Theodore Laurence
Habías sido obligada, y prácticamente arrastrada por tus hermanas al baile de la maldita fiesta del pueblo. Estabas bien asistiendo a la fiesta, acompañando a tu madre, y quizás comiendo algún aperitivo de las mesas. Ignorando el hecho de estar rodeada de gente, con un vestido heredado de Meg, un peinado hecho por Jo, del que ya se salían algunos mechones debido a la humedad y el calor.
Lo que no llevabas nada bien era ir a bailar. Tus hermanas se lo pasaban en grande, y envidiabas su capacidad para pasárselo bien sin importar toda la gente de su lado. Eras una persona extremadamente tímida y ansiosa, y aunque nadie te esté observando, sientes todas las miradas en ti, esperando a que hagas el ridículo para criticarte o reírse de ti.
Y ahí estabas tú, sentada en una silla, con los zapatos de Amy apretando tus dedos. Ese año cumplías 12 años, y habías crecido, pero no tenías otros zapatos que te quedasen bien, así que disimulabas el dolor observando a tus hermanas saltando, bailando y riendo. Pasándolo bien rodeadas de otras muchachas, luciendo sus vestidos. Al parecer ninguna se había dado cuenta de que te habías apartado desde el momento en el que empezó una canción que las encantaba.
Pero había alguien más que no había podido evitar mirarte, tan sola, disfrutando de ver la felicidad ajena con ojos tristes, esperando que llegue tu momento, moviendo los pies de manera extraña, como si tuvieses piedras en los zapatos.
De manera disimulada, con sus brazos unidos en su espalda, se acercó, tendiendo una mano de manera elegante hacia ti, mientras hablaba. "Apuesto todos los dulces que poseo, a que seríamos capaces de bailar mejor que nadie en esta fiesta" Tenía una sonrisa encantadora, con una nariz salpicada por pequeñas pecas que lo hacían lucir adorable.
"Yo no bailo" murmuraste apenada mirando al suelo. Tu cara era un tomate, y así lo sentías, todo tu cuerpo radiaba un calor intenso. Nunca un chico se había acercado a ti.
"¡Lo entiendo!" Exclamó elevando un poco la voz, haciendo que algunas personas se girasen para veros. "Quieres que te lo pida como es debido..." a medida que hablaba se puso de rodillas.
Aún más roja, y siendo consciente de que hay gente observando la escena, lo tomas por el brazo y haces que se levante. "¿Qué haces?" Preguntaste mientras te sentabas de nuevo, con el corazón acelerado. No te gustaba llamar la atención.
"Quiero que bailemos" tenía aún esa sonrisa encantadora. Sabía que necesitabas olvidarte de lo que sea que te atormentaba, y estaba encantado de sacarte a bailar y hacerte pasar un buen rato.
"No puedo..." si estabas avergonzada por la escena, ahora te daba pena tener que rechazar su baile por tus pies. "Los zapatos de Amy me quedan algo pequeños y..." Esta mañana cuando te los pusiste, no querías hacer sentir mal a tus padres, así que fingiste que te quedaban bien.
"Quítatelos"
"¿Qué?" Preguntaste confundida.
"Llevas vestido, y estamos sobre hierba, no podrás dañarte. Quítatelos y baila conmigo" esta vez, disimulando que nadie mirase, se agachó a tus pies, y quitó tus horribles zapatos.
Sin ninguna excusa, ni fuerza de voluntad para seguir negando al chico, tomaste su mano, que te arrastró al baile. Tus hermanas se sorprendieron de verte bailando con un chico, que te daba vueltas haciendo que rieses. Su objetivo no era bailar, era hacerte feliz.
Los rayos de sol caían sobre su cabello, haciendo que brillase, igual que sus ojos. No podía dejar de sonreír mientras te miraba, en ese instante no había nadie más, solo estabas tú. Tomaba tus manos entre las suyas y te hacía girar múltiples veces. Incluso te tomó de la cintura y te elevó unos centímetros girando en redondo.
Nunca habías disfrutado tanto.
"¡Soy Beverly!" Gritaste por encima de la música y de las risas de la gente
"¡Laurie!"
