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No puedes evitar la carcajada que casi sale de tu boca, haciendo que el café se te vaya por mal sitio, y acabes atragantándote. Tu padre golpea tu espalda con suavidad, mientras posas la taza sobre la mesa, y tu hermano, situado frente a ti, te fulmina con la mirada.

Es vuestro primer día en Francia, a un kilómetro de París, la famosa ciudad del amor. Tu familia pensó que sería buena idea pasar las vacaciones de navidad en la ciudad.

Y ahí está tu hermano, con un pésimo francés intentando entenderse con la camarera para pagar el pedido. A pesar de tus advertencias, ya que a penas sabe el idioma, cuando tu si, él quiso pagar. Pero todos en la mesa sabéis que solo lo hacía porque la camarera era guapa.

Tu madre te echa una mirada de advertencia, así que intentas disimular tu risa, tapando parte de tu cara, giras la cabeza hacia la derecha.

En la mesa contigua, mirándote, hay un chico pálido, con el cabello rizado y algo largo, a pesar de que cubre parte de su cara, puedes observar la sonrisa que tiene en la cara, posiblemente viendo la cómica escena.

Algo avergonzada agachas la mirada y finjes que no lo has visto, aunque no lo conoces, y es una persona más, no aguantas la mirada masculina sobre tí.

Pero el poco tiempo que lo viste, pudiste suponer que estaba pasando un buen rato con su grupo de amigos, quienes rien y hacen bromas entre ellos.

Cuando tu hermano consigue pagar los cafés, intentas disfrutar de tu tiempo en familia, aunque de vez en cuando, de manera disimulada vuelves a ver la mesa, para fijarte en el chico, quién sin que tu lo sepas, también te mira de vez en cuando, maravillado por tu sonrisa y tu forma de reír.

"Creo que Grace y yo deberíamos ir a la pista de hielo esta tarde" Escuchar tu nombre hace que salgas de tus pensamientos.

"¡De eso nada! Solo quieres que te acompañe para después dejarme tirada para buscar alguna chica guapa"

"Es la idea, Grace" dice rodando los ojos "Probablemente nunca más pasemos una navidad en París, hay que aprovechar"

Inmediatamente vuelves tu cabeza para mirar al chico de la mesa de al lado, encontrándote de sorpresa con que ya te está mirando. Automáticamente sonríe mientras aparta la mirada, sabiendo que aún lo estás observando. Sonríes y muerdes tu labio mientras miras a la taza medio vacía de café.

"Deberías ir, tu hermano tiene razón. Además tendrías una buena oportunidad de dejarlo en ridículo frente alguna chica" sugiere tu padre haciendo reír a todos.

"¡Nunca te lo perdonaría!" Te señala tu hermano.

De manera disimulada, para no llamar la atención de tu familia, miras a la mesa, viendo como el chico tiene la mirada puesta en ti mientras se levanta. Te sonrojas y entras en pánico, pensando que se acercaría a ti delante de tu familia, haciendo que tengan una anécdota humillante con la que reírse de ti.

Pero enseguida respiraste tranquila cuando viste que todo el grupo se levantó, recogiendo sus abrigos, bufandas y gorros listos para abandonar la cafetería. Pero en seguida apartaste la mirada apenada, sabiendo que nunca más volverías a verlo. París es enorme y no sabes ni su nombre.

Suspiras con pena, y levantas la vista hacia la puerta, viendo al chico en la puerta, preparado para salir, pero esperando a verte por última vez. Niega con la cabeza y sale, cerrando la puerta tras él, haciendo sonar la típica campanita.

Horas después, y pese a tus múltiples quejas, ten encuentras sentada en un banco, mientras tu hermano te tiende los patines.

"Estaré por ahí" señala tu hermano la pista de hielo, ya con los patines puestos. Ruedas los ojos y lo ves alejarse.

Te quitas las botas, y te pones los patines, guardando tus pertenencias debajo del banco. Te aseguras de llevar el móvil encima, y con cuidado te pones de pie.

Casi te caes de culo en el banco, debido a tu nula capacidad de mantenerte en equilibrio, y suspiraste quitando el pelo de tu cara. Iban a ser unas horas largas. Con cuidado te acercas a la pista, tratando de no caer y te agarras a las barras. Metes un pie en la pista, y resbalas. Casi te caes, pero consigues recomponerte. Logras ingresar en la pista, y te agarras a la barra con ambas manos.

No hay mucha gente, así que no te cuesta encontrar a tu hermano, en mitad de la pista, pavoneándose de sus dotes patinando, mientras hay chicas que se le quedan viendo con interés. Maldices tu mala suerte e intentas patinar, al menos dar la vuelta a la pista.

Estás tan preocupada mirando tus pies, y tratando de no tropezar, que no ves un grupo de amigos que están pasando un buen rato. Cuando levantas la cabeza y reconoces el grupo de amigos, y al chico, que te está mirando mientras sus amigos le dan codazos y empujones.

Te pones nerviosa y te das la vuelta para volver hacia la salida. Intentas avanzar con rapidez, teniendo cuidado de no caer y hacer el ridículo. 

El chico es muy guapo, y puede que esté interesado en ti tanto como tú en él, pero eres demasiado vergonzosa y no quieres que se rían de ti.

Casi cuando llegas a la salida, resbalas, soltando la mano de la barandilla, haciendo que caigas. Estás esperando al golpe que nunca llega, porque dos brazos te sujetan por las axilas

"Cuidado" exclama una voz masculina a tus espaldas "Wow, ¿no sabes patinar?"

Levantas la cabeza, y ves al chico de la cafetería, con un par de rizos en su cara. Te asustas y empiezas a patear tus pies, haciendo que vuelvas a resbalar, y el chico resbale contigo, cayendo ambos en la pista de hielo.

Te das un buen golpe en el trasero, y sientes el frío en tus piernas. Sientes la risa del chico justo a tu lado, quién se deja caer tumbándose por completo sobre el hielo.

Te das cuenta de que ha comenzado a nevar cuando ves pequeños copos de nieve sobre sus mejillas y su cabello. Te ríes con las mejillas ardiendo de vergüenza.

"Timothée" dice sentándose y extendiendo su mano con los guantes puestos.

"Grace" contestas apretando tu mano con la suya.

Timothée Chalamet | One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora