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Capítulo 2.

Kirishima Eijiro había comprado un departamento.

Tenía una habitación, un baño, un balcón, una cocina pequeña y una sala comedor. Era un espacio solo para una persona.

El estaba bien con ese espacio.

Estaba en la prefectura de Chiba, donde él nació. Lo iba a revisar cada vez que visitaba a su madre y su esposa. Tomo, uno de sus grandes amigos desde secundaria, vivía en el departamento para cuidarlo, así que aprovechaban de beber y conversar toda la noche cuando se veían.

Ahora hace casi un mes, su amigo dejó el lugar porque se casó con una bella y comprensiva mujer.

El departamento estaba esperando ser habitado otra vez.

Ya llevaba 7 años en una relación de tres personas. Nunca les contó a los otros dos sobre aquel departamento. Era su lugar seguro. Era su lugar de escape cuando por fin decidiera salir de aquel gran apartamento donde vivía con sus novios.

No vivía mal, de hecho era muy cómodo.

Un hogar espacioso, su propia habitación, comedor y sala separados, una gran cocina, dos baños, una terraza. Todo lleno del aroma de las especias que el hombre rubio usaba cuando cocinaba.

Llegar y ser recibido con un "Bienvenido" se sentía bien. Los besos, abrazos y caricias que le daban cuando se le acercaban eran geniales. Las risas compartidas y pequeñas discusiones también se sentían bien, pero el pelirrojo sabía que no durarían.

Él no pertenecía a ese lugar.

Los primeros días de convivencia fueron cómodos. Que vivieran antes en los dormitorios ayudó bastante para no sentirse extraño. Solo seguían siendo compañeros de vivienda.

El problema vino una semana después, cuando el chico de cabello bicolor lo besó en los labios.

Se sintió raro besar a alguien a quien no amaba. Sí, lo quería mucho como amigo y compañero y aceptó ser su novio, pero aun así era raro.

Lo iba alejar un poco para decir lo que pensaba, pero el rubio lo abrazó por detrás y besó su nuca.

La electricidad que sintió ante los suaves labios en su piel, lo hizo estremecer.

De ahí ambos chicos lo besaron y tocaron mientras se derretía. Solo despertó de su ensoñación cuando unos dedos le acariciaron el trasero.

Miró al de cabello bicolor que estaba sobre él y lo detuvo. Los dos chicos lo miraron sorprendidos, pero pararon y esperaron a que se sentara.

Hablaron y llegaron al acuerdo que el pelirrojo no tendría sexo con ellos hasta que sus sentimientos estuvieran decididos.

Todo estuvo bien después de eso.

Hasta que unos meses después, sus dos novios tuvieron relaciones en la habitación del más alto.

Era natural que pasara. Ambos estaban enamorados y sus miradas mostraban cuanto se deseaban, pero eso hizo que se diera cuenta que él sobraba.

Fueron pasando los años y cada día se daba mas cuenta que el rubio nunca lo amaría. Las miradas soñadoras de los fieros ojos rojos, solo estaban reservadas para el de cabello bicolor, y verlo de tan cerca, lograba dañar aun mas su corazón.

Las dudas y el dolor fueron creciendo y no sabía por qué lo soportó por tanto tiempo.

Pero ahora, encerrado en su habitación mientras pensaba en su pequeño departamento vacío, los gemidos y las palabras de amor que se escucharon desde la sala, le hicieron pensar que fue suficiente.

Sacó el celular para mandarle un mensaje a su amigo alto y delgado de cabello negro, para que lo fuera a buscar en la mañana con su auto.

Se estiró y suspiró después de recibir la respuesta afirmativa –Es hora de empacar- dijo antes de levantarse de la cama y comenzar a ordenar sus cosas mientras los gemidos afuera se hacían mas agudos.

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Continuará...