya esta. 

—¡Mandriles! Ojala nunca les prenda esa chatarra que llaman moto. 

Salgo disparada como alma que lleva al diablo, necesito llegar a tiempo y a primera hora me toca bloque de matemática, no me puedo permitir perder su clase, no quiero ir a nivelación ni a la escuela de verano, no creo que mi madre se crea el cuento que tengo que volver a ir a un campamento de reforzamiento a una estudiante ejemplar, se lo come una pero dos veces no. 


Ya casi llegando, recuerdo que no alimente a mi gato, Black, espero que esos soburros lo alimenten o ya verán. 

Mis piernas arden de la corrida que me he pegado desde mi casa hasta el salón, por lo menos el profesor no ha dado señales de vida y ojala no se piense aparecer por estas dos largas horas, no hice la tarea de matemáticas que dejo la vez pasada y de seguro que cuando entre va a llamarme en seguida, me la tiene velada, por eso espero que no llegue. 

Se abre la puerta y mis esperanzas quedan en el piso, cierro los ojos y me apoyo en el pupitre, lo peor es que me coloco en las partes de adelante y posiblemente ya me vio. Se valiente, no seas una cobarde, muestra que tienes unos ovarios fuertes. Alzo poco a poco la cabeza, yo me esperaba cualquier cosa hasta el profesor en piyamas pero no a él y su bella mata de pelo azabache que me vuelve gelatina ¿por qué rayos no viene el profesor?  Siento que mi cara arde y no puedo aguantarme la vergüenza, es un chico muy lindo y las demás muchachas lo saben y se lo hacen saber, lo único que puedo hacer, es esconderme como la tortuga y deseando que me trague la tierra.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2017 ⏰

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