"Nunca podrás quitar mi aroma de ti".
¿Por qué seguía soñando con él? ¿Con un futuro que jamás tendrían? Hamed Agani se lo preguntó por meses, luchando con fiereza para no correr hacia la puerta de Niek Alders y adorarlo como un dios, olvidándose d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
― Esa mañana fue cuando te llamé ¿verdad?
Hamed asintió con timidez.
― Me había duchado y estaba en el porche disfrutando de un desayuno improvisado cuando el celular sonó.
― Recuerdo que me cortaste y dijiste algo. No sé... fue algo que me puso los nervios de punta.
― "Él quiere jugar en serio".
― ¡Sí! Fue esa la frase ¿Las cosas se pusieron locas?
― Sólo se descontrolaron un poco más de lo que ya estaban...
**********
― ¿Con quién hablas?
Negué una y otra vez mientras me quedaba sin aliento. Niek jugaba con un par de esposas en sus manos.
― Era Martin... quería saber si...
― ¿Habías sobrevivido?
Su sonrisa burlona me debería haber ofendido, fue todo lo contrario. Me pareció agradable y estuve tentado a responderla si no hubiera estado aterrado por las piezas metálicas con las que se divertía y de las cuales, no tenía idea el uso que haría de ellas una vez que estuvieran en mí.
― Con Myriam tenemos un juego.
― ¿Sí? 2 cuestiones. La primera, me gusta que sean respetuosos y, al menos, me digan buenos días en la mañana. Segundo, por si no lo has notado, no soy Myriam.
Se afirmó a la baranda de madera del porche y se mordió el labio inferior.
― Dos respuestas. Primero, tienes razón, soy bastante tosco en mis modales, buenos días para ti también. Segundo, estoy perfectamente al tanto que no eres Myriam. Ella no ha estado tan estrecha como tú en toda su vida.
― Eso es asqueroso y machista.
Él se encogió de hombros como si lo dicho por mí le entrara por un oído y le saliera por el otro.
― Es honesto...
Seguía parado allí y mi vista no podía ir a otro lugar.
― No me vas a esposar...
Tuve que decirlo, de hecho, el miedo fue lo que produjo mi reacción. Me sentía acorralado, una pequeña gacela de frente a un león que no ha comido en una semana.
La primera vez que fui al Serengueti tenía cinco años, mi madre amaba la naturaleza y, tuve la oportunidad de deleitarme con el enorme páramo caliente que es la Sabana. Verás, yo creo que es allí en donde se encuentra la ironía, era muy pequeño en ese entonces, pero, lo pude identificar en el acto.
