Nos conocimos en una noche fría y lluviosa de invierno, yo iba camino a casa, había tenido una jornada laboral muy pesada, sinceramente ser enfermera no era un trabajo fácil y menos cuando cumplía con mis prácticas laborales, eran las 11 P.M y las calles de Seúl eran poco transitadas, sinceramente agradezco haber salido tarde esa noche, porque si no hubiese sido así nuestros caminos no se hubieran encontrado, recuerdo perfectamente que llevabas un abrigo color negro, un gorro color gris y una bufanda a juego para cubrirte del frío, estaba tan concentrada en mis pensamientos que terminé por chocar contigo haciéndome caer al suelo, apenado me pediste disculpas y me brindaste tu mano para poder levantarme, un poco tímida y temerosa acepté tu ayuda, pero por alguna razón sentí una corriente recorrer mi cuerpo al tomar tu mano, era tan cálido el tacto que nuestras manos se quedaron unidas por un par de segundos, al separar nuestras manos me miraste sin decir nada, dispuesta a irme me llamaste y extendiste tu mano sujetando una sombrilla ya que empezaba a caer una pequeña llovizna, al principio me negué y te agradecí tu gentil acción, pero al parecer no me dejarías ir hasta que aceptara la sombrilla, así que la tomé y emprendiste camino a tu destino, rápidamente saqué un pequeño pedazo de papel y anoté mi número, corrí detrás tuya hasta alcanzarte y tocar tu hombro, al voltear te extendí el papel, lo tomaste y te dije que este era mi número, que me podrías mandar mensaje en caso de que necesitaras algo como una forma de agradecerte el hecho de que me dieras tu sombrilla sin importarte si te mojabas o no, me despedí de ti con una leve reverencia y me marche a casa.
