Sábado 5 Septiembre 2020
DAPHNE
¿Qué harías si lo único que sientes es odio? ¿Qué pensarías al no sentir emoción por algo que deseas? Porque yo quería con todas mis fuerzas irme de inmediato y dejar de ver los rostros de la odiosa familia con la que convivía.
Una maleta ya obstruía una esquina de mi habitación, junto a una mochila de lo más necesitado en el avión. Faltaba solo una semana.
Todo estaba colocado, la cama en la que estaba sentada estaba perfectamente hecha, mi material de estudio organizado encima del escritorio y mi armario lleno de ropa colocada con meticulosidad. Sonreí irónicamente para mi.
"Todo perfecto, todo ordenado y nada fuera de lugar" me dije.
Pero de repente mi madre abrió la puerta de mi habitación tan súbitamente, que de la estantería que permanecía al lado de esta, se cayeron los libros que acababa de distribuir. La fulminé con la mirada, borrando mi sonrisa y levantándome de inmediato, cosa que no debí hacer.
Hanna, iracunda se acercó a mi y al agarrarme del brazo me desestabilizó. Por poco no resbalé.
—¿Mamá? —murmuré cautelosamente.
Ella me miró y solo pude ver furia en sus ojos azules. No entendía que le había pasado, esa mañana había estado casi saltando de alegría por algo que no llegaba a comprender. Mi hermana estaba en casa de sus amigas y mi padre ya había empezado a trabajar, por lo que estaba a solas con ella, sin saber que era lo que tenía que hacer. Pues mi padre era el que se encargaba de tranquilizarla cuando le daban ataques, porque ya sabía lo que le pasaba, le había dado un ataque. Mis padres pensaban que no lo sabía, pero no era tonta, había escuchado los gritos de mi madre, que se ocultaba en su habitación.
—¡No me dejes! —gritó sobresaltándome.
—¿Cómo?
La observé curiosa buscando su mirada y de la nada comenzó a llorar, soltándome como si mi piel quemase.
—Mamá...¿Te pasa algo? —susurré.
—No, no, no, no... —bisbiseaba.
Me erguí y caminé hacia los libros que se habían caído y comencé a ordenarlos, ignorando a mi madre ¿Qué iba a hacer? Ya se tranquilizaría ella sola. Pero Hanna comenzó a acercarse a mi y tuve que alejarme, no quería que volviese a clavarme sus uñas en el brazo. Se detuvo y con lo que creí que era tristeza, dijo:
—No soy mala, hija, no te voy a hacer daño. Yo no soy mala...
—Lo sé, mamá, lo sé —contesté con falsa amabilidad, para que se calmase —No te preocupes, sé que no eres mala, pero me has hecho daño ¿Qué tal si me haces un plato de arroz con pollo, para alegrarme?
Se le iluminaron los ojos y sonrió, como si nada hubiese sucedido.
—Claro. ¡Claro que si! Voy ahora mismo.
—Yo me doy una ducha y bajo.
Mi madre asintió absorta en sus pensamientos y se marchó cerrando la puerta detrás de ella. Ladeé la cabeza y levanté una ceja, manteniendo mis ojos en la puerta.
"No ha sido tan difícil. Muy raro, pero no difícil" me dije.
"Has podido aprovechar la situación" me contestó mi mente.
Sonreí y recorrí la habitación con los ojos.
"Todo perfecto, todo ordenado y nada fuera de lugar"
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Wihelmine
Teen Fiction¿Alguna vez has sentido el placer de destruir a alguien? No, ellos no se refieren a jugar con alguien perversamente, cosa que cualquiera puede hacer. Ellos se refieren a destruir a alguien mentalmente, y solo los más pacientes y astutos saben hacerl...