La fria noche cruzaba por mi ventana, acariciando mi frío y solitario tacto.
Recordando todos los momentos junto a ti, aunque no fuera nada romántico tu compañía y tu amistad era muy importantes a mi vida.
Eras mi confidente, mi amigo leal y aunque tuvimos nuestros altos y bajos en nuestra relación seguias y sigues siendo importante para mi.
Ahora solo en esta habitación con un vaso de alcohol llorando, ¿por qué me pasa esto a mi? Me pregunto y por más que pienso no encuentro la respuesta. Recuerdo todas las veces que deseé a un amigo cercano a mi, alguien que no me juzgue y me entienda, que compartas sus tristezas y alegrias, alguien con quien poder ver series, pasar malos y buenos momentos pero siempre estar ahí para el otro y me regale poquito de su tiempo... y ahora que te tuve te vas.
Aunque al siguiente día fingiré que todo estará bien, y mi pecho grite y se desgarre por tu regreso, siempre regresaré a la habitación solo sin escuchar como te fue hoy, sin contar el pequeño enojo que pase, contarnos lo que nos gustó de ese video, porque aunque me hable a veces la gente, realmente a nadie le importa esos pequeños detalles, salir a nuevos lugares, a probar nuevos sabores juntos y compartir del platillo del otro.
Me alejo, y no porque yo quiera, porque tus mensajes cortos y tu falta de interés duele más que mil agujas enterradas en el pecho. Llegandome a dar ansiedad si pregunto algo al miedo de si responderás o seré ignorado...
Tu eras el v de mi min, y ahora solo soy un pobre y triste chico solitario al cual es fácil dejar de hablarle.