Después del baile, te enteraste de quién era el chico. Nieto de un vecino de toda la vida, se había mudado con su abuelo debido a su huerfandad. Tu familia te conocía demasiado bien, así que no emitieron ninguna burla sobre un chico sacándote a bailar, ni siquiera cuando se hizo común verle contigo o con tus hermanas, pronto se hizo un buen amigo de la familia debido a su carácter extrovertido, aunque no tardó en congeniar con Jo, quien era muy parecida e él, y de una edad similar.
No te costó caer enamorada de él, fue duro y progreviso. Pero no pudiste evitarlo, pasabas la mayoría del tiempo a su lado, riendo, haciendo bromas, y admitias su belleza.
Fue duro cuando no te tomaba tanto en cuenta debido a la edad. Prefería pasar el tiempo con Jo, aunque cuando estabais juntos, te trataba como una verdadera hermana. Y con esos sentimientos y con Laurie a dos pasos de ti, creciste durante casi 4 años.
Te tomó 4 años aguantar tus sentimientos, hasta cometer la estupidez que tendrías que lamentar durante años.
Mientras Jo salió con Laurie, corriste a su habitación, y tomaste prestado un par de hojas con una pluma. Ibas a declarar tus sentimientos. Y aunque no eras una gran escritora, lo eras mejor que decirlo de tu boca.
Después de varios intentos, y de escribir dedicatorias de amor cursis dignas de Amy, desechaste tus ideas, y escribiste lo único que se te vino a la mente.
Querido Laurie:
Te apuesto todo lo que tengo, y todo lo que soy, a que nadie nunca podría quererte ni la mitad de lo que te quiero yo.
Con un suspiro, metiste la nota en el sobre, y saliste de casa corriendo con la llave que un día os dio a todas las hermanas para dejar cartas en un buzón. Dejaste la carta y volviste a casa, pero tú cara de felicidad se desvaneció al ver a Laurie.
"¿Vienes de dejarme una carta?" Preguntó cuando te vio entrar en la sala. Lucía triste, con la ropa desarreglada, y los ojos rojos.
"No.." alcanzaste a murmurar nerviosa. "Vengo de dar un paseo, quería coger flores, pero... ¿Que ha pasado?"
"Le he dicho a Jo que la quería" ambos os sentáis, y en ese momento sentiste tu corazón romperse. "Ella no siente lo mismo, pero eso supongo que ya lo sabías"
"No sabía que la querias" susurraste
"Eso ya no importa"
Te levantaste del sillón rápidamente. Tenías que recuperar esa carta. Si Laurie no podía corresponder tu amor, al menos aún tenías su amistad. Tenerle en tu vida importaba más que el como.
"¿A dónde vas?" Preguntó confundido al verte recoger y ponerte la bufanda.
"Se me olvidó que tengo que recoger unos recados de mi madre, y se me hace tarde" inventaste una excusa creíble, pero eras una terrible mentirosa, y Laurie sabía leerte muy bien.
"Genial. Yo iré a leer tu carta entonces"
Antes de poder hacer nada, salió corriendo al bosque. No podrías alcanzarlo aunque pudieras, así que con el corazón roto, acelerado y a punto de llorar, te encerraste en la habitación durante varios días.
No sabías si había leído la carta, y de haberlo hecho, no sabías si se lo había comentado a tus hermanas y ellas disimulaban delante tuyo. Lo único que sabías es que Laurie no había vuelto a pasar por casa, no tenías claro si evitando a Jo, a ti, o a ambas. La última imagen que viste de él, fue desde tu ventana, volviendo del bosque con la cabeza agachada y la carta en sus manos.
No podías estar más triste y humillada. No solo no tenías su amor, también habías perdido su amistad, y eso fue lo que te llevó a aceptar la propuesta que te hizo tía March de ir a estudiar a Francia con ella de tutora. Claro que sus planes eran de buscarte un prometido.
Pero honestamente ya nada te importaba. Si alejarte y estudiar en otro país significaba olvidar a la persona que amabas, estabas dispuesta a hacerlo.
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Timothée Chalamet | One Shots
Fanfiction| Actualizaciones lentas | IMAGINAS Y ONE SHOTS de Timothée Chalamet y sus personajes *CRÉDITOS de la portada, encontrada en tumblr*