Rouge the proxy

72 2 0
                                    

Las personas frecuentan muy poco aquel sitio, debido al “perro” guardián del territorio de Slenderman. Aquel ser no era biológicamente un perro, pero se había ganado el apodo dado que era el que custodiaba el perímetro, vigilaba silenciosamente el lugar, siempre al acecho.

Vestía una sudadera  de color rojo, mangas remangadas para mostrar con autoridad sus imponentes brazos con múltiples heridas, junto con un pañuelo gris atado alrededor de su cuello con el signo proxy tatuado en él; aquello simbolizaba que era una servidora del Hombre delgado. También hacía parte de su vestimenta unos pantalones color marrón, botas de color ​​negro y una máscara blanca que deja al descubierto dos cuencas negras y obscuras. JZJZJZ Su sádica sonrisa  y las manchas de sangre marcaron la mente y la piel de sus víctimas, lo cual podía infundir miedo en el corazón de cualquier persona en su sano juicio. Sus rasgos más singulares eran los guantes que contenían garras metálicas con curvas afiladas en las puntas de los dedos. Todas estas características son significativas de un proxy de Slenderman.

Un día como cualquier otro, ella caminaba a través de la maleza, sin importarle los restos humanos que estaban dispersos por los alrededores, mientras con sus excepcionales

botas cruzaba la niebla. Desconocía la “caza” que se iba a efectuar  ese mismo día. Ningún ser podría tomar un viaje tan extenuante como ese y aún más si era a la hora del crepúsculo.

Los demás aún dormían y ella estaba en el deber de cuidar de su territorio. Decidió escalar en la copa de un inmenso árbol para encontrar  una rama robusta en la cual podía descansar mientras mantenía una estrecha vigilancia desde arriba.

A medida que el cielo se iluminó, el sol se levantó, el bosque empezó a desbordar vitalidad. El sonido ya no era sólo por  el canto

de las cigarras, ahora también se escuchaba la voz de un intruso.

—No, no he encontrado todavía a Greg, cariño. Estoy tratando. Los policías no están haciendo mucho y me siento como un padre terrible si yo no hago algo al respecto... ¡Ya han pasado tres semanas, Kayla!—

La voz pertenecía a un varón adulto. ¡Por fin! Después de semanas de esperar por alguna pobre alma que se atreviera a pasar por el sitio, valía la pena aprovechar la situación. Rouge se sentó en una posición donde pasara desapercibida, y clavó sus garras de metal en la rama mientras escuchaba atentamente al individuo. Empezó a emitir sonidos agudos, para asustar un poco al sujeto. Luego,

inspeccionó de cerca al hombre: era un desgarbado tipo de mediana edad, que charlaba por teléfono.
Al escuchar los sonidos que emitía la joven  el sujeto tuvo algo de miedo, ella solo se limitó a reír y se movió con fluidez entre las copas de los árboles, entre ramas, haciendo que las hojas se movieran ligeramente a por el impulso rápido. Continuó jugando con su víctima. A medida que Rouge seguía con su juego, el miedo se apoderó del cuerpo y mente del hombre, lo suficiente para quedar petrificado sin poder moverse. Mientras ella continuaba la transición de un árbol a otro, comenzaron los espasmos que recorrían todo su cuerpo, enviando escalofríos por la espalda del hombre.

—Te llamo luego, cariño.— Tartamudeó, oprimiendo el botón para finalizar la llamada y lentamente dejando caer el teléfono debido a que su mano estaba temblando sin cesar,

trató de reunir el valor suficiente para pronunciar una frase coherente.

—¿G- Greg? ¿Gregory?— Murmuró patéticamente, esperando que respondiera su amado hijo, pues desconocía el hecho de que éste fue una de las tantas víctimas que desaparecía Slenderman.

Después de un rato de jugar con su debilidad, Rouge se detuvo en una rama robusta que estaba a metros de la cabeza del hombre, lo miro de manera fulminante con sus dos cuencas. Sonrió, estaba manchada de sangre su máscara maliciosa; la típica cara oculta de depredador cazando a su presa.
— No mires hacia arriba... O te arrepentirás... —Susurró, golpeando sus dedos con garras contra la corteza de madera, antes de clavar sus uñas afiladas de metal en el hombre, causándole una herida sangrante.

El peligro fue mucho peor que cualquier cosa que jamás haya imaginado encontrar en ese bosque. Los atributos terribles de aquella criatura eran de un ser inhumano.

Comenzó a gritar del inmenso dolor, ver el horror ante él; La escena era tétrica. Rouge se lanzó sobre él, tirándolo de espaldas al suelo, enterrando sus garras al hombre con fuerza y comenzando a recortar su cara; con sus manos cortaba su carne como si fuera mantequilla. Le retorció los brazos hasta que se rompieron. El hombre indefenso comenzó a gemir del dolor mientras trataba de luchar contra el proxy, pero sus esfuerzos fueron en vano; ella lo había inmovilizado. Sus gritos eran sólo música para los oídos de Rouge.

Ella usó la punta de la garra para clavarla en sus ojos. Así continuó su tortura hasta que el hombre muriera dando un grito de dolor tan fuerte que hizo eco a través del bosque.

— No deberías estar rondando por aquí, forastero. — Pronunció la asesina, que luego soltó una carcajada ante el hombre desfigurado, muerto en su propio líquido carmesí.

8  historias creepypastas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora